El desafío independentista
Los flamencos reniegan del ex president y no reconocen «su» república virtual
El primer ministro belga asegura que Puigdemont «debe responder de sus actos» en España.
El primer ministro belga asegura que Puigdemont «debe responder de sus actos» en España.
La ofensiva Flandes, en contra de los independentistas catalanes, ha resuelto optar por la vía del diálogo, «en lugar de la catalana, la de la confrontación», según dijo ayer el portavoz del grupo de los democristianos flamencos (CD&V), Koen Van den Huevel. El Parlamento de Flandes rechazó ayer una moción presentada por el partido ultraderechista flamenco Vlaams Belang (Interés flamenco) para reconocer la independencia de Cataluña, que fue respaldada solo por este grupo.
El texto pedía «condenar inequívocamente la represión española contra el esfuerzo independentista catalán» así como «instar al Gobierno federal a reconocer a Cataluña como un Estado independiente soberano». El parlamentario de ese partido, Matthias Diependaele, consideró que el Gobierno flamenco debe «expresarse» en relación al asunto porque «lo que está sucediendo es importante para nosotros». Pero no tuvo la aprobación de la Cámara regional que ayer celebró un debate sobre Cataluña, horas más tarde de que la cuestión irrumpiera en el Parlamento federal.
Allí, el primer ministro belga, Charles Michel reiteró que Carles Puigdemont es un ciudadano más que se mueve dentro del espacio Schengen. «El señor Puigdemont debe responder de sus actos, tiene derechos y obligaciones como cualquier otro ciudadano; no (tiene) privilegios y no es un subciudadano». Esto quiere decir que el Gobierno belga, añadió, «trata con el respeto del Estado de Derecho la situación de todos los ciudadanos europeos».
Y es que para Michel, sólo hay un único interlocutor en todo el asunto catalán, y es el «Gobierno de Madrid». En la Comisión de Interior del Parlamento federal belga insistió en adoptar, tal como lo hizo tras la rueda de prensa que Puigdemont ofreció en Bruselas el pasado martes, una «posición de sentido común», que pasa por una «solución política duradera».
Pero por mucho que insista el cabeza de Gobierno, el tono de algunos de sus miembros de gabinete han destapado de nuevo el debate sobre el rompecabezas belga, marcado por la federalización del Estado, y un Gobierno de coalición que pese al acuerdo de 2014, no termina de superar ciertas barreras ideológicas.
El analista político belga Dave Sinardet lo tiene claro. En declaraciones a LA RAZÓN, afirmó que desde las filas N-VA siempre han apoyado a los independentistas catalanes, incluso antes de la escapada de Puigdemont a Bélgica. Y es que según el experto, el aterrizaje del ex dirigente catalán en el país «de alguna manera ha traído el debate», que para los flamencos es «muy importante».
El politólogo flamenco aseguró que existe una «división clara» en el Gobierno federal belga, marcada por las simpatías del N-VA por el independentismo catalán, mientras que el resto de partidos
–incluidos los liberales y los democristianos flamencos– junto con el Movimiento Reformador al frente del cual se encuentra el primer ministro, apoyan al Gobierno de Mariano Rajoy. No obstante, Sinardet recordó que Bélgica fue el primer país en hacer una declaración oficial sobre el asunto, durante la celebración del referéndum ilegal del 1-O. Charles Michel condenó «todas las formas de violencia» y apeló al diálogo. Sin duda, señaló el politólogo al respecto, «fue un poco más crítico que otros, también por la influencia del N-VA».
Todo apunta a que las reacciones encontradas sobre la cuestión catalana y la escapada de Puigdemont han abierto la caja de pandora, pese a los esfuerzos del primer ministro belga, Charles Michel, por aplacar la tensión la semana pasada, y que parecen haber sido en vano. Ahora el debate se ha colado en el Parlamento federal y enfrenta no solo a miembros del Gobierno si no a éste con otros partidos. El primer ministro reconoció que hay un «rebote» en el plano judicial, pero confía en la separación de poderes. Al contrario que Michel, los socialistas sí creen que el problema se ha trasladado a la política nacional.
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