Caso Bolinaga
Bolinaga recibe la visita de «El carnicero de Mondragón»
Ambos terroristas se ven durante media hora en su primer día de reclusión
En su primer día de arresto domiciliario, Josu Uribetxeberria Bolinaga recibió ayer la visita de otro etarra con un historial todavía más sanguinario que el suyo, Jesús María Zabarte, condenado a 615 años de prisión por 20 atentados y 17 asesinatos.
En su primer día de arresto domiciliario, Josu Uribetxeberria Bolinaga recibió ayer la visita de otro etarra con un historial todavía más sanguinario que el suyo, Jesús María Zabarte, condenado a 615 años de prisión por veinte atentados y diecisiete asesinatos, en libertad desde el pasado mes de noviembre por la derogación de la «doctrina Parot». Acostumbrado como estaba a salir sobre las diez y media de la mañana a pasear por el mercado en Mondragón, Bolinaga sustituyó ayer esa actividad por las visitas a domicilio, una vez que el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno decretara el jueves la prisión provisional por los indicios que acreditan que fue él quien disparó contra el cabo primero de la Guardia Civil Antonio Ramos Ramírez, el 8 de junio de 1986 en Mondragón, a escasos metros de la casa de la que ahora ya no podrá salir más que para recibir tratamiento médico por el cáncer terminal que padece. Si los indicios se prueban en un juicio, Bolinaga, hasta ayer en libertad, habría asesinado a cuatro guardias civiles.
En frente del domicilio de Josu Uribetxeberria permaneció durante todo el día de ayer un Mitsubishi Montero negro con dos ertzainas vestidos de paisano. De vez en cuando acudía también un coche con los distintivos oficiales de la Policía autónoma vasca. Ése fue ayer el cambio más visible de la situación de Bolinaga tras decretar el juez la prisión provisional, en su propio domicilio, pero no el único. El tráfico de visitas fue mucho mayor de lo acostumbrado en un portal en el que sólo viven seis familias y probablemente ayer, un día que amaneció súbitamente veraniego, Bolinaga hubiera aprovechado la libertad de la que disfrutaba desde hace año y medio, a pesar de haber sido condenado a 220 años de cárcel, para tomar el aperitivo con los amigos en la parte vieja de Mondragón, a la que se accede directamente a pie desde el lugar donde aparcó ayer el vehículo todoterreno camuflado de la Ertzaintza.
Vigilancia continua
Con las ventanillas abiertas, dos jóvenes agentes de la Policía vasca, con camisetas informales, pasaban ayer las horas muertas vigilando la casa de Bolinaga. La única visita de excepción fue la de Jesús María Zabarte, quien permaneció media hora en el domicilio. El «carnicero de Mondragón» se fijaría seguramente ayer, al entrar en la casa de Bolinaga, en la pintada con las siglas de ETA, sin ningún otro comentario, que nadie se ha molestado en quitar de la pared del edificio en el que vive Bolinaga.
En el pueblo, muchos otros carteles recordaban ayer, como lo hacen desde hace tanto tiempo que ya parecen parte del paisaje, a los presos etarras que todavía permanecen en prisión, a pesar de que la derogación de la «doctrina Parot» y los acuerdos con exiliados sin condenas pendientes han traído de vuelta a Mondragón a casi una docena de etarras, ninguno de los cuales supera en historial sanguinario al «carnicero de Mondragón». La única cartelería nueva en esta localidad guipuzcoana recuerda la pérdida de empleos en la Cooperativa Mondragón y en los balcones los «Presoak etxerak» comparten ahora protagonismo con carteles que hablan de los cierres de Fagor y Edesa y algún «se vende» o «se alquila» a consecuencia de la crisis de las empresas de la Cooperativa Mondragón.
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