Azul.
El hijo de Giménez Abad: «He reconocido al asesino de mi padre»
El fiscal Javier Zaragoza exige que se reabra el caso del asesinato de Manuel Giménez ante el nuevo testimonio
No lo dudó un momento. «El de la foto con el número 4». Borja Giménez Larraz, hijo del senador y presidente del Partido Popular en Aragón, señalaba la imagen de Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, alias «Ata», como el pistolero de ETA que había asesinado a su padre cuando ambos se dirigían al estadio de fútbol de La Romareda, el 6 de mayo de 2001. Se trata de uno de los muchos crímenes de ETA que están aún sin esclarecer y que, pese al informe aportado por la Guardia Civil, un juzgado de la Audiencia Nacional se ha negado a reabrir el caso. El fiscal jefe, Javier Zaragoza, exige que se reabra el asunto y considera necesaria la entrega temporal a España de este terrorista que cumple cadena perpetua en Francia.
La identidad de los autores constituía un auténtico misterio y mucho se ha especulado al respecto. La Guardia Civil, dentro de las diligencias que realiza para esclarecer éste y otros crímenes, citó, en octubre del año pasado, al hijo del senador asesinado para mostrarle, como testigo presencial de los hechos, un total de 18 fotografías de etarras sospechosos repartidas en dos folios.
El hijo del asesinado reconoció, sin lugar a dudas, al autor del crimen en la fotografía número 4, que correspondía a «Ata», que, con el tiempo, llegó a ser jefe del «aparato militar» de ETA y que junto a su amigo Garikoitz Azpiazu, «Txeroki», protagonizó una de las escisiones que más daño han hecho a la banda. En las diligencias instruidas por la Policía con motivo del asesinato de Giménez Abad, remitidas al Juzgado de Instrucción número 10 de Zaragoza (Sumario 1/2001),y posteriormente al Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional (Sumario 4/2001), figuran las actas de declaración de varios testigos presenciales del hecho. El propio Borja Giménez, que contaba en el momento del asesinato 17 años, dijo entonces «que las características físicas del autor de los hechos son las siguientes: varón, 25 años de edad, de l’80 de estatura aproximadamente, moreno, con el pelo negro y algo largo, cubriéndose la cabeza con una gorra roja de la cual sobresalía por la parte de atrás el pelo largo y rizado, no recuerdo cómo vestía».
Un agente de la Policía Local de Zaragoza, con el número de carné profesional 893, manifestó que «las características físicas del joven que ha visto con la pistola huyendo del lugar de los hechos son las siguientes: varón, de unos 25 años, complexión normal, 1’80 de estatura, pelo negro , vistiendo pantalón de color oscuro y una cazadora de color azul oscura, tipo forro polar, con botas. Asimismo llevaba una gorra de color azul oscuro y se veía que por la parte de atrás le sobresalía el pelo y con barba poblada».
M. d C. dijo «que las características físicas de la persona que vio con la pistola son: varón, de unos 23 años, complexión delgada, 1,80 de estatura, pelo largo negro ondulado, vistiendo pantalón de color negro ajustado y una cazadora tipo color negro de la cual le sobresalía el pelo por su parte trasera». Todos coincidían pero no podían reconocer a «Ata» porque entonces no se sabía que estaba en ETA.
Precisamente, sobre la integración en un «comando» cuando se produjo el asesinato del senador, se recuerda que el 22 de febrero de 2001 la Policía francesa detuvo en Anglet (Francia), al cabecilla de la banda Francisco Javier García Gaztelu, «Txapote», que era jefe del «aparato militar» y dirigía los «comandos armados».
Entre los efectos incautados por la Policía francesa destacaba una agenda de bolsillo del año 2001 que contenía numerosas anotaciones manuscritas que demostraban que controlaba seis células, entre ellas las denominadas «Urbasa», «Zartako», «Ttotto» y los nombres de sus integrantes, entre los que figuraba «Ata».
Tras su paso por los «comandos», Carrera se integró en la «dirección» de ETA y, junto con otros dirigentes, tuvo que hacerse la autocrítica por haber formulado objeciones a la actuación de la banda. En un documento que se incautó en Francia se recogen las intervenciones de varios cabecillas, entre ellos «Ata», pero lo importante es que se demostraba, por la forma de plantear los asuntos, que tenía experiencia «militar» por haber pasado por uno o varias células.
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