Pactos electorales
Bronca entre el PP y C's: «Hoy te dicen sí, y en 12 horas, abstención»
Los diputados del PP no escondían ayer en los pasillos su enfado con sus «socios».. En el campo de Cs lo tenían claro: «Cuanto peor le vaya al Gobierno, mejor nos va».
Los diputados del PP no escondían ayer en los pasillos su enfado con sus «socios». En el campo de Cs lo tenían claro: «Cuanto peor le vaya al Gobierno, mejor nos va».
El fantasma del real decreto de los estibadores promete perseguir al Gobierno vestido de traición de sus socios de Cs. «Las acciones también cotizan», repetía en los pasillos del Congreso un estrecho colaborador de Mariano Rajoy. Se refería a la ligereza con la que Albert Rivera movía la varita mágica para desgastar al PP. A escasos metros, otro cercano al presidente ironizaba con los hombres de «palabra» que se apiñan en Ciudadanos. Esto es, «hoy te dicen no, después sí, y en cuestión de 12 horas, abstención». El reproche al incumplimiento de Rivera ha contrastado con el aplauso a la actitud del PNV, que ha mantenido su compromiso de voto a favor hasta el final. Y esto tiene toda la pinta además de haber sido pese a que el mal de todos debería estar lejos de convertirse en el consuelo de unos cuantos. Aunque ya se sabe: las estrategias de partido son inescrutables.
Ya advirtió desde la tribuna el ministro Iñigo de la Serna que la no convalidación del decreto conllevará una nueva multa millonaria de la Unión Europea, «que está a punto de caer». Dejar a un Gobierno en el atolladero, poner a prueba su capacidad de sufrimiento político, se le ocurre a cualquiera. Pero, desde ahora Rivera ya no puede venderse como el garante de la estabilidad del país. Porque esta vez ha cedido a eso de «cuanto peor le vaya al Gobierno del PP, mejor le va a mi partido». Aunque a España le vaya de pena. Sus apelaciones al patriotismo, claro, suenan desde este jueves más huecas y menos creíbles. Ese relato se lo ha regalado el líder naranja a los de Rajoy. Toda vez que la única propuesta era dar un golpe al Gobierno, eso sí, pagado por todos los españoles.
Acerca de los pasos que se pondrán en marcha para atenuar ese golpe aún se sabe poco. Pero el titular de Fomento ha dejado la puerta abierta a otro texto, dependiendo de las negociaciones convocadas para el próximo martes entre patronal y sindicatos. Los tiempos que se avecinan en política nacional pueden ser no aptos para cardiacos. Y si sacar adelante los Presupuestos supone que el PP deba renunciar a su propio proyecto, desde luego, las urnas estarán más cerca. Sin duda, los 32 escaños de Cs son determinantes para que los populares naveguen con menos dificultades por las aguas de la legislatura. Cabe suponer que, en vista de su precariedad en el Parlamento, y de que aún queda demasiado tiempo por delante, al final Rajoy busque alguna filigrana política que le permita firmar con Rivera una especie de paz temporal. En los planes iniciales del líder naranja, al menos, estaba aguantar como aliado del Partido Popular un par de años. Si no es así y prosigue marcando distancias, el Congreso se convertirá en un campo de minas imposible de recorrer para el PP. Claro que, como ya ha descubierto el propio Fernando Martínez-Maillo, «éstos tienen la piel muy fina ante cualquier circunstancia sobrevenida».
Rivera y quienes le han aconsejado tensar la cuerda se equivocan. En cierta ocasión, confesó Mariano Rajoy: «Nos hemos reunido durante una hora y cuarto y él ha hablado sin parar durante una hora». Quizá Albert Rivera debería tener más presente sus circunstancias. Porque el PP no puede permitirse el lujo de vivir permanentemente haciendo equilibrios por el alambre. Y a estas horas buena parte de la dirección popular ve «un riesgo insoportable» el espectáculo de un Gobierno desgastándose sin sacar adelante reformas que necesita España. «Tal y como pintan las cosas, Rajoy, pese a su aguante, puede decir hasta aquí hemos llegado: así no hay manera de gobernar», señalan voces autorizadas.
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