Tomás Gómez
Las cartas sobre la mesa
Enfrentarse a Puigdemont, más vivo políticamente que nunca gracias a la amnistía y al trato preferente, no entraba en sus planes
Sánchez necesita un éxito político para contrarrestar la imagen que está trasladando el proceso en torno a su esposa. En un julio en el que la noticia política ha sido la derrota de la extrema derecha francesa, en el ámbito nacional, el caso de presunto tráfico de influencias y la carrera profesional de Begoña Gómez se lleva la palma. Cuando el asunto avanza judicialmente, ya no sirven cartas ni amagos fingidos de dimisión, lo que queda es un goteo de informaciones de hechos que, sean o no punibles, no van a gustar a los electores. Por eso Sánchez ha decidido pisar el acelerador en Cataluña, necesita que Illa sea presidente. Es un cambio estratégico, porque enfrentarse a Puigdemont, más vivo políticamente que nunca gracias a la amnistía y al trato preferente, no entraba en sus planes. Pero las circunstancias han cambiado y el asunto del juez Peinado le toca directamente.
Para conseguir su objetivo necesita a ERC, pero la formación está en un momento crítico, unas nuevas elecciones terminarían de liquidarla y pactar con el PSC tendría un coste elevado. Puigdemont se siente fuerte, su opción preferida es un pacto del independentismo de cara a la repetición electoral. Ha amenazado con no apoyar ninguna iniciativa que surja de un acuerdo PSC-ERC y el tiempo corre a su favor. Si durante agosto no hay atisbos reales de un pacto, irá tomando cuerpo el estado de opinión de que habrá repetición y los partidos se replegarán para establecer sus estrategias, lo que implica parálisis en el Congreso. Nuevamente, la gobernabilidad del país en función de los intereses de Sánchez. A todas luces, la legislatura no llegará al final y lo decente sería convocar las urnas.
Ahora están todas las cartas sobre la mesa. Los españoles saben hasta dónde está dispuesto a llegar Sánchez, también que la extrema derecha es aliada de los amigos de Putin y que el país es ingobernable desde el frentismo político.
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