El desafío independentista
Carmena toma nota de las exigencias de Colau en «top manta» y alquileres
La regidora de Barcelona visitó ayer a su «amiga» y homóloga entre lágrimas.
La regidora de Barcelona visitó ayer a su «amiga» y homóloga entre lágrimas.
Acompasadas como las piezas de una máquina. La voz de la experiencia una, el puño en alto la otra. Templanza y pasión. Hace tres años que Manuela Carmena y Ada Colau conforman las dos caras de una misma moneda al frente de los Gobiernos municipales de las dos grandes ciudades del país. Encumbradas por el grito popular de «¡Sí se puede!», las dos se hicieron hace tres años con la alcaldía de Madrid y Barcelona respectivamente; ciudades que han dirigido recorriendo caminos paralelos, cada una a su ritmo y con sus objetivos particulares claros, pero sin perderse de vista en ningún instante. Y así lo reconocieron las dos ayer en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum en el hotel The Westin Palace. Allí, a primera hora de la mañana, a unos pasos del Congreso de los Diputados, Ada Colau habló de esperanzas y retos para un país que estrena Gobierno: «Nos merecemos un tiempo nuevo», inició su discurso la alcaldesa de Barcelona entre «lágrimas de alegría», reconoció la política.
Unas lágrimas motivadas por los últimos acontecimientos dentro de la actualidad política nacional tras haber logrado, en palabras de Colau, «echar» al Partido Popular de la Cámara Baja, pero, sin duda también, por las emotivas frases de su homóloga y anfitriona en el acto. Manuela Carmena ejemplificó en Ada Colau el perfil de la «responsabilidad política», destacando cualidades de la catalana como su «sensibilidad y empatía», por hacerla mejor observadora de la realidad social y, a su vez, más conciliadora; o su resolución política, que le permite trazar estrategias y abordarlas con «agilidad mental y claridad». La voz de la regidora madrileña también se resquebrajó al término de su intervención: «A Ada le gusta la gente, le enamoran las personas», dijo Manuela Carmena sobre su «amiga» antes de fundirse con ella en un largo abrazo.
Lo que siguió: una lista detallada de exigencias políticas para el nuevo presidente, Pedro Sánchez, a quien Colau quiso recordar el papel jugado por el resto de partidos para el éxito de su moción de censura. Así, y después de esta sutil apreciación –en la que bien podrían algunos intuir tintes de desafío–, la cabeza de lista de Barcelona en Comú priorizó tres cuestiones sobre las que trabajar desde la Moncloa.
La primera de estas «urgencias» sobre las que se insta al nuevo Primer Ministro a actuar es la «amenaza» de una nueva burbuja inmobiliaria, esta vez, a través de las «subidas abusivas de los alquileres». Colau sugirió cambios en la regulación ya existente sobre los arrendamientos urbanos, tratando de proteger así a la ciudadanía de una «nueva oleada especulativa».
Por otro lado, la alcaldesa de la capital catalana trajo a Madrid las crisis migratorias a las que tienen que hacer frente España, tanto a los refugiados políticos como al creciente fenómeno del «top manta». En este sentido, Colau solicitó, como vienen haciendo los colectivos afectados, una revisión de la Ley de Extranjería que agilice la legalización de la situación de estas personas.
Finalmente, la política felicitó a madrileños y barceloneses sus logros en materia medioambiental, afeando al poder central el no haber financiado el transporte público en las grandes ciudades, «agentes de desarrollo social y económico» del país.
De ser oídas, todas las peticiones de la Ciudad Condal tendrán su repercusión directa en la capital que, ayer, a través de su alcaldesa, escuchó atenta y con lápiz y papel en mano la lista de deseos de su otra cara de la moneda.
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