Caso Pujol
Diez empresarios niegan que Pujol mediara en sus negocios
«Juro y prometo que jamás apareció», declaró a Ruz un testigo sobre la intermediación del hijo del ex president
Una decena de empresarios de sociedades que participaron en operaciones en las que Jordi Pujol Ferrusola facturó por supuestas labores de intermediación 3,2 millones de euros, según la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales (UDEF) de la Policía, afirmaron ayer al juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz que no conocen al hijo del ex presidente de la Generalitat y que no intervino en esos negocios. El primogénito de la familia Pujol facturó la mayoría de esos servicios a Copisa, la empresa que le abonó entre 2004 y 2008 casi 3,6 millones de euros por labores de intermediación y asesoramiento en diversas operaciones. Casi todos los testigos que declararon ayer coincidieron en que las operaciones en las que habría intervenido el primogénito de los Pujol eran «sencillas» ya que se trataba de compraventas «habituales» sin excesivas complicaciones.
Su intervención más prolífica se produjo en 2006 en Ronda (Málaga), cuando a través de Iniciatives Marketing e Inversions facturó 1,1 millones a Copisa por su labor de intermediación en un contrato para la urbanización Los Merinos Norte, una operación que ascendió a más de 43 millones de euros. Un directivo de la rama inmobiliaria de Copisa, José Luis Prada, aseguró a Ruz en su declaración como testigo que aunque no le ha visto nunca, sí habló con él una vez por teléfono sobre este asunto y Pujol le facilitó la localización de los terrenos y un contacto. La fiscal mostró entonces su extrañeza, según fuentes presentes en la declaración, por el hecho de que se le pagara más de un millón de euros «por una llamada», a lo que el testigo respondió que desconoce los aspectos financieros de la sociedad porque no son de su competencia.
También declaró ante el instructor la persona que, según contó, hizo realmente de intermediario en la operación entre Copisa y Promociones Club de Campo y Golf, que se quejó de que no llegó a cobrar el 3 por ciento acordado (según dijo sólo le pagaron dos de los diez pagos acordados). Sobre la participación de Pujol Jr. en el negocio, Juan Luis Ripollés se mostró tajante. «Ese señor juro y prometo que jamás apareció en ningún sitio», mantuvo. Por eso, cuando leyó las informaciones sobre la comisión que habría percibido el hijo del ex president «no daba crédito».
Tampoco los empresarios que comparecieron, igualmente como testigos, en relación a la construcción de unos túneles en el Principado de Andorra en 2006 (una operación por la que, según la UDEF, facturó como intermediario 150.000 euros) y a la venta de unas plantas solares en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) en los que habría facturado 139.200 euros en septiembre y noviembre de 2009 afirmaron conocer a Pujol Ferrusola. Uno de los empresarios que intervinieron en esa operación aseguró incluso al juez que pagar esos servicios de intermediación «por una simple llamada» no se suele hacer.
Refinería en Cartagena
Respecto a otra de las operaciones de las que sospecha la UDEF, las obras de ampliación de una refinería en Cartagena en 2009, un representante de Tecsa, la contratista que intervino en la operación, declaró que su trato fue «directamente con el equipo empresarial» de Copisa. Pujol cobró 611.794 euros, a través de una de sus empresas, Project Marketing, por «gestiones, asistencias y negociaciones» en esta contratación.
Otro empresario negó que la adquisición de una parcela en Hospitalet actuara intermediario alguno (Pujol Jr. facturó 394.000 euros por esa labor). Si hubiese tratado con alguno, dejó claro, «lo habría hecho constar seguro en un contrato».
De la persistente labor del ex suegro de Pujol Ferrusola por cobrar sus deudas dejaron constancia los testimonios de Laura y Enrique Cutillas, de Focio, a quienes Ramón Gironés reclamó un 3 por ciento por su labor de mediación en una compraventa en Hospitalet que, según él, le había prometido su padre ya fallecido. Incluso aprovechó, contó su hija, una misa por la memoria de su padre, el fundador de la empresa, para recordarles que no había cobrado. Finalmente claudicaron, aunque le pagaron un 1 por ciento, y no el 3 por ciento que reclamaba.
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