Política

Casa Real

Don Juan Carlos será Rey Padre o Rey Emérito

Doña Letizia se ha involucrado en las reuniones de trabajo para delimitar la nueva etapa

La Razón
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Las dependencias del Palacio de la Zarzuela se han convertido en esta segunda quincena de agosto en escenario de unas largas e intensas reuniones de trabajo en las que el equipo de alta dirección que rodea a Felipe VI se enfrenta a un reto crucial. Desde su regreso de Mallorca, donde el nuevo Rey y su familia han disfrutado de diez escuetos días de vacaciones, las seis o siete personas del núcleo duro de la Casa de S.M. el Rey se aprestan a desarrollar las iniciativas sobre transparencia, incompatibilidades, código de buena conducta, promoción de empresas españolas en el exterior y regulación de regalos a aceptar, que deberán estar aprobadas el 31 de diciembre de 2014 y entrar en vigor a principios de 2015. La preocupación de los máximos responsables del Palacio de la Zarzuela, incluido el nuevo Jefe del Estado, por supuesto, es que esas normas se redacten con todas las garantías de fiabilidad, no contengan ningún tipo de errores y estén listas en el plazo señalado sin demoras de ningún tipo. Fuentes del Palacio de la Zarzuela aseguran que Don Felipe llega a las reuniones con ganas y también con muchas ideas. Lo de cumplir con el reto de que la Monarquía se convierta en un institución renovada para un tiempo nuevo, que anunció el día de su proclamación en el Palacio de las Cortes, es para él un compromiso ineludible que piensa llevar a cabo por encima de todo. Le va en ello su credibilidad y la confianza de los ciudadanos españoles. Para cumplir con ese reto, el Rey no da nada por hecho y algunos de sus hombres de confianza hablan de que está dispuesto a revisar cualquier detalle y acabar con la práctica conocida como la del «banco pintado», que se da mucho en el Ejército. Consiste en mantener a una persona de guardia junto a un banco al que se acaba de dar una mano de pintura para advertir de que nadie se puede sentar sobre él porque se mancharía pero, por costumbre o desidia, no se retira esa guardia después de un tiempo prudencial y se mantiene por pura inercia después de cumplida su función.

En las largas reuniones se debaten asuntos que pueden parecer menores pero que no lo son, como acordar una denominación para los antiguos Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía y evitar que cada uno use la que se le ocurra. ¿Se les debe llamar a partir de ahora el Rey Padre o la Reina Madre? ¿O usar como pasa en otros países el término de Reyes Eméritos? También entran en esas sesiones o «tormenta de cerebros», en las que el nuevo Rey pide que cada uno de los presentes sugiera o aporte sus ideas y que dejan exhaustos a más de uno o de dos de los miembros del actual equipo de Felipe VI, los debates sobre las actividades que se van a asignar a partir de ahora a los anteriores Reyes. En el caso de la Reina Doña Sofía, lo lógico es que ella mantenga activa su fundación, que colabora desde hace años con algunas organizaciones no gubernamentales, y que siga con su labor en el centro de atención integral del alzheimer que contribuyó decisivamente a levantar en Vallecas. Pero, sin embargo, se plantea si será conveniente que la Reina Doña Letizia empiece a asumir algunas de las acciones en apoyo de la cooperación española en países pobres a las que antes dio visibilidad Doña Sofía con gran eficacia y trascendencia de cara a la opinión pública española y extranjera.

También se estudia cómo se va a organizar la agenda del Rey Don Juan Carlos, en la que se da por sentado que se contará con él para determinadas labores de representación diplomática en el extranjero, aunque no de forma obligatoria en todas las tomas de posesión de mandatarios internacionales, y también en algunas misiones de empresarios españoles en países del exterior. Los militares, entre los que Don Juan Carlos mantiene su prestigio, al mismo tiempo que goza de enorme afecto, quieren seguir viendo al anterior Monarca en sus actos representativos sin menospreciar, como es lógico, la importancia de la presencia del actual Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, el Rey Felipe VI. En cuanto a los ayudantes de campo que seguirán al servicio del actual Jefe del Estado, Don Felipe mantendrá en total a seis –dos de Tierra, dos de la Armada y dos de Aire–, junto con un guardia civil. Don Juan Carlos mantendrá tres de sus ayudantes, uno de cada cuerpo del Ejercito, algunos de una muy larga trayectoria profesional con el anterior Monarca.

La Reina Doña Letizia se ha involucrado en algunas de esas reuniones, en las que se buscan fórmulas eficaces de mostrar su acercamiento al pueblo español, con sinceridad y sin demagogias. Rey y Reina son conscientes de que ésa es la auténtica clave de bóveda para ganarse el afecto y el respeto de un pueblo que todavía necesita recuperar la autoestima perdida en la larga y dura crisis, cuyas consecuencias aún sigue padeciendo.