Elecciones generales
El alto precio de blanquear a Otegui
¿Quién o quiénes le han puesto la alfombra roja a los antiguos proetarras de EH Bildu, los que se llamaron Herri Batasuna o Batasuna a secas? Anoche tuvieron el resultado a tan, según algunos expertos, desacertada maniobra. Es la consecuencia de «blanquear» a la formación de Arnaldo Otegui, a cambio de una investidura y la convalidación de unos decretos-leyes.
EH Bildu no tuvo buenos resultados en 2016, con una notable pérdida de votos con respecto a los comicios generales del año anterior (más de 30.000 votos en el País Vasco y casi 4.000 en Navarra), pero el nuevo escenario político que surgió de la citada moción de censura contra Mariano Rajoy, que apoyaron sin dilación, abrió un panorama inédito. Los casi 257.000 votos (210.000 del País Vasco y el resto de Navarra, al 98 %), que se traducen en la consecución de cuatro diputados y un senador (todos en el País Vasco), puede que no vayan a ser decisivos a partir de ahora para la constitución de un Gobierno a nivel central, pero en el País Vasco y Navarra, así como en el resto de España, supone un aldabonazo, en especial para los que durante cuatro décadas tuvieron que sufrir el terrorismo de la banda etarra.
Durante la campaña, ya se le veía a Otegui absolutamente «sobrado». Nada más y nada menos que ofrecía un muro para evitar que España fuera gobernada por la «extrema derecha».
El antiguo etarra y hoy coordinador de EH Bildu, le ofreció este regalo envenenado a Pedro Sánchez, que se ha hartado de asegurar que no pacta con independentistas, cuando la realidad, por lo ocurrido en la Diputación Permanente del Congreso, y la convalidación de los decretos-leyes, demostraba justo lo contrario.
El dirigente «abertzale» no ha podido disimular durante la campaña el «subidón» que le produjo todo aquello y, aunque ha moderado algunas de sus expresiones (se supone que después de haber recibido alguna de las misteriosas llamadas desde Madrid) se ha presentado poco menos que como uno de los árbitros de la política nacional. Sus tradicionales reivindicaciones, estancadas, sin margen de maniobra, encontraban un nuevo cauce, pensaba.
Porque Otegui no ofrecía el muro (anda que no les critican a otros al proponer este tipo de edificaciones) por nada, sino a cambio de cosas muy concretas: autodeterminación, versus independencia; libertad de los presos políticos y, como guinda «progresista», políticas sociales de progreso.
A este respecto, si uno se lee la última propuesta que EH Bildu colgó hace unos días en su página web, las referencias incómodas para Sánchez habían desaparecido: «queremos construir una sociedad justa y digna que proteja a las personas».
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