La amenaza yihadista
El día a día en Ripoll: «Aquí sigue habiendo jóvenes que quieren ser muyahidines»
Los vecinos alertan sobre la radicalización de un grupo de chicos del entorno de los terroristas del año pasado
Los vecinos alertan sobre la radicalización de un grupo de chicos del entorno de los terroristas del año pasado.
Se cumple el primer aniversario de los atentados y Ripoll, la pequeña localidad gerundense que, sin saberlo, fue el nido de la célula yihadista que sembró el terror en Barcelona y Cambrils hace un año se llena de periodistas con ganas de charlar con los vecinos del pueblo. «Aquí nadie quiere hablar y los que dicen que hay buena convivencia y que este año ha ido todo bien, mienten porque tienen miedo. Lo del “no tinc por” es mentira y lo de que los moritos estén integrados es mentira». Habla una joven del pueblo, una «morita», como ella misma se define, que ha sufrido de cerca el rechazo que hubo hacia la comunidad musulmana de Ripoll (un 6% de la población) tras conocerse que todos los terroristas del año pasado eran del pueblo. Una de sus hijas, la más pequeña, sufrió «bulling» al inicio de curso. «Le decían “marroquina terrorista” y le daban de lado aunque llevamos toda la vida en el pueblo; de hecho, ella es española porque ya nació aquí. Fui al colegio a hablar con la directora y me decían que no podían hacer nada si no sabían quién había dicho eso pero es que la niña no iba a chivarse». La madre de la pequeña resta importancia al comentario que le hicieron a su hija: «Los niños no tienen la culpa, repiten lo que oyen en casa».
Desde el ayuntamiento de la localidad, sin embargo, no tienen constancia de este tipo de incidentes. Montsina Llimos es concejala y responsable del «Nuevo modelo de convivencia de Ripoll», una iniciativa impulsada desde el consistorio tras los atentados de cara, principalmente, al inicio de curso. «Se hizo porque siempre hay cosas que se pueden mejorar pero no porque antes se hubiera hecho algo mal. Los terroristas no estaban en guetos, estaban integrados: no hicimos nada mal». Así, Llimos niega ninguna situación de este tipo en los colegios: «Se hizo un seguimiento muy exhaustivo en los centros educativos en colaboración con la Consellería de Educación y se ha impartido formación específica a los profesores en este sentido». Llimos explica que desde el principio pensaron que lo mejor era abordar el tema, y recomendaron a los profesores que hablaran de ello, no esconderlo para evitar que se convirtiera en algo tabú. «Cualquier profesor podía venir a pedir asesoramiento si no sabía cómo resolver alguna cuestión de este tipo», sostiene. La concejala califica la reacción de los vecinos de «ejemplar» y asegura de forma tajante que no se ha producido «ninguna pelea ni detención» pero tampoco «ninguna discusión» en la localidad «sobre lo acontecido». En la calle, sin embargo, no piensan igual. Además de estos comentarios a los niños marroquíes en el entorno escolar, al parecer, también se habría dado algún momento de tensión fuera del colegio. Una mujer que vive muy cerca de unos campos de fútbol asegura que ha sido testigo de varios encontronazos.
«Aquí donde se juntan los chicos para jugar al fútbol, donde ellos jugaron tantos partidos (en referencia a Houssa y Moussa, dos de los cinco abatidos en Cambrils) hasta que un año antes ya lo dejaron porque se habían radicalizado, ahí también ha habido algún problema. Es normal, lo que pasó fue muy fuerte y los chavales ya sabes como son. Sí he escuchado algún “eh, tú, a ver si te vas a inmolar” dirigido a algún marroquí cuando éste se enfadaba porque no le habían pasado bien el balón, por ejemplo. La verdad es que han sufrido mucho aguantando estos comentarios». Y aunque la mayoría de los jóvenes musulmanes de Ripoll están plenamente integrados en la localidad, van al instituto, hablan catalán y tienen amigos españoles, hay algún reducto, al parecer, que gusta menos a los vecinos. Y es que algunos vecinos sostienen que aún hay jóvenes radicales en el pueblo que incluso ya han sido investigados por la Policía. En una conversación grupal mantenida en la terraza de un bar de la plaza del Ayuntamiento, en voz baja, hablan sobre el tema: «La gente tiene miedo por eso. No decimos que fueran del grupo de los hermanos que prepararon los atentados pero estaban muy cerca de ese entorno», dice una familiar de uno de estos chicos.
«A lo mejor sí eran ya radicales pero como tuvieron que hacerlo a la desesperada quizás no avisaron a todos o hubo alguno que, al morir el imán y no haber nadie al frente de los preparativos, se echó para atrás porque ya no tenía que rendirle cuentas», opina su pareja. Otro considera que «éstos aún no eran del grupo, creo que son sólo los que murieron y los que están en la cárcel. Éstos a lo mejor eran la cantera, el imán había empezado a comerles la cabeza pero para que actuaran dentro de un tiempo. Dicen que en el lavado de cerebro tardan un par de años. Yo creo que les dejó en una fase inicial». Lo que está claro es que estos chicos siguen paseando por el pueblo y que hacen alarde en redes sociales no de un radicalismo extremo («porque saben que es delito», explica un conocido de uno de estos chicos) pero sí ponen frases en sus perfiles del tipo «Barcelona te esfumaré, próximo capítulo». «Yo sé que la Policía le ha preguntado a este chico por eso y él les ha dicho que será un problema de la traducción porque lo pone en francés».
Lo que sí ha visto mucha gente joven de Ripoll es cómo llegado el cumpleaños de los terroristas hubo alguno de estos chicos que les felicitaron en su muro de Facebook. «Hay muchos que les tienen por héroes y no les importaría imitarles», dice un compañero del Abat Oliba, el instituto del pueblo. Este joven también asegura haber sido testigo de comentarios despectivos a algunos compañeros de origen magrebí. «Al principio alguno si decía “eh, yo no me siento a su lado que me da miedo, a ver si me va poner una bomba”. Lo dicen como de broma pero es que Houssa también parecía normal, y el Moussa igual, y luego mira».
Una de las razones por las que creen que los terroristas comenzaron a seguir las instrucciones del imán es porque les agasajaba con caprichos. «Yo veía ahí mucho dinero. Chavales tan jóvenes con ropa y móviles caros....no sé. Y es que lo mismo pasa con éstos de ahora, los que decimos que estaban a las puertas de entrar, yo veo mucho dinero ahí y así empiezan a convencerles», dice la madre de un marroquí de 20 años y que hace tres cree que intentaron captar. «Se le juntaba mucho un hombre mayor, le compraba cosas, en Ramadán siempre le daba algún regalito... no sé, hablaba demasiado con él pero se lo dije: mi hijo tiene 17 años, tú cuarenta y tantos, ¿qué haces siempre haciéndote su amigo? No quiero que lo hagas. Y se alejó de él». También han notado los vecinos la proliferación de parejas muy jóvenes formadas por chico marroquí y chica española: «Alguna ya va por ahí con velo y se cree musulmana. No se dan cuenta de lo racistas que son ellos y te lo dice una marroquí.
Se creen que las van a llevar a Marruecos y que se casarán con ellas y no es así. Nunca las aceptarán». Porque muchos creen que la integración no es una realidad en Ripoll: «Los terroristas del año pasado igual. Es mentira que estuvieran integrados: siempre fueron los moros del pueblo, como lo somos ahora y siempre lo serán. Eso va a ser así toda la vida».
El juez Andreu ya les está investigando
Afortunadamente, no sólo los vecinos de Ripoll se han dado cuenta de que en la localidad sigue habiendo jóvenes simpatizantes con el yihadismo. Los Mossos d’Esquadra alertaron al juez de la Audiencia Nacional que lleva la investigación de los atentados de Barcelona sobre el «proceso de radicalización» de un joven de Ripoll que fue compañero de trabajo de Younes Abouyaaqoub (el terrorista que condujo la furgoneta por la Rambla)
cuando ambos estaban contratados por una empresa de Gombrén. El informe sobre Mohamed A., de 21 años, fue remitido al juez Fernando Andreu y éste, a su vez, solicitó a Instituciones Penitenciarias el pasado mes de mayo que confirmara si el joven visitó en la cárcel a los únicos dos terroristas en prisión provisional por estos hechos: Driss Oukabir y Mohamed Houli. Los Mossos habían notado «cambios significativos en su conducta y en varios ámbitos de su vida» ya que «se ha alejado de su entorno más cercano» y habrían detectado en él cambios «indicadores de un proceso de radicalización», según el informe policial.
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