El discurso del Rey

«El Rey es el jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia (...)», según figura en el artículo 56.1 de la Constitución. Con este precepto arranca el título consagrado a la Corona, una institución que siempre ha incomodado a algunos sectores políticos. El último en sumarse a las críticas ha sido el líder del PSC, Pere Navarro, que ha pedido la abdicación de Don Juan Carlos. El socialista deja entrever que el Rey no está capacitado para dirigir el timón de España, ahora que no atraviesa su mejor momento de salud y anda pendiente de la causa contra su yerno, Iñaki Urdangarín. Pero, ¿no le preocupará de verdad que el monarca luche para que el barco no se hunda? ¿No le preocupará que cumpla su papel? Basta con bucear en las hemerotecas para comprobar que la defensa de la unidad

–discutible para Navarro– es una constante en los últimos discursos del Rey. «Sólo superaremos las dificultades actuales actuando unidos (...). Lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas», aseguraba en una carta en su web en septiembre.

Aparte de insuflar ánimos al país, en sus alocuciones navideñas recientes también ha hecho hincapié en esta idea. Hace dos meses, reivindicaba «la fortaleza de España como nación de Europa e Iberoamérica». Un año antes, recalcaba que la institución que capitanea iba a seguir «haciendo todos los esfuerzos necesarios en favor de la convivencia integradora». En esta línea, en la cita de 2010, afirmaba que España es una «gran nación, orgullosa de su pluralidad y diversidad, integrada en la Unión Europea». En 2009, también la calificaba de «gran nación», en esta ocasión «de larga historia e inmenso patrimonio» y marcada por «la rica diversidad consustancial a su mismo ser». La Navidad anterior, coincidiendo con el 30º aniversario de la Constitución, el Rey defendía lo logrado y reclamaba «planteamientos integradores y solidarios» para dar esperanza a los españoles.