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El etarra Lasarte podrá vivir junto a sus víctimas
Sólo ha cumplido 19 de los casi 400 años de condena
Sus condenas son anteriores a 2005, cuando las órdenes de alejamiento empezaron a imponerse a los terroristas
El etarra Valentín Lasarte, que ayer salió de prisión tras cumplir casi 19 de los casi 400 años de cárcel a los que fue condenado –entre otros por el asesinato de Gregorio Ordóñez– no tiene ningún impedimento judicial para vivir en el mismo municipio donde residan algunas de sus víctimas. Al ex miembro del «comando Donosti» no se le impuso orden de alejamiento alguna en sus condenas, pues no fue hasta diciembre de 2005 cuando la Audiencia Nacional empezó a incluir en sus sentencias a terroristas la obligación de no residir en las localidades de sus víctimas durante un determinado periodo de tiempo tras salir de prisión (normalmente cinco años).
Extinguida su condena, se podría repetir por tanto la situación que se vivió en mayo de 2013, cuando el arrepentido Lasarte pasó uno de sus polémicos permisos penitenciarios en el municipio navarro de Lodosa. Y es que en el cuartel de la Guardia Civil al que el etarra debía acudir a firmar por orden judicial prestaban servicio tres agentes que fueron víctimas de un atentado perpetrado por el «comando Donosti», al que pertenecía Lasarte. La resolución judicial le obligó entonces a disfrutar de ese permiso fuera del País Vasco para no herir a sus víctimas, una restricción que ahora, una vez ha extinguido ya su condena, no le atañe.
Fue la humillante situación que tuvo que afrontar Pilar Elías, viuda de Ramón Baglietto –obligada a convivir con el asesino de su marido, que abrió una cristalería en un local de su mismo edificio, en Azcoitia– la que hizo reaccionar a la Justicia.
Alertado por el entonces Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo, Gregorio Peces-Barba, el en esas fechas fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, ordenó el 19 de diciembre de 2005 a la Fiscalía de la Audiencia Nacional que incluyese esta medida en sus peticiones de condena a los miembros de ETA. Un alejamiento que impuso por primera vez unos días después la Audiencia Nacional al etarra Diego Ugarte López de Arkaute en la condena a más de 100 años de prisión por el asesinato de Fernando Buesa y su escolta.
Las sorprendentes imágenes de Lasarte, hace un par de años y en el curso de un permiso penitenciario, llegando al cuartel de la Guardia Civil de Lodosa con su mujer y un bebé en cochecito, como si fuera un ciudadano normal, que no hubiera participado en atentados contra otros cuarteles de la Guardia Civil, no se repitieron sin embargo ayer, cuando el asesino de Gregorio Ordoñez y de Fernando Múgica fue puesto en libertad.
La Ertzaintza e Instituciones Penitenciaras no permitieron a los periodistas acercarse a Valentín Lasarte a su salida de prisión y sólo se pudieron grabar imágenes en las que se le ve en el interior de un Peugeot 206 blanco conducido por su mujer, cuando ya abandonaba la cárcel alavesa de Zaballa. Eran las ocho y veinte de la mañana y quien fuera miembro del «comando Donosti» no se volvió a mostrar en público.
Natural de San Sebastián, hace veinte años que no vuelve a su ciudad natal, ya que en los permisos penitenciarios se le obligaba a mantenerse a distancia de sus víctimas y eligió la localidad navarra de Lodosa para pasar unos días con su mujer y su hijo, concebido en prisión. Lasarte tiene en común con otros compañeros de «comandos» terroristas el haber formado una familia mientras estaba en la cárcel, lo que le permite reconstruir su vida al salir en libertad como si las condenas a cientos de años de cárcel fueran una anécdota del pasado.
No estaba previsto ningún recibimiento a Lasarte. Este preso etarra es considerado por ETA un «disidente», por sus críticas a la continuidad de la «lucha armada». A pesar de ello, nunca colaboró con la Justicia. En un juicio en 2014, evitó incriminar a su ex compañero de «comando» Juan Ramón Carasatorre, alias «Zapata», en el asesinato del brigada del Ejército Mariano de Juan Santamaría el 10 de abril de 1995, alegando haber olvidado detalles del atentado, ya que había «dejado atrás esa etapa» de su vida.
Con siete asesinatos sobre sus espaldas, Lasarte lleva años expulsado de ETA, organización de la que formó parte muy activamente al mando de quien fuera jefe «militar» a mediados de los noventa, Javier García Gaztelu, «Txapote». Fue uno de los primeros presos de ETA que aceptaron un puesto de trabajo en la cárcel en contra de las consignas de la banda terrorista.
La libertad de Lasarte fue duramente criticada, no sólo por las víctimas, especialmente la hermana de Gregorio Ordóñez, sino también por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quien se mostró disconforme con las consecuencias de la derogación de la «doctrina Parot», porque «a algunos – dijo– les ha salido cada asesinato por nueve o diez meses de cárcel».
Efe
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