Cataluña
El Felipe VI que esconde el Príncipe
Seguramente es más fácil hacer un retrato de la España en la que vivimos, en la que empezará a reinar Felipe VI, que componer un retrato actual del nuevo Monarca. Con frecuencia los libros que se han escrito sobre él se refieren a periodos más o menos acotados de su vida y se detienen menos en los aspectos más recientes de estos últimos años, sin duda los más interesantes para conocer lo que puede hacer, el enfoque que va a dar a su reinado, o cómo va a hacer frente a los retos que se presentarán. Pero hay algunos datos que no fallan y que pueden dar pistas para desentrañar lo que podría hacer el nuevo soberano.
Hace algo más de once años, quizá doce, el Príncipe estaba convencido de que la mujer de su vida, la futura Reina de España, era Eva Sannum. Así se lo hizo ver a sus padres, que le propusieron que consultara con algunas personas esta decisión. Y el Príncipe lo hizo. Desde políticos como Felipe González a catedráticos como Gustavo Villapalos. Para sorpresa del propio Don Felipe, casi todos le dieron calabazas, algunos con argumentos de fondo y otros con un supuesto conocimiento de la persona, cosa que en ningún caso se daba. El que se encargó de dar la estocada final fue José María Aznar, presidente del Gobierno entonces, que utilizó ambos argumentos. Así las cosas, Don Felipe rompió con la modelo noruega que, años después, contrajo matrimonio en su país de origen.
Pero aquel episodio dejó su poso en el Príncipe, y no porque le contrariaran las opiniones de todos aquellos españoles –que fueron unos cuantos–, sino porque pensaba que someter una elección como aquella al concurso de tantas personas no era bueno. Además, estaba el papel de los medios de comunicación que, prácticamente desde el primer momento, se lanzaron contra Sannum, justificando sus críticas en todo tipo de argumentos que no es necesario recordar. Así las cosas, algunos dijimos que, cuando el Príncipe tuviera otra novia, nos enteraríamos por el anuncio oficial del compromiso. Y casi ocurrió así.
Los rumores aquellos días se iban intensificando. No en vano, Letizia Ortiz era de la profesión y, por mucho que sus amigas protegieran aquel noviazgo, era fácil que –con otros amigos– insinuaran aquella relación con otros compañeros. Total, que la cosa estaba a punto de ser publicada por varios medios cuando se produjo el anuncio sorprendente. Aún recuerdo cómo consulté en las horas previas a uno de sus biógrafos, que descartó el compromiso recordándome que la entonces presentadora estaba divorciada, por lo que no era posible aquel enlace. Precisamente era lo que Don Felipe quería evitar: que el debate mediático diera al traste con esta nueva relación. Y el compromiso se anunció. Y ahora va a ser la nueva Reina de España.
Si recuerdo aquel episodio, bastante conocido por todos, es para poner de manifiesto algo que caracteriza al Príncipe: su determinación. Cuando toma una decisión ya pueden caer chuzos de punta que no se moverá de ella. Cuando era niño, su madre, Doña Sofía, y sus hermanas le llamaban «Carlos V» por aquel rasgo de su carácter. Sabían lo difícil que era manejarlo y, mucho menos, doblegarlo. Por eso cuando, más recientemente, Artur Mas quiso hacer un distingo entre la actitud del Rey frente al soberanismo y el referéndum catalán y la actitud más conciliadora –aparentemente– del Príncipe, el corte le vino directamente de Don Felipe, que, aprovechando uno de sus viajes a Cataluña, quiso no sólo no desmarcarse de su padre –convaleciente entonces–, sino dejar claro para el futuro cuál era su actitud: las leyes y la Constitución. Y es que Don Felipe sonríe mucho. Es lo que siempre debe hacer, por otro lado. Pero no debe confundirse esa actitud con falta de firmeza o de carácter.
Otra característica de Don Felipe es el silencio y la discreción. Me atrevo a decir que en este punto sin duda ha salido a su madre. Don Juan Carlos, en cuanto se rompe el protocolo de cualquier reunión, empieza a hablar de personas y cuestiones con una gran sinceridad, dando –a veces excesiva– confianza a sus interlocutores. Don Felipe no es así. Sirva como ejemplo que, a lo largo de todos estos años que ha tenido trabajando a sus órdenes, como encargado de su secretaría personal, a Jaime Alfonsín, no se le recuerda ninguna opinión o declaración que pudiera aclarar o explicar alguna actitud u opinión del futuro Rey. Hubiera sido hasta lógico que éste filtrara alguna idea o comentario sobre el cuñado de Don Felipe Iñaki Urdangarín y sus actividades, también para salvar la persona del Príncipe. Pero no lo hizo. Y no lo hizo porque Don Felipe no es así. Don Juan Carlos ha hecho comentarios en privado, pero Don Felipe no. Y no porque su opinión sea más benévola. Sencillamente no es así.
Escuchar. Don Felipe es una máquina de escuchar. En eso no ha salido a Doña Sofía, que siempre opta por preguntar, quizá también para evitar que le pregunten a ella. Don Felipe escucha. No tiene la intuición de su padre en lo que a las personas se refiere, pero quizá por eso escucha. Se ha reunido, junto con la Princesa, con escritores, periodistas, políticos, empresarios de su generación, intelectuales, deportistas... Lo que todos dicen cuando recuerdan esas comidas o cenas es que Don Felipe se dedica a preguntar de todo: de su trabajo y también por cuestiones de actualidad: «¿Y tú, cómo ves esto? ¿Qué te parece aquello otro? ¿Qué os parece esta decisión?». Sin duda eso hace sentirse importantes a sus interlocutores, pero lo hace fundamentalmente porque le interesa su opinión. De hecho, a veces Don Felipe interrumpe la disertación con otra pregunta o pidiendo aclaraciones. Escucha de verdad.
Modernizar. Alguien podría pensar que el desarrollo de la página web de La Zarzuela es obra del equipo de prensa de la Casa. Y es así. Pero Don Felipe ha empujado desde el primer día el desarrollo de esta web, sus cambios y la inclusión de opiniones de los visitantes desde el primer día. También, y más recientemente, la presencia en las redes sociales, pero eso es algo en lo que llevaba metido mucho tiempo. En este aspecto ha empujado también Doña Letizia, y algunos colaboradores como Jordi Gutiérrez, que estuvieron en la Casa y que la dejaron en un momento dado.
Y me gustaría destacar otra característica del carácter de Don Felipe que se hará notar en su actividad. No es miedoso, pero le gusta controlar las situaciones. También lo digo porque alguien ha sugerido que podría darse una bicefalia entre los dos Reyes –Don Juan Carlos y Don Felipe–, sobre todo porque compartirán el mismo techo en La Zarzuela.
No conocen a Don Felipe. Sin duda consultará a su padre, pero que nadie tenga dudas de que las decisiones serán suyas. Va a mandar en lo suyo desde el primer día por dos motivos: porque sabe y porque está en su carácter. Y estará en todo lo que concierne a su Casa. Se verá en los colaboradores que elija desde el primer día.
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