"Incidencia pública"

Nacho Corredor y Adrián Jofre: «Los políticos tienen un incentivo perverso a traicionar los pactos»

Publican "Incidencia Pública. El poder en el siglo XXI" y advierten de que "cada vez es más difícil que cualquier proyecto o norma se haga con el disenso social"

Nacho Corredor y Adrian Jofré
Nacho Corredor y Adrian JofréGonzalo Perez

Ambos son fundadores de beBartlet. Publican «Incidencia pública. El poder en el siglo XXI» (Arpa), con el que quieren concienciar de la importancia de la sociedad, unida, como principal impulsora de los cambios.

¿Quién debería leerse su libro?

Adrián Jofre: La dedicatoria del libro comienza diciendo: «A todas las personas que dedican sus vidas a lo público, a las cosas compartidas». Es para aquellas personas que trabajen en causas, ideas o valores y crean que pueden tener un impacto positivo en el conjunto de la sociedad. Empresas que tienen un propósito, políticos, estudiantes, periodistas, a todos los que tengan una vocación de transformación y de participación en nuestra democracia.

¿Es una manera de recordar a la sociedad que su voz sí que importa y tiene resultados?

Nacho Corredor: El derecho de participar es un derecho constitucional, pero parece que tenemos interiorizado el derecho al voto y la representación institucional pero no tanto cómo vehicular el conjunto de la representación de la ciudadanía en el proceso de elaboración de las normas.

Algunos partidos quieren que se pueda bajar la edad para la presentación de propuestas legislativas. ¿Lo ven necesario?

N.C.: El reto para mejorar la participación no tiene que ver tanto con el derecho del voto como con el empoderamiento de la ciudadanía, siendo consciente de que tiene la capacidad no solo de votar sino de construir y condicionar las políticas públicas que les afectan. En España hay muchas plataformas público-privadas que están participando de la transformación de algunas leyes. Cada vez más los cambios no van a venir solo por las propuestas de los partidos o de las empresas sino por la capacidad de las personas de poner una causa encima de la mesa.

A.J.: Al igual que hay un turno de oficio para garantizar la legítima defensa, ¿debería existir un turno de oficio de consultoras de incidencia pública para poder influir y defender esas causas? Yo creo que sí debería ocurrir.

¿Qué discurso echan en falta en algunos empresarios?

A. J.: Nosotros somos empresarios y no es que echemos en falta un discurso determinado de los empresarios, sino que echamos en falta una élite más comprometida con nuestra democracia, como ha ocurrido con otros periodos históricos en el país. Consideramos que las élites empresariales del país deben tener un compromiso activo con nuestra democracia y no es suficiente con aportar un buen servicio al mercado que nos haga la vida mejor. También esos líderes empresariales deben pasar a ser líderes sociales. Y tenemos ejemplos: cuando una empresaria de la banca , como Ana Patricia Botín, asumió su visibilidad y en un programa habló de la importancia de la transición ecológica, metió un tema en la agenda que no era tan evidente como ahora. Es un ejemplo de élite comprometida.

Hablan de la negociación como recurso. ¿Los políticos saben negociar?

N. C.: Sí saben negociar, lo que tenemos que generar es que quieran negociar no solo entre ellos sino con la sociedad que va más allá de las instituciones. En los momentos más críticos se hizo y se cerraron una decena de acuerdos entre sindicatos, empresarios, agentes sociales, donde sin una de las partes no se habrían logrado.

A. J.: Creo que nuestros políticos saben negociar y negocian muy bien, el problema es que hay un incentivo perverso a traicionar esos acuerdos y pactos. Es más noticiable un disenso que estar de acuerdo. Además, las elites políticas no han generado muchas dinámicas de confianza probablemente porque no hayan compartido muchos espacios de socialización conjunta y traicionarse es muy barato.

¿La incidencia pública es molesta para el poder?

N. C: El poder cada vez dura menos, está más repartido y es más transparente. Lo que permite desatascar una situación es que lo que propongas cuente con la legitimidad de un sector. Han pecado de tener un modelo de subsistencia y las empresas tienen que tener la capacidad de mirar hacia fuera. Por ejemplo, la cuestión de los niños no se explica hoy sin Save de Children. Eso debería ocurrir cada vez más con la transición tecnológica, o empresas que producen por ejemplo solo energía verde. Cuando nos vienen a ver compañías del ámbito energético les recomendamos que conozcan a los sectores donde van a convivir con su modelo de negocio. Allí donde las empresas no implican a la sociedad, hay oposición.

¿Y qué se hace ante el abuso de poder?

N. C.: La realidad es que, en este terreno, cuando hay oposición social no se está pudiendo hacer . Por ejemplo: cambiar el coche de la noche a la mañana sin ayudas. Eso implica hacerlo de espaldas a la sociedad a la que te quieres dirigir y genera una sensación de ganadores y perdedores y provoca movimiento social.

A. J. : Los estándares mínimos y legales ya no son suficientes. Es necesario tener ese permiso que llamamos la «licencia social». Nosotros construimos esas legitimidades sociales. La ciudadanía busca empresas capaces de generar esa convivencia.