PSOE

El plan Iglesias: «asaltar» la calle para acallar la división interna

El líder de Podemos quiere reivindicarse como oposición al PP pero también ante los suyos, que cuestionan su estrategia

Pablo Iglesias en una imagen de archivo en La Morada, fábrica de estrategias de Podemos
Pablo Iglesias en una imagen de archivo en La Morada, fábrica de estrategias de Podemoslarazon

El líder de Podemos quiere reivindicarse como oposición al PP pero también ante los suyos, que cuestionan su estrategia

La «vuelta a la calle» de Podemos preconizada recientemente por Pablo Iglesias es una «vuelta a los orígenes» no sólo para el partido sino también a nivel personal para el propio Iglesias. «Es el terreno donde más a gusto se encuentra. Lleva haciéndolo toda la vida», relata un compañero activista de su etapa en las Unión de Juventudes Comunistas de España. Después de que la estrategia en las instituciones haya resultado un fiasco para Podemos tras la dimisión de Sánchez –y la cada vez más cercana abstención del PSOE–, el partido de Iglesias se encuentra ante la necesidad de transmutarse apenas dos años después de su asamblea fundacional. Y el secretario general ya ha definido cuál será el nuevo vector principal de su proyecto político: la creación y el fortalecimiento de «espacios de contrapoder» para estar «dónde la gente sufre politizando el dolor». «Cómo sucedió al comienzo de Podemos, Pablo volverá a vampirizar y ponerse al frente de los movimientos sociales para dar alas a su candidatura y volver a intentar su asalto al cielo», dice su ex compañero, activo en el 15-M y en los primeros pasos de Podemos y ahora desencantado con su deriva. «La visibilidad que ahora les niegan los medios, donde ahora ya no son la novedad sino uno mas, la van a buscar ahora que les conviene en la calle».

El cambio de orientación en Podemos escondería por tanto un fracaso, la constatación de que la entrada en las instituciones de la formación morada se ha convertido en una rémora y no un trampolín para su crecimiento electoral una vez finalizado el ciclo electoral con dos ramplones resultados en Galicia y, sobre todo, en País Vasco. De esta manera, la legislatura caliente que Podemos pondrá en marcha contra el PP es también una toma de postura frente a la oposición –tibia y cómplice según la retórica de Iglesias– que llevará a cabo el PSOE. Pero también existe una lectura interna sobre este viraje estratégico: el «ruido en la calle» de Podemos tiene la virtud de poner en sordina y hacer desaparecer de los titulares la crítica falta de cohesión interna del partido. Íñigo Errejón y el problema de bicefalia que genera casi diariamente su portavocía en el Congreso centraron la actualidad mediática de Podemos durante la pasada semana hasta el motín en el CIE de Aluche. Desde entonces no ha vuelto a hablarse del tema. La dinámica de lucha y «enseñar los dientes» en la calle beneficia al estilo más bronco de Iglesias frente al más templado y dialogante de Errejón, en principio más eficaz en los pasillos del Congreso. Este cambio de juego del secretario general puede también entenderse, por tanto, como un intento de dejar fuera de juego a su díscolo número dos.

Teniendo todo esto en cuenta, difícilmente puede sorprender la cercanía –casi simpatía– con la que Iglesias describió el altercado vivido el miércoles en la Universidad Autónoma en el que 200 jóvenes radicales obligaron a la seguridad de la UAM a improvisar barricadas con baúles para impedir la entrada a la sala donde debía haberse celebrado la conferencia de Felipe González. «Habla bien de la salud democrática de nuestro país. Mucho orgullo de que haya estudiantes así», dijo.

Las imágenes de los encapuchados de la Autónoma evocan de manera inequívoca además la del que ya ha pasado a las hemerotecas como el primer acto público de Pablo Iglesias: el homenaje a los abogados de Atocha –en noviembre de 1995, cuando el ahora secretario general del partido tenía 17 años– durante el que cierto adolescente encapuchado, alzado por sus compañeros, colocó un ramo de flores en memoria de los asesinados. Igualmente conocida también es la presencia de Iglesias, en 2001, en las protestas anti sistema de Génova con motivo de la cumbre del G-8 en esta ciudad italiana. «Nosotros vamos a seguir en la calle, vamos a seguir movilizándonos llevando a cabo prácticas de desobediencia civil en la calle. Y las balas no van a detenernos», dijo en aquel entonces el actual secretario general de Podemos en una de sus primeras apariciones en televisión.