España

El Rey espera que los partidos reaccionen

El Monarca, durante su discurso de Navidad en una sala del Palacio de la Zarzuela
El Monarca, durante su discurso de Navidad en una sala del Palacio de la Zarzuelalarazon

Zarzuela contaba con el alto nivel de audiencia del discurso de Nochebuena, por lo que Don Felipe buscó mostrarse como un referente para marcar las pautas de la vida pública

El mensaje de Navidad del Rey a los españoles fue seguido por 8,2 millones de espectadores, consiguiendo un 73,4% de la cuota de pantalla. Según estos resultados, distribuidos por la fuente de referencia de la audiencia televisiva Kantar Media, el discurso de Felipe VI ha sido el más seguido en los últimos seis años. Desde la Casa del Rey prefieren no hacer ninguna valoración al respecto –según conversación mantenida con este periódico–, pero es obvio que sí contaban con estas cifras, ya que se trata del «debut» navideño de Don Felipe en las únicas palabras que pronuncia de forma completamente independiente –el Gobierno no interviene en ellas, a diferencia de otros discursos–. Cada una de ellas ha sido analizada con lupa desde que el equipo de la Casa del Rey comenzó a trabajar en él, de forma más exhaustiva, a la vuelta de la Cumbre Iberoamericana de México. La prioridad para el Monarca en este mensaje ha sido la misma que la de su reinado: conectar con los ciudadanos para que se identifiquen con él. Así, en su puesta en escena, el Jefe de Estado se presentó como uno más, sentado en una silla –sin mesa delante– en un ambiente informal de una sala de espera en La Zarzuela y con fotos de su familia. Esta búsqueda de familiaridad y limpieza de imagen hizo que la bandera de España no estuviera «pegada» a él, como sí sucedía en los mensajes de Don Juan Carlos, sino que se colocó en un extremo de la sala con un sillón de por medio. Hecho que, desde algunos sectores, ha sido duramente criticado.

Don Felipe ha buscado en el lenguaje un impacto directo y llamar a las cosas por su nombre, más allá del tono del habitual mensaje institucional. Erigirse en un Rey que no gobierna y que no toma posición por ningún partido político, pero que sí se involucra como garante de la unidad y de la estabilidad de España.

«Hay que atajar de raíz la corrupción», pidió el Rey. Una llamada a las conciencias a la que los partidos políticos no han tardado en sumarse, ya que tanto desde las filas populares como socialistas han coincidido con Don Felipe en que la corrupción es uno «de los grandes problemas» de España.

Los primeros pasos del reinado de Felipe VI no han ido desencaminados –de cara a la valoración de la opinión pública que se refleja en las encuestas–, pero sí los ha empañado la resolución judicial del juez Castro de sentar a la Infanta Cristina en el banquillo de los acusados, por mucho que Don Felipe haya tomado toda la distancia posible respecto al proceso judicial de su hermana, facilitada por la abdicación de su padre, como es el hecho de que su hermana ya no forme parte de la Familia Real, sino de la Familia del Rey, que ya no reciba ninguna asignación económica por parte de los Presupuestos Generales del Estado o que no desempeñe ninguna actividad oficial para la Casa. Por su parte, el Rey ha dado un paso más y se ha significado con iniciativas claramente dirigidas a que no haya un nuevo «caso Nóos», como lo es el que ningún miembro de la Familia pueda desempeñar una actividad profesional paralela a la oficial.

Pero la situación judicial de Doña Cristina no es la única rémora de la que Don Felipe se ha querido desligar, sino que se ha alejado de cualquier aspecto que pueda enturbiar su imagen. Ejemplo de ello es el nuevo código de conducta y de régimen de regalos para evitar presentes que sobrepasen la cortesía, para evitar regalos que durante décadas ha estado recibiendo la Familia Real, como los dos Ferrari de 2011 a cargo del primer ministro de Emiratos Árabes y que han dado mala prensa a la Corona, sobre todo a raíz de la crisis económica.

Una vez «limpio» de cualquier achaque, el Rey se ha visto legitimado para situarse del lado del ciudadano de a pie en su discurso de Nochebuena.

Y uno de los primeros requisitos es que a uno se le entienda. En un gesto inédito, el Jefe de Estado arriesgó al mencionar directamente la palabra «Cataluña» para hablar del problema que se vive en la comunidad autónoma, y no hacer una mera llamada a la unidad del país. Este gesto le ha generado las reacciones contrarias de los partidos separatistas, pero el Rey ha entendido que si la Corona quiere volver a ser una de las instituciones más valoradas debe significarse con el país.