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Casa Real

El Rey se reúne con el IBEX y ex políticos para pulsar su visión de los pactos

Todos abogan por una gran coalición de las fuerzas tradicionales, PP y PSOE con el apoyo de Ciudadanos, como mejor solución para evitar la inestabilidad del país

El Rey Felipe VI en una audiencia en el Palacio de la Zarzuela larazon

Todos abogan por una gran coalición de las fuerzas tradicionales, PP y PSOE con el apoyo de Ciudadanos, como mejor solución para evitar la inestabilidad del país

14 de enero, un día después de que se constituyan las Cortes. Los españoles ven que el recién elegido presidente del Congreso, Patxi López, entra en La Zarzuela para entregar a Felipe VI la lista de candidatos de las 15 fuerzas políticas con representación parlamentaria, con los que se reunirá para proponer después a López al escogido que intentará formar Gobierno. Una imagen, eso es lo que ven los españoles. La semana anterior, la del juicio de la Infanta Cristina, del 4 al 8 de enero, ni siquiera la tuvieron: el Jefe de Estado no tuvo ningún acto oficial. Ninguno.

Una estrategia de la Casa del Rey basada en que el Jefe de Estado no dé un titular que no sea el institucional. Ni un titular que pueda dar lugar a equívoco, porque la Corona tiene mucho en juego en este tablero político incierto de pactos entre partidos que intentarán gobernar a toda costa. Pero lo que no trasciende es que ese mismo día que Patxi López visita La Zarzuela, mientras los periodistas se afanan en escribir sus crónicas oficiales tras la audiencia, el Rey se encuentra dentro del Palacio con un grupo de personas de distintos sectores, con las que pulsa la situación y evalúa las diferentes opiniones sobre el convulso panorama político y el impacto que está teniendo en España. Y no sólo dentro de nuestras fronteras. Además de dicha reunión, este periódico ha podido saber, a través de fuentes diplomáticas, que desde las instituciones europeas se ha hecho llegar a la Corona la preocupación por la repercusión en el resto de Europa de la inestabilidad política de un país de la importancia dentro de la zona euro como es España. Principalmente, el temor por la amenaza del fantasma de Grecia y Portugal, que sobrevuela sobre el resto de la Península Ibérica en caso de que finalmente se imponga un frente de izquierdas formado por el PSOE, Podemos e IU. «El flujo de información entre las embajadas y las cancillerías europeas con las españolas es constante», informan. No sólo Europa está pendiente de que no se rompa la estabilidad política en España, sino también la Casa Blanca. No en la misma medida, ya que nuestro país no es uno de los mercados emergentes conocidos como BRICS (Brasil, Rusia, India o China), ni tampoco su principal interlocutor en la UE, pero, según datos del Ministerio de Asuntos Exteriores, Estados Unidos es el principal inversor en España, con un 21% del total, frente a Reino Unido (9%) y Francia (9%) y, por lo tanto, un socio importante. No en vano, Obama invitó el pasado verano a su Despacho Oval en la Casa Blanca a Felipe VI para analizar las relaciones bilaterales entre ambas naciones. Según explican, la diplomacia estadounidense ha estado en contacto con Zarzuela para analizar el escenario político, que al gobierno centrista y liberal de Obama no le interesaría que virara hacia posturas radicales.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, hizo un llamamiento a la estabilidad de forma pública el pasado viernes. Abogó «lo antes posible» por un Gobierno «estable» en nuestro país y «que esté a la altura». Juncker descartó «dar consejos en público, porque nunca son escuchados», pero aseguró que «en despachos cerrados» su mensaje a España se centra en la necesidad de estabilidad, si bien no especificó cuál debe ser la composición del futuro Ejecutivo de la XI Legislatura.

A nivel nacional, según informan fuentes del IBEX 35, se está trasladando al Rey que la mejor solución es un gran Gobierno de coalición entre las dos fuerzas políticas mayoritarias, PP y PSOE, con el apoyo de Ciudadanos. Los gerifaltes de las principales compañías del país han mantenido reuniones privadas con Don Felipe, ya que observan cómo la inestabilidad política en nuestro país influye en los inversores extranjeros a la hora de apostar por España, se paralizan los proyectos y se desconfía de la Bolsa. Motivos tienen: el IBEX ha perdido en enero más que en todo 2015: un 12,08% desde las elecciones generales, y un 10,5% en las dos últimas semanas.

Estos encuentros que mantiene Don Felipe están asesorados y dirigidos por el Jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín. «Todo pasa por sus manos», aseguran. Hombre de confianza del Rey desde su más tierna infancia, forman un «tándem» infranqueable para el que no todo es economía ni política: el Monarca no descuida un sector crucial, espejo del funcionamiento de las instituciones con el poder de la opinión en su mano: los medios de comunicación. Los directores de los principales diarios también han tenido conversaciones con el Jefe de Estado. No han sido pocas las voces que le han pedido al Rey que «se moje» más, y que haga un llamamiento a la responsabilidad en aras del equilibrio político. También que en sus discursos se perciba una mayor intencionalidad, no como en el día de la Pascua Militar del 6 de enero, en que Don Felipe centró su mensaje en el terrorismo y no hizo referencias políticas.

Pero cruzar la línea que limita los movimientos del Rey constitucionalmente es muy fácil y peligroso. La Carta Magna le otorga una función de árbitro y moderador de las instituciones, en la que se le exige neutralidad política. En su primera «carta de presentación» como Rey, el día de su proclamación en el Congreso de los Diputados, hizo alusión a la «independencia de la Corona, su vocación integradora ante las diferentes opciones ideológicas» que, matizó, «le permiten contribuir a la estabilidad de nuestro sistema político». En román paladino, no puede manifestar públicamente, ni que se lea entre líneas, la preferencia por ningún color político.

En apenas un día, desde el 21 de diciembre hasta el día 22 en que se grabó, Felipe VI y su equipo de asesores se enfrascaron en la redacción del mensaje más esperado desde su proclamación en 2014: el de Navidad de este año. Tan significativo como sus palabras fue el escenario que escogió por primera vez desde que Don Juan Carlos ostentara la Corona en 1975: El Palacio Real en lugar de La Zarzuela para reivindicar los logros conseguidos por el país, que la gran mayoría se han fraguado dentro del edificio que pertenece Patrimonio Histórico, como lo es el Acta de adhesión de España a las comunidades europeas. Desde allí, el Jefe de Estado abogó por el consenso y el diálogo, pero sobre todo, pidió a las fuerzas políticas que en sus decisiones primase el interés general por encima de sus intereses particulares. Ironías de la vida, un año antes, en el mismo mensaje, aseguró que España nunca había disfrutado de una situación política «tan estable».

Es el momento para Don Felipe de encabezar, como máximo representante de los españoles, un cambio político determinante para España con el Trono recién ocupado, exactamente igual que le sucedió a su padre. Sólo que en sentido inverso: mientras que Don Juan Carlos focalizó la Transición en asentar el sistema bipartidista que se ha mantenido durante 40 años de democracia, Don Felipe tiene que arbitrar un escenario con cuatro partidos decisivos en la elaboración del «puzzle» parlamentario. Fuentes cercanas al Rey Emérito explican que, aunque se mantiene en un segundo plano en su despacho en el Palacio Real para dejar maniobrar a su hijo, está en contacto con Don Felipe, quien le pide asesoramiento y le lleva puntualmente un dossier informativo. Don Juan Carlos conoce muy bien la función de un Rey en estas circunstancias: junto a Adolfo Suárez construyó la Monarquía constitucional que impera en nuestros días, de la misma manera que influyó posteriormente en el final de la carrera del político. Sabe en qué aguas puede nadar un Jefe de Estado.

El próximo lunes, el Rey comenzará la ronda de contactos con los líderes de los 15 partidos políticos con representación parlamentaria; comenzando por Pedro Quevedo, de Nueva Canaria, y terminando con el presidente en funciones, Mariano Rajoy. En estas conversaciones Don Felipe constatará la intención de los partidos en cuanto a apoyos de investidura y acuerdos políticos. Se prevé que proponga a Mariano Rajoy, ya que encabeza la lista más votada, y a partir de aquí podría producirse el pacto de gran coalición entre el PP, PSOE y Ciudadanos. En caso de que Rajoy no obtenga el respaldo suficiente, el Rey tendrá que volver a nombrar candidato. Y la segunda opción no parece, de momento, muy alentadora para la Monarquía española. El frente de izquierda que Sánchez pretende montar entre su partido, Podemos e Izquierda Unida, implica la unión de tres grupos que no son monárquicos, aunque otra cosa es que entre sus objetivos de cambio se encuentre la Corona.

A pesar de que no sea así, el partido de Iglesias atenta contra los principios de unidad que defiende el Jefe de Estado, ya que una de sus propuestas «estrella» es convocar un referéndum por la independencia en Cataluña. Rivera ha supeditado su abstención en la votación en el Congreso a la investidura de Sánchez a que no selle un acuerdo con Podemos, por lo que si cumple su palabra, Sánchez necesitará apoyos en su ambición por llegar a La Moncloa. Aunque hasta el momento no ha puesto públicamente sobre la mera la posibilidad de llamar a la puerta de partidos nacionalistas, los guiños de esta semana a los partidos secesionistas han alarmado al resto de partidos constitucionalistas, como es que haya prestado senadores a la candidatura de Convergencia, DiL, y a ERC para que tengan grupo propio en la Cámara Alta, o que Sánchez llamase ayer al recién investido presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para presentarle su voluntad de diálogo. Estos gestos de acercamiento afectan a la Corona, ya que, independientemente de sus pretensiones separatistas, Puigdemont no prometió fidelidad al Rey en la toma de posesión de su cargo, y ERC le ha «plantado»: será el único partido que no vaya a La Zarzuela la semana próxima para reunirse con Don Felipe.

Paralelamente, la actitud del PSOE hacia la Casa del Rey es más que interpretable: Sánchez le afeó al Monarca no haberse reunido con la presidenta del parlamento catalán, Carme Forcadell, cuando ésta solicitó una audiencia para comunicarle la investidura de Puigdemont, y Patxi López ha rebajado la trascendencia del papel de Don Felipe a la hora de proponer candidato en una entrevista con el diario «El Mundo». Con este panorama por delante, Zarzuela ha modificado el «modus operandi» habitual en la ronda de contactos: en los comicios de 2011, tras los que Don Juan Carlos también mantuvo reuniones con los líderes políticos, los interlocutores hablaron desde el Palacio. Y ahora no será así: lo harán desde el Congreso, dando más peso político que institucional a las conversaciones. Hay mucho en juego.