Cataluña
El voto de la izquierda se queda huérfano
El actual escenario electoral, estable y dominado por el centro derecha desde junio de 2016, tuvo precedentes más volátiles, con preponderancia de la izquierda en las elecciones de 2008 y 2015 y por el centro derecha en las de 2011.La izquierda española llegó a sumar el 47,7% del voto en las elecciones generales de 2008 o el 46,4% en las generales de 2015. Desde entonces ha iniciado una senda de caída que le llevó al 43,8% en las últimas elecciones generales y al 39,9% en el sondeo de NC Report para LA RAZÓN publicado al comenzar esta año 2018.
Pero es durante esta última década cuando ha habido importantes cambios de correlación de fuerzas en el seno de la izquierda, en 2008 el PSOE representaba el 43,9% del voto y a su izquierda, IU tan solo el 3,8%. Pero la crisis económica y la gestión de los socialistas de la misma hizo que en las elecciones de 2011 el PSOE cayese al 28,8% del voto e IU, prácticamente se duplicara, alcanzando el 6,9% del voto. Pero no es hasta las elecciones de 2015 en las que se constata el inicio de una nueva época para la izquierda española. IU prácticamente vuelve al porcentaje de 2008 con el 3,7% de los votos, mientras que el 43,9% del voto socialista de 2008 se divide en dos; el 20,7% para la nueva fuerza política Podemos y el 22,0% que retiene el PSOE. De 2008 a 2015 la izquierda española pasó del 47.7% al 46,4%, pero el PSOE que acumulaba el 92,0% de los votos de izquierdas, obtuvo en 2015 solo el 47,4%, mientras que IU y Podemos se repartían el 52,6% de las papeletas rojas.
2015 supuso el debut de Podemos en unas elecciones generales y logró sumar, junto con IU, 6,1 millones de votos, frente a 5,5 de los socialistas, que en 2011 llegaron a contar con 11,3 millones. En las elecciones de 2015, Pedro Sánchez recibió 5,8 millones de votos menos que Zapatero, mientras que Iglesias se estrenó en el Congreso de los Diputados con una cifra muy similar de votos a la que pierde el PSOE; 5,2 millones de votos.
Pero las elecciones generales de 2015 marcan el principio de una nueva etapa en la política española, el crecimiento del centro derecha y el retroceso de la izquierda. Con matizaciones, dentro del centro derecha el PP inicia un lento descenso compensado con un incremento de Ciudadanos, mientras que en la izquierda Podemos experimenta fuertes caídas acompañadas de suaves repuntes del PSOE. Los descensos del PP son compensados con creces por Ciudadanos, mientras que el declive de Podemos no es compensado con la mejora del PSOE.
Podemos, junto con IU, ha pasado en dos años, del 24,4% del voto y 6,1 millones de votos, a tan solo el 17,5% del voto y 3,5 millones de votos. En estos veinticuatro meses los de Iglesias se han dejado en el camino 6,9 puntos porcentuales y 2,6 millones de votantes. Pero los socialistas tan solo han sido capaces de recuperar 0,6 millones de votantes. Los de Sánchez han dejado escapar dos millones de votos, un enorme capital de electores que permite al centro derecha contar con una expectativa de voto ante un adelanto electoral que le permitiría obtener la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados y ampliar aún más en el Senado. Y que, a tan sólo dieciocho meses de las elecciones municipales, autonómicas (en 13 CCAA) y europeas, pronostica la pérdida de ayuntamientos, diputaciones y autonomías ahora en manos de la izquierda.
Desde su estreno en las elecciones generales de 2015, el partido morado ha ido menguando. El declive de Podemos tiene tres fases bien definidas. La primera se registra a tan sólo seis meses de las elecciones generales de diciembre de 2015. Tiene lugar en las elecciones generales de junio de 2016. Unidos Podemos y sus confluencias pasan de 6,1 a 5,1 millones de votantes. Pierden un millón de papeletas. El PSOE no aprovecha la situación, pues en este mismo periodo de tiempo pasa de 5,5 a 5,4 millones de votos. La razón principal de la caída de Podemos es el doble error estratégico de impedir la investidura de Sánchez y la alianza electoral con IU.
El segundo momento de descenso llega como consecuencia de Vistalegre II, con el giro radical y la purga de los miembros más moderados del partido. Han transcurrido tan sólo siete meses desde las elecciones generales de 2016 y pierde otros 0,8 millones de votantes. Pero los socialistas siguen sin aprovecharse de la circunstancia. Tras Vistalegre II los morados acumulan 1,8 millones de votantes menos que los que tuvieron en las elecciones de 2015.
El tercer gran tropiezo de Podemos comienza a gestarse en el verano de 2017, en plena ofensiva secesionista en Cataluña, y tiene su desenlace en las elecciones catalanas de diciembre. La posición cómplice de los morados es castigada por su propio electorado, tanto en Cataluña como en el resto de España. Los de Iglesias retroceden hasta los 3,5 millones. Su caída acumulada desde 2015 es ya de 2,6 millones. Pero es en esta segunda mitad de 2017 cuando el PSOE, ya alineado con el 155, empieza a recibir votantes de Podemos por primera vez. Al iniciarse 2018 el PSOE ha recibido un aporte extra de 599.000 votantes morados. Los socialistas comienzan lentamente a remontar, lo que permite compensar las pérdidas de Podemos y mantener a la izquierda en una expectativa de 8,7 millones de votos, aunque lejos de los 11,6 millones de las elecciones generales de 2015.
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