Elecciones generales
Casado remonta en el cara a cara
Sánchez se pierde bajo la presión del centro derecha y de Iglesias, que adopta un papel muy institucional, por la izquierda Rivera se excede en la sobreactuación en su obsesión por ocupar todo el espacio.
Sánchez se pierde bajo la presión del centro derecha y de Iglesias, que adopta un papel muy institucional, por la izquierda Rivera se excede en la sobreactuación en su obsesión por ocupar todo el espacio.
Anoche se repartieron de nuevo cartas en el debate electoral de Atresmedia. Pablo Casado remontó posiciones. Albert Rivera aguantó, pero con un esceso de sobreactuación y de estrés por deajrse oír en todo que se vuelve en contra en este tipo de debates. Y Pedro Sánchez se perdió bajo la presión del centro derecha y de Pablo Iglesias por la izquierda, en un perfil casi más institucional que el candidato socialista.
Otro marco de discusión más flexible menguó el margen de los candidatos para esconderse en el argumentario de partido y sortear los principales temas de la campaña con eslóganes de mitin. Los moderadores Ana Pastor y Vicente Vallés utilizaron con habilidad la pregunta y la repregunta para sacar de sus casillas a los contrincantes y facilitar que entraran en juego temas incómodos o abordados en la víspera con la superficialidad que está marcando la campaña. Todos elevaron los decibelios y también cayeron mentiras en el fragor del debate. En el que la sombra de Vox sobrevoló como un tsunami agazapado a la espera del próximo domingo.
Sánchez había tenido tiempo para prepararse una respuesta a la pregunta de los pactos, y ante el cerco del lunes de Iglesias, ayer dejó caer que prefiere no pactar con Ciudadanos para agitar con más fuerza el fantasma de «las dos derechas y la derecha extrema». Fue el más fiel a su estrategia, obediente con el consejo de su oráculo electoral de que se guarde las espaldas en un segundo plano. Tampoco arriesgó para resolver los puntos débiles que le acompañan en estas elecciones: sus alianzas pasadas y de futuro y la gestión de Cataluña.
El vacío sobre el interrogante respecto a los indultos a los presos independentistas, una vez que haya condena firme, creció como un agujero negro porque a primera hora de la mañana el presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán, se había descolgado en una entrevista con Carlos Alsina, en Onda Cero, con el anuncio de que según lo que él tenía hablado con Sánchez, éste no tenía intención de indultar a nadie. Y si no lo decía, según Lambán, era por estrategia electoral. La estrategia no cambio anoche.
Sánchez salió a guardar la ropa y perdió espacio con ello, con más sobreactuación en la puesta en escena de su discurso de las «tres derechas». Más al ataque, menos con su socio de censura y futuro socio de gobierno, Iglesias. Para salir vivo su marco volvió a ser la derecha o él, y aprovechó el formato de Atresmedia para ser menos rígido e interrumpir más a sus rivales. Tergiversó el discurso del PP sobre la violencia de género e incendió cualquier tipo de acuerdo de Estado incluso en esta materia. Casado le replicó: «No tiene ninguna superioridad moral para dar lecciones en esta materia».
En el bloque de la derecha Casado era el que llegaba en peores condiciones, y aunque oficialmente el mensaje de la dirección del PP había sido subrayar su teórica satisfacción con el resultado del «primer partido», lo cierto es que anoche el candidato popular corrigió su exceso institucional y la obsesión por sostener un tono sorprendentemente moderado para pasar más al ataque.
El resultado del debate del lunes le obligó a ser más agresivo para ganar relevancia con urgencia y evitar que ser moderado volviese a suponer estar ausente. Casado dejó de soltar mensajes aprendidos, pensados para ser eficaces quizás para su electorado pero que dejaron el campo abierto a Rivera, y anoche improvisó más, fue más natural y entró en el cuerpo a cuerpo.
Con Sánchez hábilmente, pero también contra su principal rival en estas elecciones, el candidato de Cs, aunque en algún momento le pesó la herencia del Gobierno del PP. El debate de anoche sí fue una competición a cara de perro entre Casado y Rivera por ver quién embestía con más fuerza al bloque de la izquierda y a sus potenciales socios, el independentismo. Casado intentó proteger la apariencia presidencial sin arriesgar tanto como Rivera. El riesgo de este último era morir del éxito, y anoche tuvo sin duda menos espacio para confrontar con Sánchez. Se excedió en agresividad, y eso que anoche todos subieron la tensión.
Iglesias corrigió la incoherencia de abusar de la Constitución desde su oposición al régimen del 78, y buscó ser efectista sin separarse del perfil del «sentido común», menos mitinero y radical, pero esforzado en la competencia por la izquierda con el PSOE para fijar el voto de los suyos. Le benefició la decisión del candidato socialista de huir todo lo posible del cuerpo a cuerpo con él.
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