Política

Audiencia Nacional

ETA mantiene su operatividad en Francia a la espera de decidir si vuelve a atentar

Uno de los dos detenidos era de Segi, tres de cuyos miembros han pasado a la clandestinidad

La Razón
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Las detenciones realizadas el pasado viernes por la Gendarmería en el centro de Francia demuestran –según fuentes antiterroristas consultadas por LA RAZÓN– que Segi, las juventudes proetarras supuestamente autodisueltas el año pasado, sigue siendo el «semillero» de la banda terrorista.

Cuando sus miembros deciden huir o pasar a la clandestinidad, como ha ocurrido recientemente con tres de ellos, es para integrarse en la organización criminal.

Es el caso de Urtzi Echeberria, que fue identificado ayer como el segundo etarra arrestado por la Gendarmería. Este individuo, que huyó de su domicilio después de haber sido absuelto por la Audiencia Nacional, lo que demostraría su voluntad de integrarse en ETA, era el que llevaba encima el revólver Smith and Wesson 357 magnum, procedente del robo cometido, en octubre de 2006, en pleno alto el fuego, en una armería de Vauvert por un «comando» de la banda criminal.

En el año 2005, Echeberria fue acusado de ser miembro de la red que distribuía el boletín interno de ETA («zutabe»). En junio de ese año, se presentó ante la Audiencia Nacional e ingresó en prisión. Permaneció encarcelado hasta febrero de 2006, en que quedó en libertad bajo fianza. En 2007 fue juzgado en la Audiencia Nacional y absuelto de la acusación de ser el responsable de dicha red.

Tres documentos falsos

Echeberria, al igual que el otro arrestado, Andoni Lariz, pertenecía al «aparato logístico-militar» de la banda terrorista, sin que, según las citadas fuentes, ninguno ocupara puestos de responsabilidad en la organización. Sin embargo, disponían de tres juegos de documentaciones falsas (de Francia, Alemania e Italia), algo que la banda sólo facilita a los militantes que están plenamente integrados en sus estructuras.

Las detenciones de Lariz y Echeberria demuestran que ETA mantiene su operatividad en Francia, a la espera de conocer el resultado del debate que se ha celebrado en el seno de la banda terrorista desde marzo a diciembre del año pasado sobre la vuelta o no a la «lucha armada». El tono, cada vez más amenazador, de los comunicados que emiten ETA o las organizaciones de su entramado, que exigen al Gobierno una negociación sobre los presos, hace temer a los expertos que los cabecillas terroristas, independientemente de lo que hayan dicho los militantes en el citado debate, opten por realizar algún acto de fuerza, con el fin de presionar al Ejecutivo para conseguir sus objetivos.

A este respecto, subrayan que ETA, después de haber perpetrado el atentado contra uno de los aparcamientos de la T-4 del aeropuerto de Barajas, en diciembre de 2006, afirmó, en un comunicado, que esta acción criminal no suponía la ruptura del alto el fuego, sino que entraba dentro de la lógica, ya que el «proceso» no avanzaba. Más o menos lo mismo que vienen repitiendo en dichos comunicados. Si ETA no se ha disuelto y entregado las armas, ha sido, precisamente, para mantener su capacidad de amenaza y de cometer más atentados.