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Feijóo se aparta y desata la guerra por la sucesión de Rajoy
Hace volar las previsiones de Génova y los barones al anunciar que no se presenta al cónclave
Hace volar las previsiones de Génova y los barones al anunciar que no se presenta al cónclave.
El miedo creciente a que Alberto Núñez Feijóo diera un paso atrás animó ayer desde primera hora el baile de precandidaturas al Congreso del PP de julio para decidir la sucesión de Mariano Rajoy. La noticia se confirmó a las ocho de la tarde, el «favorito», aquel a quien daban por ganador en el Congreso, el «sucesor natural», como le habían bautizado dentro del PP, había tomado la decisión de dar un paso al lado y no presentarse al cónclave.
Así que el PP cerró la jornada sumido en la incertidumbre total sobre su futuro liderazgo y bajo el miedo de estar a las puertas de una dura batalla sucesoria entre la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. El «no» de Feijóo, que justificó en su compromiso con Galicia, no era una opción que realmente se barajase internamente, aunque las especulaciones habían ido creciendo en los últimos días ante su férreo silencio. No obstante, en el «núcleo duro» de Génova seguían confiando el mismo domingo por la tarde en que formalizaría su candidatura. Mientras que en Galicia crecían las especulaciones sobre su sucesión al frente de la Xunta.
Pero a primera hora de la mañana empezó a confirmarse lo que no se querían creer en el PP. El ex ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo anunció que él tiraba hacia adelante con su anuncio de presentarse al Congreso porque estaba convencido de que el presidente de la Xunta no iba a hacerlo. Y desde el entorno de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, también filtraron por primera vez que estudiaba su candidatura. Movimientos preventivos para el «no» de Núñez Feijóo que contra todas las «quinielas» y los pronósticos se acabó confirmando. En una emotiva comparecencia el político gallego lo justificó en su obligación de ser coherente con la palabra que dio a las gallegos para ganarse su confianza en las últimas elecciones autonómicas. La precipitación de la sucesión de Rajoy le pilla a mitad del mandato gallego, y con un escenario nacional muy complicado. La brusca caída en la oposición exige una revisión de equipos y de proyecto, una urgente preparación de las candidaturas electorales para los siguientes comicios y, además, está la carga de tener que continuar respondiendo a las sentencias judiciales por los casos de corrupción que aún están abiertos en los tribunales. Internamente va a costar digerir la decisión de Feijóo, que fue recibida con especulaciones sobre la posibilidad de que haya pesado el miedo a una guerra sucia desde dentro de su partido para boicotear su candidatura con la «manipulacion», dicen, de hechos de su pasado.
El paso al lado de Feijóo deja de momento al PP como un partido sin aspirantes sólidos a dirigirlo y ante una posible «guerra» sucesoria de imprevisibles consecuencias si no la gestionan bien. Cospedal ha trabajado durante estos días en impulsar la candidatura de Feijóo como salida de consenso, para taponar la de Sáenz de Santamaría y no dar ella el paso al frente. La «número dos» del PP es consciente de hasta dónde llegan sus fuerzas y de la limitación que le supone haber gestionado la defensa del partido ante el «caso Bárcenas» y otros escándalos que tanto han dañado la imagen del PP en estos años. Pero sin Feijóo, y sin candidato interpuesto, en el PP dan por hecho que moverá alguna pieza, «aunque sea a la contra». Cospedal controla mejor el «aparato» del PP. Y de la ex vicepresidenta, que hasta ahora calla, dicen que tendría más apoyo entre las bases y que podría pasar con holgura la primera votación, previa a la de los compromisarios. Cospedal preside esta mañana la Junta Directiva Regional. Desde anoche el PP sí ve factible la candidatura de Sáenz de Santamaría.
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