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Rajoy acepta el encargo del Rey pero no aclara si irá a la investidura sin apoyos
El Gobierno no hará vacaciones y el presidente en funciones iniciará una ronda de contacto con los líderes políticos
El Gobierno no hará vacaciones y el presidente en funciones iniciará una ronda de contacto con los líderes políticos
La ronda de consultas de Felipe VI para la formación de gobierno concluyó ayer con una solución «in extremis» y sólo en lo que afecta al formalismo de la posible convocatoria de una sesión de investidura. Una decisión que busca ganar tiempo y que busca, además, minimizar en la medida de lo posible el desgaste institucional. El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, aceptó el encargo del Monarca de intentar conseguir los apoyos necesarios para sacar adelante su candidatura, pero sin comprometerse a ir al Congreso si no consigue la mayoría necesaria. No hay plazo fijado de antemano, sólo precisó que debe ser «razonable». «Cuanto antes mejor», puntualizó. No fijó fecha, pero dio a entender que debería estar resuelto en las próximas semanas, ya que, a su juicio, estamos sólo ante un problema de «voluntad política». Y esta situación «no puede» afectar a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, que deberían estar en el Congreso a finales de septiembre, ni a la nueva senda de déficit. Antes del 15 de octubre el Gobierno debe remitir a la Comisión Europea el programa que España va a seguir para cumplir con los nuevos objetivos de ajuste del gasto público, y también las nuevas cuentas con el techo de gasto para todas las administraciones.
Consejo de ministro en agosto
Formalmente Rajoy es ya candidato, y esto es lo único que cambia con respecto a la negociación que viene sosteniendo desde el 26-J. El Gobierno no hará vacaciones, se reunirá en Consejo de Ministros los viernes 5, 19 y 26 y el presidente en funciones volverá a abrir una ronda de contactos de inmediato, pública o privada, según la preferencia de sus interlocutores, y al término informará de si está o no en condiciones de formar gobierno. Sus socios preferentes seguirán siendo C’s y PSOE. En las próximas semanas volverá a repetirse el ritual negociador que ya se ha visto desde el 26-J, y según el presidente aclaró será sobre la base del documento que ya remitió a los partidos, sobre el que está dispuesto a introducir cambios, pero que éstos ya rechazaron como base para el diálogo. Rajoy asume que él tiene la mayor responsabilidad, pero traslada también la iniciativa a las demás fuerzas, porque son ellas las que, en su opinión, tienen que decirle su objetivo en esa negociación «programática». Expresamente rechazó el veto a su candidatura, al que sigue aferrado Rivera. Y en éstas, salvo sorpresa o milagro, o un movimiento por alguna de las partes que hoy no se intuye, la nueva negociación se inicia presidida por la confusión y por el escepticismo, al menos si se atiende a lo que han dicho Pedro Sánchez y Rivera después de entrevistarse con Felipe VI.
Rajoy insistió en que quiere gobernar, y en que está dispuesto a hacerlo con sus 137 escaños, pero aclaró que en ningún momento ha dicho que iba a presentarse a la investidura sólo con esos apoyos. La diferencia es que tiene el encargo del Rey, y a partir de ahí va a seguir trabajando para conseguir un Gobierno «lo más fuerte y estable posible». «Las elecciones han quedado atrás, y también las arengas para conseguir votos. No es tiempo de rivalizar, es el momento de construir, de superar las diferencias y de dar la solución que esperan los españoles», advirtió el presidente en funciones.
El PP tiene esta vez la Presidencia del Congreso y esto amplía su margen para controlar el calendario. Pero todo queda abierto y aunque no hay alternativa, según insistió Rajoy, tampoco se ha abierto ninguna rendija que permita intuir que hay margen para que en las próximas semanas se produzca un acercamiento que no ha sido posible hasta ahora. Salvo la presión de unas terceras elecciones que pesa como una espada de Damocles sobre la salida intermedia que ayer salvó Felipe VI entre el planteamiento inicial del candidato popular de no hablar de investidura sin los apoyos necesarios para sacarla adelante y la exigencia que la mayoría de los partidos han trasladado al Monarca para que Rajoy sí se presente al Congreso.
En Moncloa se malician que Sánchez quiere forzar que Rajoy pierda esa investidura, igual que él fracasó con su pacto con C’s, y que detrás de la posición de PSOE y de C’s sólo está el objetivo político de desgastar a su líder. Su conclusión es que si Rajoy va al Congreso sin apoyos, al día siguiente de perder esa investidura tendría que irse. El candidato popular urgió al PSOE y a C’s a que asuman su responsabilidad y no pongan en riesgo la recuperación económica o la respuesta al desafío soberanista. Dos de las razones principales que esgrimió para demandar que se rompa el bloqueo y se le permita gobernar. Rajoy informó al Rey de sus conversaciones con los líderes políticos para intentar sellar acuerdos de gobernabilidad, de las públicas y de las privadas, y de los pactos que ha alcanzado para la Mesa del Congreso. «No podemos permitirnos ir a una nueva legislatura fracasada y a una nueva frustración.
Hay que evitar unas nuevas elecciones y dar cauce a la voluntad de los españoles y ser respetuosos con lo que han expresado en las urnas. Y tenemos la obligación de ofrecer cuanto antes una solución que mantenga la pujanza económica. Nuestra propuesta está abierta al diálogo y al pacto», añadió. Antes de insistir en que está en juego la economía, nuestra credibilidad en Europa, la estabilidad institucional y, además, la urgencia de dar tranquilidad a «nuestros compatriotas» ante el gravísimo desafío secesionista. Pero la nueva ronda de consultas del Rey, la primera de esta nueva legislatura, concluyó con la confirmación de que ni PSOE ni C’s parecen dispuestos a moverse de su posición. Ni por el «hartazgo» social, al que se refirió Rivera, ni por la presión de esta nueva ronda de consultas del Rey, la cuarta desde las elecciones de diciembre. Y aunque Sánchez y Rivera mantuvieron viva la estrategia de pasarse el balón, los dos saben que sin la colaboración de sus partidos no hay margen para que salga adelante un Gobierno del PP. Rivera se refugió de nuevo, además, en la estrategia de recuperar la exigencia de cobrarse con sus 32 escaños, ocho menos que en diciembre, la cabeza de Rajoy. Y Sánchez intentó blindarse con el argumento de que la salida al bloqueo pasa por un acuerdo imposible entre el PP, C’s y los partidos nacionalistas e independentistas.
El bloqueo ahora no es por cuestiones programáticas sino tácticas, de cálculo de partido. Una situación que obliga a poner encima de la mesa las terceras elecciones, aunque todos digan que no las quieren. La batalla sigue librándose alrededor del objetivo de desgastar a Rajoy, no de buscar acuerdos sobre reformas o políticas. Ni sobre el debate de buscar soluciones excepcionales, como la de una abstención generalizada que permita un Gobierno en minoría de PP. Rajoy se ha movido lo justo en este mes, con esa manera de gestionar las decisiones que a veces descoloca incluso a los suyos. «No tiene sentido moverse si no hay interlocutor dispuesto a negociar y a responder a tus cesiones», sentencian en su entorno.
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