Moción de censura

Génova quiere aguantar y los barones piden relevo

Rajoy medirá los tiempos. Ha dejado hacer a sus delfines pero no ha señalado a ninguno.

Génova quiere aguantar y los barones piden relevo
Génova quiere aguantar y los barones piden relevolarazon

Rajoy medirá los tiempos. Ha dejado hacer a sus delfines pero no ha señalado a ninguno.

La moción de censura obliga a Mariano Rajoy a anticipar en su agenda el debate sobre el futuro de su liderazgo al frente del PP o introducirlo si no tenía previsto hacerlo. Tienen un tiempo de resaca para salir del estado de desconcierto. Pero en el partido ya ayer era palpable la reacción de réplica. Está por ver si llega a trascender en público, aunque sin duda llegará de inmediato a Génova aunque allí intentasen mirar hacia otro lado.

Por un lado, es un hecho comprobado que el PP es un partido muy disciplinado, educado así desde la etapa de José María Aznar, y es bastante difícil que cuaje un movimiento contestatario sin complicidad de un referente sólido. Desde que Rajoy llegó a la Presidencia del PP nunca se ha dado esa circunstancia: hubo coqueteos, conspiraciones en la sombra, pero nunca nadie con perfil de rival serio dio el paso al frente contra él por mucho que Esperanza Aguirre y algún otro enredasen entre bambalinas.

Ahora Rajoy tiene que valorar qué es lo mejor para su partido y conseguir que le sigan sin que cuajen fracturas internas que han ido cultivándose en los últimos años, precisamente en buena parte por el pulso para tomar posiciones en la carrera sucesoria. Esto se ha visualizado en la batalla de María Dolores de Cospedal contra Soraya Sáenz de Santamaría, pero detrás hay más tela que cortar. Rajoy ha dejado hacer, sin señalar a ninguna alternativa clara, y esto puede ser una ventaja o un problema.

La gran cuestión inmediata que tienen que resolver es cómo administran los tiempos. Si les conviene una etapa de transición e incluso aguantar hasta las elecciones autonómicas y municipales, para ver cómo sale el sol desde la estrategia de fiarlo todo a que el Gobierno del PSOE sea «un caos destructivo», o, por contra, optan por escuchar la demanda que ya ayer empezaba a moverse en el ámbito territorial.

Rajoy puede contar con que si él decide quedarse, tiene muchas posibilidades de que el partido calle por miedo a que se abra una crisis mayor que todavía desestabilice más sus posibilidades electorales. Pero es una realidad que el pulso entre el deseo del actual equipo directivo de mantener el control y las tensiones territoriales puede abrirles un agujero si no se gestiona bien. «Aquí no habrá refugio para nadie. Es materialmente imposible. El único tema es si Rajoy lo deja todo ya o decide administrar los tiempos con más calma», valoraban ayer en una de las organizaciones regionales del partido.

Por supuesto, a Rajoy y a la cúpula popular les va a costar digerir el mazazo, y lo lógico es que intenten aguantar al menos unas semanas para ordenar la herencia, reflexiona otro alto cargo territorial. «La situación es humanamente muy difícil».

Pero, al mismo tiempo, entre los cuadros regionales y provinciales se puede comprobar que ven «obvio» que se celebre cuanto antes un congreso del PP para recomponer la dirección. En la lógica de partido, los que hoy están en la cúpula popular quieren sostener a Rajoy porque de ello depende su propia supervivencia, e incluso durante un tiempo puede ser una garantía de estabilidad. Pero el golpe ha sido tan fuerte que ese argumento de la estabilidad, frente a la necesidad de tomar oxígeno y reaccionar en el liderazgo de la oposición, no tiene tanto peso como antes del debate parlamentario. «Esperemos que no entren a pelearse por si se queda una o se queda otro. Rajoy tiene que abrir una nueva etapa, y los que están con él deben asumir que son solo marianismo y dejar paso», comentaba por la tarde otro alto cargo territorial, con responsabilidad autonómica.

La primera jornada del debate de la moción de censura dejó una imagen que conmovió los cimientos del partido. Mientras Rajoy, ministros y colaboradores suyos se encerraban en un restaurante cercano al Congreso, la sesión de tarde dejó un enfrentamiento entre Pedro Sánchez, ya con la aureola de futuro presidente del Gobierno, y Albert Rivera que evidenció la estrategia de este último de intentar ocupar el liderazgo de la oposición.

«Si dejamos ese hueco libre entonces sí que estamos muertos. Hay que reaccionar y valorar si podemos continuar siguiendo el mismo modelo que hemos utilizado hasta ahora o tenemos que buscar otro camino. La unidad es muy importante, y hay que mantenerla, pero sin equivocarnos en el camino que cogemos para salir de esta crisis».