La investidura de Sánchez

Hay salidas

Hay salidas
Hay salidaslarazon

El fallido proceso de investidura de Pedro Sánchez abre nuevas oportunidades para salir del bloqueo político en el que nos encontramos, pero quizás sea necesario emplear algo de imaginación. Nadie desea la convocatoria de otras elecciones que posiblemente no cambien la representación política. En grandes números casi en torno a once millones trescientos mil españoles votan a la izquierda, once millones trescientos mil a la derecha y, poco más de dos millones a fuerzas independentistas. Esa es la situación actual que poco puede variar, salvo que alguna sentencia como la de los Eres determine la responsabilidad del PSOE en la corrupción o, los magos de la comunicación nos hagan ver una realidad paralela. Lo cierto es que Pedro Sánchez ha conseguido perder cuatro votaciones de investidura y ganar una moción de censura.

Quizás sea el momento de afrontar una renovación profunda del sistema político español. Una segunda transición que retoque la Constitución y las Leyes esenciales, ajuste las disfunciones y nos permita afrontar el siglo XXI con un sencillo marco jurídico en donde los ciudadanos sean el eje del estado español. Partidos políticos y políticos perderían protagonismo, pese a seguir siendo esenciales en la democracia española. No consiste solo en promover los derechos sociales dentro de las posibilidades económicas, se trata de hacer un Estado más funcional, menos intrusivo en las libertades de las personas y que permita el desarrollo de nuestra nación.

La pregunta es quién debe pilotar ese proceso de reforma constitucional y de ajuste de nuestra democracia. Según nuestra Constitución, el Rey puede proponer a otro candidato a la presidencia, incluso repetir la propuesta de Pedro Sánchez. Todo ello dependiendo de las conversaciones previas del Rey con los líderes de los partidos políticos. Eso sí, la investidura debe celebrarse antes del 23 de septiembre –dos meses desde la primera votación- . Si no fuera así, se celebrarían nuevas elecciones generales.

Existen varias posibilidades, en contra de lo que algún ilustre socialista ha dicho que solo habría una alternativa, la candidatura de Pedro Sánchez.

Es posible aunque improbable que el Rey proponga a alguno de los líderes de la oposición: Pablo Casado (66 escaños) o Albert Rivera (57 escaños). No creo que esta propuesta pudiera salir adelante, ni siquiera con el apoyo de ambos partidos que suman 123 escaños (los mismos que el PSOE) aunque contase con el apoyo de los diputados de Navarra Suma (2 escaños), Coalición Canaria-PNC (2) o incluso de VOX (24 escaños). No creo que ninguno de ellos pueda articular una mayoría suficiente. Habría que convencer al PSOE que se abstuviera, pero después habría que gobernar y aprobar unos presupuestos año a año. Sin embargo, lo más difícil es que aunque PP y Ciudadanos saben que se necesitan mutuamente para sacar adelante los gobiernos en Murcia o Madrid, son rivales a la hora de conseguir el voto de centro derecha. En todo caso, el gran escollo se encontraría en el quién de los dos debería liderar esta opción.

Otra alternativa es buscar a un candidato que no sea líder de los partidos con representación en el Congreso. Alguien con capacidad de negociación, de fuera de la política activa o, de no tan fuera. Una personalidad que no esté actualmente vinculado a ningún partido pero con experiencia de gestión: ex ministros, ex presidentes de comunidades autónomas, personalidades de la economía, la cultura... Alguien sin ambiciones políticas y con sentido de Estado. La lista quizás no sea muy extensa, pero sí suficiente.

Aunque también podría ser un político en activo con sentido de estado, preferentemente un socialista que no esté contaminado por las amistades peligrosas de Pedro Sánchez con los independentistas. Esto es esencial para poder contar con la colaboración del Partido Popular y Ciudadanos. Podría ser un presidente o ex presidente de alguna comunidad autónoma. En este caso se abren dos posibilidades un gobierno en minoría con el apoyo soterrado de PP y Ciudadanos o un gobierno de coalición que afronte la reforma de la Constitución.

Un gobierno de coalición garantizaría 246 diputados de los tres grandes grupos parlamentarios. Se trata de un número suficiente para promover una reforma constitucional, incluso la agravada prevista en el artículo 138 de la Constitución que precisa 2/3 del Congreso. La duda que se plantearía es si en ese gobierno se sentarían los líderes de los partidos políticos – Sánchez, Casado y Rivera-, algo que parece complicado. Dicho en lenguaje popular “muchos gallos en un mismo corral”. Por eso es esencial que la persona propuesta por el Rey tenga el prestigio y la categoría suficiente para tratar de tú a tú a los líderes políticos. Por otra parte la ambición política del candidato debe ser muy limitada para que no sea percibido como un rival de cara a unas elecciones futuras. Su misión es clara: desbloqueo de la situación política y reforma constitucional.

La situación no es fácil, para llevarla adelante es imprescindible que el PSOE no bloquee esta posibilidad y, en todo caso, muchas son las dificultades, pero son salvables. También es importante ponerse de acuerdo sobre los puntos a modificar de la Constitución, sin complejos y buscando el más amplio consenso, pero si sujetarse a chantajes de nacionalistas o extremismos que a última hora pueden descolgarse del consenso.

Busquemos un Presidente del Gobierno dispuesto a afrontar un reto de esas características. Una tarea delicada y compleja que su Majestad debe afrontar después de consultar no solo a los líderes políticos, también a los líderes sociales.