La investidura de Sánchez
Investidura para el desgobierno
Moncloa asume que ERC hará lo que le convenga para lograr la Generalitat y no da nada por cerrado. En el PSOE hay reticencias: «Es pan para hoy y hambre para mañana»
Moncloa asume que ERC hará lo que le convenga para lograr la Generalitat y no da nada por cerrado. En el PSOE hay reticencias: «Es pan para hoy y hambre para mañana»
Esquerra (ERC) tiene en su mano el futuro de Pedro Sánchez. El futuro del Gobierno de España. El futuro de la coalición entre Sánchez y Pablo Iglesias, el clima de su cohabitación y el alcance de la misma. Y ERC hará aquello que entienda que más le conviene para hacerse con el Gobierno de la Generalitat de Cataluña. En esto están de acuerdo las tres partes implicadas –PSOE, Podemos y la propia ERC– en la negociación para sumar con la nueva suma que dejaron los resultados electorales del 10-N. En el Gobierno en funciones creen que pueden engañar a ERC, no quieren casarse con los republicanos, sino que les basta con que les voten la investidura y luego ya veremos.
«Habrá que ver qué pasa», dicen también en el PSOE. Con la ventaja para Sánchez de que la expectativa de gobernar acalla siempre cualquier disidencia y a la hora de la verdad, en público han hablado pocos socialistas y se han movido menos, aunque en el socialismo compartan con la oposición la misma sensación de que el Gobierno que busca Sánchez puede ser «pan para hoy y hambre para mañana» para los intereses del partido.
Tal y como ha echado a rodar el balón, tan pronto se puede pensar que Sánchez lo tiene cerrado con ERC como dudar de esa afirmación. La clave está en las elecciones autonómicas catalanas y en el Gobierno de Cataluña porque una de las pocas cosas claras es que lo que ERC busca de verdad es sustituir a Quim Torra al frente de la Generalitat. Posiblemente incluso cambiar el actual lío y descontrol, que está arrastrándoles a ellos, por un nuevo Tinell con ellos en la Presidencia. Y el problema surge aquí porque para conseguir ese objetivo, primero Torra tiene que convocar las elecciones, y ellos, ganarlas. Los pasos hacia el pragmatismo por parte de Esquerra los han bloqueado los del equipo de Carles Puigdemont. Sus consejerías las han ocupado los CDR, y hasta ahora los CDR han estado siempre dónde y cuándo eran más útiles para los intereses de Torra. El lío que puede querer cambiar Oriol Junqueras por el Tinell ha sumado al equipo de Puigdemont en estas últimas elecciones generales en el Congreso y ha facilitado que en la Cámara Baja entrara la CUP, socio más cómodo en estos momentos para Torra que ERC.
Aunque Sánchez crea que puede conseguir traerse a Esquerra de su lado a un coste cero, lo único seguro es ese principio de que los republicanos harán con el Gobierno de España aquello que más les convenga para su objetivo de hacerse con el Gobierno de la Generalitat en su apuesta estratégica por seguir ampliando la mayoría independentista para forzar una negociación con Madrid.
Sánchez está en manos de Junqueras, en los votos, pero también de Torra, y con el agravante de que el camino elegido le deja sin socios seguros en el lado constitucionalista para actuar si llega el momento de que las cosas se pongan malas y, quiera o no quiera, su cargo institucional se anteponga a sus intereses personales. El camino de la coalición con Iglesias ata su destino al de una Generalitat atascada en un laberinto sin salida. Sin Presupuesto ni orden interno. En este contexto, y por mucho que se habla y se hablará del adelanto electoral, Torra intentará aguantar, y en esto cuenta con el apoyo seguro de Puigdemont. Pero, al mismo tiempo, sin el apoyo de Esquerra están muertos. Lo dicho, un laberinto sin salida y que explica que todo se sostenga en un juego de órdagos en el que es muy difícil entender las negociaciones y las pugnas.
En todo este juego de pulsos cruzados hay un punto que parece bastante claro a simple vista: que Esquerra se abstendría sin acuerdo con el PSOE sólo si llega a pensar que la gran coalición, o algún tipo de acuerdo con el PP, es posible. Pero si como ocurre en estos momentos ERC piensa que la única alternativa que tiene Sánchez es pactar con ellos o repetir elecciones, y que el pacto con el Partido Popular es imposible, entonces se sentirán muy fuertes y lo exigirán todo para dar la investidura. Esto explica que en el socialismo más alejado del acuerdo de coalición con Iglesias sostengan que les convendría hacer creer que el pacto con el PP es posible, aunque fuera para caer una vez más en aquello de decir una cosa y hacer la contraria, en lo que se ha basado la política de La Moncloa desde la noche electoral de abril.
La investidura depende de cómo acabe esta partida de mus. La investidura, porque la gobernabilidad ya son palabras mayores, y en esto también hay coincidencia entre el socialismo histórico y la oposición: no hay estabilidad posible en tanto el Gobierno de España dependa de «estos locos». Sánchez sigue fantaseando, o al menos es su mantra, aunque sea consciente de que es inviable, sobre la idea de que una vez que se instale de nuevo en La Moncloa podrá sacar adelante sus iniciativas con unos o con otros. Porque siempre habrá algo que podrá ofrecer para construir una mayoría alternativa. Bien para complacer por la derecha, bien para hacerlo por el flanco de la izquierda rupturista, y con Podemos dentro del Gobierno. Donde están por una razón principal, que trasciende las cuestiones programáticas o la ocupación del poder. La dirección de la formación morada cree que sólo dentro del Gobierno socialista puede sobrevivir electoralmente a este contexto. El papel de costaleros externos ya lo probaron tras la moción de censura, como ellos mismos recuerdan, y «casi nos lleva a la ruina». «De aquello sólo ganó Sánchez. Por eso ahora toca probar otro camino. Y el pulso se ha ganado».
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