El desafío independentista
Jordi Sánchez ya lleva cuatro compañeros de celda en 40 días
Instituciones Penitenciarias ha abierto un expediente al líder de la ANC por ocultar cartas en paquetes remitidos al exterior del centro.
Instituciones Penitenciarias ha abierto un expediente al líder de la ANC por ocultar cartas en paquetes remitidos al exterior del centro.
El líder soberanista Jordi Sánchez ya ha tenido cuatro compañeros de celda en apenas 40 días, desde que ingresara en prisión provisional el pasado 16 de octubre por orden de la magistrada de la Audiencia Nacional Carmen Lamela, según han confirmado a LA RAZÓN fuentes penitenciarias. El presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), incansable en su pedagogía de los postulados independentistas, ya agotó la paciencia de uno de sus compañeros de celda diez días después de ingresar en el centro penitenciario de Soto del Real (Madrid), que pidió que le cambiaran de compañero harto del plúmbeo proselitismo de Sánchez. Pero con anterioridad, según confirman esas mismas fuentes, el presidente de la ANC ya pidió que le asignaran otro recluso porque el primero con el que compartió celda, un empresario asturiano, fumaba. Como la normativa de Instituciones Penitenciarias ampara el cambio de celda en este supuesto se le asignó una distinta.
En esa segunda, como se ha apuntado, tampoco encontró al compañero definitivo por su insistencia en ilustrar al otro recluso sobre las bondades del «procés». A la tercera no fue la vencida. El interno elegido entonces, catalán como Sánchez, no llegó a pedir el traslado, «aunque también estaba harto». Un episodio de vértigo obligó a trasladarle antes a la enfermería del centro y Sánchez estrenó el cuarto, y hasta ahora el último, compañero de celda, un interno suramericano, que por ahora se sobrepone al «bucle melancólico» del líder soberanista, que esas mismas fuentes califican de «cantinela continua» en pro del proyecto independentista. Al líder de la ANC –investigado por sedición– ya le han colgado en el centro la etiqueta de interno «de convivencia problemática».
Sánchez se quejaba el pasado viernes –en una carta enviada desde prisión publicada en el diario Ara– de los días «realmente fríos» que pasa en Soto del Real, «al pie de la Sierra madrileña», porque en las celdas «no hay radiadores». «No hay radiadores porque el sistema de climatización es por aire», replican fuentes penitenciarias, que consideran «particularmente cínico» que el líder soberanista critique las condiciones de un centro «con unos estándares de habitabilidad a la altura de los más avanzados de Europa» y «no mostrase la misma hipersensibilidad cuando era adjunto del Síndic de Greuges y se encargaba de supervisar el estado de las prisiones catalanas». Entonces, subrayan, «no consta que denunciara las condiciones de la Cárcel Modelo de Barcelona, extraordinariamente masificada y donde hasta cuatro y cinco personas compartían celda y había galerías con 600 internos».
Incluso apuntan que cuando el pasado 25 de octubre le visitó en prisión el actual Síndic de Greuges (el Defensor del Pueblo catalán), Rafael Ribó, en una conversación informal le habría comentado a un funcionario que desconocía que la Generalitat tuviese competencias sobre las prisiones catalanas.
No usa ropa de la prisión
En su carta desde la cárcel, Sánchez pide que alguien explique a la Fiscalía belga –que en el trámite de extradición de Puigdemont preguntó a España pormenorizadamente por las condiciones de las prisiones de nuestro país– «que en las celdas no hay radiadores y que en los espacios comunes los pocos que hay, de momento, son decorativos».
Como el resto de reclusos (la mayoría rechaza vestir la ropa que brinda el centro y prefiere utilizar su propia indumentaria), tiene derecho a enviar a sus familiares paquetes de ropa para lavar (si no quiere utilizar la lavandería industrial de la prisión), pero Sánchez –confirman esas mismas fuentes– ha intentado ocultar cartas en esos paquetes para que lleguen al exterior fuera del cauce habitual. Por este motivo, la dirección del centro penitenciario le ha abierto un expediente.
Al no tener las comunicaciones intervenidas (la juez Lamela acordó su ingreso en prisión provisional comunicada y sin fianza), sus cartas no son revisadas por los funcionarios. Él, en todo caso, se muestra suspicaz y por lo que pueda pasar ha buscado un método alternativo para hacer llegar extramuros de Soto del Real sus impresiones. Pero esos paquetes «se revisan tanto a la entrada (en el caso de los que le remiten de fuera) como a la salida», por lo que los funcionarios de Soto del Real se dieron cuenta de la argucia.
Respecto al incidente que vivió Sánchez el pasado domingo en primera persona cuando un interno agredió a otro, las fuentes consultadas apuntan que el líder de la ANC «no corrió peligro alguno en ningún momento». Como cada domingo, explican, Sánchez acudió a misa, a diferencia de Jordi Cuixart (el presidente de Òmnium Cultural, el otro puntal soberanista en la sociedad civil), «donde coinciden reclusos de distintos módulos». Entonces, un interno dominicano se dirigió a un compatriota «simulando darle un abrazo, pero aprovechó para cortarle en el cuello con un artefacto que había construido montando dos cuchillas de afeitar sobre el mango de plástico de un cubierto». El agredido tuvo que ser trasladado al hospital para que le dieran unos puntos, recuerdan, pero Sánchez «no corrió ningún riesgo, como los otros 200 internos que asistían a misa».
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