Doctrina Parot

La «casera» que ayudó en los atentados al comando Madrid

La «casera» que ayudó en los atentados al comando Madrid
La «casera» que ayudó en los atentados al comando Madridlarazon

Sin su contribución, los pistoleros no habrían podido actuar en la capital

Inés del Río Prada, sobre cuya libertad o continuidad en la cárcel va a debatir la semana que viene el Tribunal Europeo de Estrasburgo, ocupó, dentro de ETA, un puesto fundamental para que los «comandos» a los que perteneció pudieran cometer atentados, con el resultado de una veintena larga de asesinatos.

Esta etarra, por su aspecto de joven normal, que pasaba, en principio, inadvertida, fue elegida por la banda para organizar las infrestructuras necesarias para que los pistoleros encargados de perpetrar materialmente las acciones criminales tuvieran coches con los que huir, pisos donde esconderse, locales en los que montar los coches bomba.

Destacado papel

Sin la participación de los encargados de montar las infraestructuras, los «comandos», al menos hasta que ETA optó por las células «itinerantes», no podían actuar y, en el caso de Madrid, no sabían moverse por la ciudad sin la ayuda de estos individuos, entre los que Inés del Río tuvo un destacado papel.

Cuando fue detenida por la Policía en Zaragoza en julio de 1987, se había librado por los pelos de haber sido arrestada con los otros miembros del «comando Madrid», desarticulado en enero de ese año. En agosto, la célula había viajado a Francia para entrevistarse con su responsable, Santiago Arróspide, «Santi Potros», que consideró que Inés del Río estaba «quemada» al haber aparecido su fotografía en la Prensa. De momento, quedó apartada de las actividades terroristas.

Su captación para ETA se produjo en Pamplona, en octubre de 1982. El matrimonio formado por Dolores Salvador Labat y Federico García Palacios le propusieron colaborar con la banda y le pusieron en contacto con el entonces jefe «militar», Juan Lasa Michelena, «Txikierdi». Le anunció que su misión iba a consistir desplazarse a Madrid para hacer trabajos de infraestructura.

En octubre de 1982, se desplazó desde Pamplona hasta Hendaya, donde fue recogida, en las inmediaciones de la estación del «topo» (tren), por Dolores Salvador y Federico García, que le trasladaron en un coche hasta un domicilio en el que estaba «Txikierdi». El cabecilla le hizo entrega de 300.000 pesetas para alquilar un piso en Madrid. Quedó citada con él el 1 de enero de 1983 (para informarle de lo que había hecho).

Inés del Río regresó a Pamplona y se trasladó a Madrid a primeros de 1982 con el fin de cumplir las instrucciones recibidas. A finales de noviembre y, a través de la Prensa, alquiló un piso en la calle Rafael Ibarra 39, 3º B. Presentó para la formalización del contrato un documento nacional de identidad. Solicitó y le fue concedida la instalación de un teléfono en este domicilio. El 24 de diciembre regresó a su domicilio familiar en Pamplona, y el 1 de enero de 1983 acudió a la cita de Hendaya, siendo recogida por el mismo matrimonio, que le trasladó al escondite de Lasa Michelena».

Primer piso

Le comunicó que ya había conseguido un piso en Madrid; le entregó una nota con la dirección del mismo, así como el número de teléfono que le habían instalado. «Txikierdi» le anunció que sobre el mes de marzo siguiente recibiría una llamada que utilizaría la contraseña «¿eres la amiga de Fede?», tras lo cual podría ponerse en contacto; y le entregó 100.000 pesetas para los pagos de alquiler del citado piso.

El 6 de enero se desplazó desde Pamplona a Madrid, haciendo vida normal en esta ciudad hasta primeros de marzo, en que recibió una llamada con la contraseña ya fijada. Seguidamente, se personaron en su domicilio tres personas que en ese momento desconocía y que resultaron ser los integrantes del «comando Madrid»: Belén González Peñalba, Jon Tapia Irujo y José Ángel Urtiaga Martínez.

Algo salió mal, ya que el 6 de abril recibió una llamada telefónica de Belén González pasadas las once de la noche, en la que le dijo: «Coge tus cosas y márchate». Le ordenaba que emprendiera la huida inmediatamente. Inés del Río se dirigió entonces a la estación de trenes de Chamartín y pasó allí la noche, ya que no salía ningún tren hacia Pamplona. Después, por la mañana, se fue a la estación de autobuses de la calle Alenza para tomar uno hacia la capital navarra. Se alojó en casa de dos amigos hasta que un tercero le ayudó a huir a Francia.

Allí descansó poco tiempo ya que «Txikierdi» tenía preparados nuevos planes para ella en Madrid.