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La CUP ensalza los “muros humanos” del 1-O como “ética de la no violencia”

Acepta a regañadientes contestar a Vox tras advertirle Marchena de las posibles consecuencias.

El abogado de Jordi Cuixart, Benet Salellas (en la imagen) se llevó ayer la reprimenda del juez Marchena / Efe
El abogado de Jordi Cuixart, Benet Salellas (en la imagen) se llevó ayer la reprimenda del juez Marchena / Efelarazon

Acepta a regañadientes contestar a Vox tras advertirle Marchena de las posibles consecuencias.

Dos meses y medio después, la primera jornada íntegra de comparecencias de testigos de las defensas rebosó de calificativos sobre el carácter «pacífico» y «cívico» de la resistencia ciudadana a la actuación policial el 1-O. Hasta el punto de que el exponente de esa oposición, las «murallas humanas» –a las que en sus declaraciones ante el tribunal policías y guardias civiles han atribuido múltiples agresiones, insultos y amenazas– fue ensalzado por el ex diputado de la CUP David Fernández como paradigma de la «ética de la no violencia». No llegó a mentar a Martin Luther King –como había hecho antes un diputado de ERC para justificar la insumisión al Tribunal Constitucional–, pero Fernández se ufanó de lo que calificó como «el mayor acto de desobediencia civil en Europa». Se trató de «interponer los cuerpos» a modo de «muralla humana» para impedir «el secuestro de las urnas». Lo llamó, de forma poética, «la fortaleza de la resistencia civil».

Fernández, que llegó a impartir dos talleres de resistencia para ilustrar a los ciudadanos sobre cómo oponerse a la actuación policial, redujo los actos de violencia a episodios «marginales y reactivos». Pero negó que existiera una estrategia de respuesta violenta.

El ex diputado –que blandió su sandalia contra Rodrigo Rato en el Congreso en 2013– consiguió el aplauso tuitero del president Torra al enorgullecerse de que el 1-O «2,3 millones de personas desobedecimos». «Si la autodeterminación es delito, me declaro culpable y reincidente». Y avisó de que seguirá desobedeciendo «hasta que sea un derecho libre y democrático».

La bravuconada le salió gratis, pero cuando escuchó la primera pregunta del abogado de Vox y amagó con emular a los «cuperos» que le precedieron (y que fueron multados por negarse a contestar a la acusación), prefirió pedir el comodín del tribunal. Dirigiéndose a la Sala, le hizo una «consulta jurídica» sobre si estaba obligado a contestar. Manuel Marchena se ahorró los circunloquios: «Un tribunal no está para resolver consultas jurídicas. Si usted no quiere declarar asume las consecuencias jurídicas». Y entonces, a regañadientes, aceptó contestar «por imperativo legal» no sin antes sin desahogarse contra la «crueldad ruin y mezquina del fascismo».