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La Ertzaintza detiene a la colaboradora de ETA tras cinco días de resistencia

Cientos de personas han tratado de entorpecer en Ondarroa la detención de Urtza Alkorta
Cientos de personas han tratado de entorpecer en Ondarroa la detención de Urtza Alkortalarazon

Agentes de la Ertzaintza han detenido a Urtza Alkorta, condenada por colaborar con ETA, tras el desalojo del puente del municipio vizcaíno de Ondarroa, donde había varios cientos de simpatizantes de la izquierda abertzale arropándola para evitar su arresto.

«No quiero volver a ver un desalojo de esta manera». Quien intentaba intimidar así a los agentes de la Ertzaintza, ayer en Ondarroa, era la parlamentaria de EH Bildu Laura Mintegi, que se quejaba de que los policías arrastraran a las personas que se negaban a andar por su propio pie. Tanto Mintegi como los ertzainas eran conscientes de que la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, había ordenado un dispositivo policial desproporcionado para detener a una colaboradora de ETA –condenada a cinco años de cárcel por formar parte de un «comando» al que se le relacionaba con el atentado contra la comisaría de la Policía autónoma en Ondarroa–, con el objetivo de evitar incidentes con la izquierda abertzale.

Los agentes se jugaban su puesto de trabajo y la parlamentaria de EH Bildu intentaba explotar esa circunstancia, pero los ertzainas no se intimidaron y respondieron a Mintegi, que, ya que iba a llamar a la consejera, «aprovechara» también para decir a los manifestantes agarrados a los barrotes del puente «que se vayan soltando», para que no tuvieran que soltarlos ellos. La parlamentaria de EH Bildu había acudido a Ondarroa junto con otros dirigentes de la izquierda abertzale, como Unai Urruzuno o Maribi Ugarteburu, y había comunicado a los agentes de la Policía vasca la condición de aforados de todos ellos, advirtiéndoles de que serían testigos de «cualquier abuso policial».

Los proetarras llevaban acampados en la localidad vizcaína desde el viernes, formando lo que ellos denominan un «muro humano» en torno a Urtza Alkorta y amenazando con la «desobediencia civil» para intentar frenar la ejecución de la orden de detención contra la colaboradora de ETA dictada por la Audiencia Nacional.

La imagen de decenas de personas amarradas a los barrotes de un puente y bastantes más, en un primer momento, en sus accesos, tiene de fondo el mensaje de la izquierda abertzale de que «no puede haber detenciones en tiempos de paz». Al igual que ETA pretendiera controlar a los vascos con el miedo a los atentados, ahora su entorno quiere decir al PNV lo que debe o no hacer la Ertzaintza, reclamando que sea la «policía del pueblo» y no «una policía controlada por España».

En un ambiente caldeado por ese mensaje, en Ondarroa se insultó ayer a la Ertzaintza, a pesar del escrupuloso cuidado, dentro de las circunstancias que suponen abrirse paso entre cientos de personas, que tuvieron los agentes de no dañar a nadie. «Antes recibir un golpe que una sanción por utilizar la porra», era la consigna no dicha que se intuía entre los ertzainas.

Ondarroa es uno de esos pueblos donde los proetarras han impuesto de tal manera su ley que ni siquiera dejaron gobernar a otros cuando no había lista de la izquierda abertzale que hubiera pasado los filtros judiciales por su apoyo a ETA. Los plenos de la anterior legislatura municipal tuvieron que celebrarse fuera del municipio, ante la presión de la izquierda abertzale. Ahora tienen una alcaldesa, Argia Ituarte, que defiende a la colaboradora de ETA detenida ayer, a la que considera una «militante política».

En ese pueblo los proetarras se atrincheraron en torno a Urtza Alkorta, a la espera de que la Ertzaintza fuera a ejecutar la orden de detención contra ella o de que la consejera de Seguridad aceptara el ofrecimiento de colaboración de la Guardia Civil y la Policía Nacional que le había hecho el delegado del Gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo, ante la tardanza de la Policía vasca en detener a la colaboradora de ETA. La consejera de Seguridad estuvo pensando durante cinco días el momento que, según dijo, fuera «operativamente oportuno», lo que suscitó las críticas de la parlamentaria del PP vasco Nerea Llanos, quien dijo a la consejera que hasta los «bobbies» británicos, que habían sido considerados por ella como un modelo para la Ertzaintza, habrían cumplido de inmediato una orden judicial de detención.

A la quinta mañana, el Gobierno vasco mandó finalmente a la Ertzaintza a Ondarroa. Allí los habían estado esperando todos esos días, vigilando las carreteras que acceden a esa localidad. Llegaron a primera hora de la mañana, con un impresionante dispositivo policial, en el que participaron trescientos agentes, que movilizaron decenas de furgonetas y hasta lanchas.

Durante más de dos horas, los ertzainas estuvieron identificando, uno a uno, a todo el que se negaba a retirarse del camino de los efectivos policiales hacia Urtza Alkorta, quien se había situado en mitad de un puente, para complicar la operación policial. Cuando los agentes llegaron hasta la colaboradora de ETA, ésta les gritó que quien ejerce la violencia es la Policía vasca. Varios agentes la condujeron a un furgón policial y el dispositivo se fue desmontando, sin que se produjeran incidentes, a pesar de la tensión del ambiente. Sólo dos personas fueron arrestadas, aunque los ertzainas explicaron públicamente a Mintegi que todos ellos podían haber sido detenidos por el delito de «resistencia activa».