Casa Real
La estrategia de Zarzuela: «Trabajo, trabajo y trabajo»
La estrategia de Zarzuela en los primeros treinta días. Ejemplaridad y cercanía serán prioritarias en el reinado de Felipe VI. La Casa del Rey está ya volcada en conectar con la calle para devolver a la Corona su prestigio
Ayer se cumplió un mes del histórico día en que Don Felipe fuera proclamado Rey de España. Para Zarzuela son pretenciosas unas declaraciones ahora sobre cómo perciben el barómetro de la opinión pública respecto al nuevo Rey: «Eso lo tendrán que decir los ciudadanos», responden. Eso sí, ante la pregunta de cuáles podrían ser las máximas de este ciclo, al igual que en los últimos años del reinado de Don Juan Carlos fueron la transparencia y la austeridad para levantar la imagen de la Institución, un objetivo desbanca cualquier concepto: «Trabajo, trabajo y trabajo».
Según informan fuentes del entorno, los Reyes están volcados en conectar con la sociedad actual, desde que hace un mes en el Congreso de los Diputados hiciera una clara declaración de intenciones al pedir una «Monarquía renovada para un tiempo nuevo». Don Juan Carlos ha abdicado, llevándose consigo, además de una Jefatura de Estado muy valorada por su gestión en momentos clave de la historia de España, una crisis de imagen que comenzó con un accidente en un safari cinegético, y Zarzuela a través de diferentes movimientos ha dejado claro su desmarque respecto a la implicación judicial de la Infanta Cristina en el «caso Nóos». Ahora la intención es vestir de normalidad a la Monarquía española para que pueda regresar a los niveles de popularidad de hace cinco años.
En la primera reunión que la Casa del Rey ofreció a los medios de comunicación después de que Don Juan Carlos anunciara su abdicación el 2 de junio, se buscó que un mensaje pesara más que otros: Felipe VI mantendría una línea de continuidad respecto al reinado de su padre. Es decir, Monarquía moderna sí, pero sin rupturas. Las funciones del Rey, Jefe Supremo de los Ejércitos y máximo embajador de España, seguirán basándose en la estabilidad y la unidad del país, como establece la Carta Magna, aunque le imprima un estilo diferente. Lo que, a lo largo de este mes, se ha podido percibir en algunos detalles. Don Felipe quiere transmitir que el sector más débil de la población es su prioridad. En los ocho discursos que ha pronunciado desde su proclamación, en todos ha reservado unas palabras para el desempleo. «El desafío del paro representa uno de los principales retos», priorizó recientemente en Portugal.
Significativo fue que, si en la primera semana como Reyes se reunieron con los representantes de todos los estamentos sociales, las víctimas del terrorismo inauguraran estos actos. En estos días de iniciación se percibió la primera novedad respecto al reinado anterior, ya que, por primera vez en una reunión con los representantes de las distintas entidades sociales, la Casa Real incluyó en sus invitaciones a colectivos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, quienes al término transmitieron su entusiasmo por la acogida de los Reyes, incidiendo en la «comprensión y empatía de la Reina». El furor entre ese colectivo por ella ha llegado a tal punto que en el Día del Orgullo Gay una cara sonriente de Doña Letizia reinó en una de las carrozas.
Esta cercanía social también se ha buscado de forma física. En la misma recepción a las ONG, Don Felipe se saltó el protocolo para hacer una fotografía con los invitados, e incluso algunos «selfies» con ellos rodaron después por las redes sociales. Y, en menos de un mes, el pasado 5 de julio Felipe VI, tras salir de los cines Renoir, fue al restaurante «low cost» Indalo, en el que posó con algunos de los clientes. Y aquí entra otra de las características del nuevo estilo que marcan los Reyes. Las míticas sobremesas del Rey y su familia en legendarios restaurantes madrileños como Horcher o Zalacaín, cuya fama va incluida en el precio, parecen también enterrados en el pasado, ya que los nuevos Reyes no ocultan, sino que promocionan –como hacían siendo Príncipes–, sus salidas por la capital, que siempre terminan en algún restaurante de ambiente informal, como puede ser Olivia te cuida o el restaurante chino El Rey de los tallarines. Esta iniciativa de cambiar los tapices de palacio por la visión castiza de las cabezas de gamba en suelo de bar no es nueva: Alfonso XII ya acostumbraba a perderse por las calles de Madrid. Pero de incógnito. En aquella época no existía internet y, por tanto, tampoco los mails con los que rápidamente se manda una imagen a la redacción de un medio. Esta actitud se critica desde algunos sectores que consideran fuera de lugar esta demostración de ciudadanos «de a pie» cuando no responde a una realidad.
En los recientes viajes por los países vecinos Don Felipe, como solía hacer Don Juan Carlos aunque en un estilo menos socarrón, también ha tenido sus guiños de humor con la Prensa, como sucedió en el mausoleo de Mohamed V. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, tuvo dificultades durante unos minutos para abrocharse los zapatos que tuvieron que quitarse a la entrada del templo, y el Rey se volvió a la prensa: «¡Ésta es una buena foto!», bromeó.
Pero en quien se ha percibido un cambio más acentuado es en Doña Letizia. Siendo Princesa de Asturias su estilo, muy propio, y su fuerte personalidad han sido muy diferentes a los que han mantenido sus «homólogas» europeas Máxima Zorreguieta o Kate Middleton, siempre sonrientes en su papel de consortes, al lado de sus flamantes maridos. Si el día de la proclamación de Don Felipe la Reina fue todo sonrisas, en sus últimos actos públicos no ha variado su actitud. Fuentes cercanas a ella aseguran que «está muy contenta y con muchas ganas de empezar».
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