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La Generalitat se niega a dejar la acción exterior, en la que gasta 26,9 millones

Califica de «nacionalismo rancio» la Ley que prepara García-Margallo para «controlar» a las autonomías

La Razón
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Parecía difícil que después de aprobar la declaración de soberanía la relación entre el Gobierno y la Generalitat se complicara todavía más. Pero como dicen las leyes de Murphy «si algo va mal, siempre puede ir peor», y el anteproyecto de la nueva Ley de Acción Exterior, que ultima el equipo de José Manuel García-Margallo para coordinar la acción de las comunidades autónomas en el extranjero, ha puesto aún más difícil, si cabe, la reconciliación entre ambos ejecutivos. Artur Mas obvió sus dotes diplomáticas a la hora de calificar la decisión del Ministerio de Exteriores de supervisar la acción exterior de las autonomías. Consideró que «es un signo del nacionalismo español más rancio, más obsoleto y más cerrado». Y alertó de que Mariano Rajoy está utilizando el pretexto de la «coordinación» para «controlarlo todo». Ante lo que considera una ofensiva recentralizadora por parte del Gobierno, el president de la Generalitat avisó de que no dará ni un paso atrás, que Cataluña seguirá hacia adelante con sus planes de ampliar su acción exterior e internacionalizar su causa a favor del derecho a decidir. Mas centró su defensa, sobre todo, en el área económica. Reivindicó el papel de la marca Barcelona en la proyección de España y defendió que Cataluña es la economía más importante del sur de Europa. «Gracias a Barcelona y a Cataluña, el conjunto del Estado tiene más proyección internacional en el mundo que sin nosotros», subrayó, antes de responder que «no nos pueden poner puertas al campo», con el argumento de que en el siglo XXI no es momento de países cerrados con sus fronteras. Cataluña, que concentra una cuarta parte de todas las exportaciones del Estado, cuenta con una red de 35 oficinas comerciales en todo el mundo que ofrecen asesoramiento a empresarios y emprendedores. Además, tiene cinco delegaciones institucionales, las polémicas «embajadas», en Londres, París, Bruselas, Berlín y Nueva York, que impulsó Josep Lluís Carod Rovira y cuya manutención el año pasado costó 1,2 millones de euros. En los presupuestos de 2012, la Generalitat destinó a política exterior 26,9 millones, trece menos que en 2010. A cambio de pactar sus últimos presupuestos con el PP, Mas cerró la delegación de Buenos Aires y descartó abrir nuevas sedes en China y Marruecos. Pero tras el golpe de timón en su política, la Generalitat contempla ahora crear un cuerpo diplomático y ampliar su red de «embajadas». La idea de Mas es ir dotándose de una «estructura de estado», en lo que a política exterior se refiere, para preparar la independencia e internacionalizar el conflicto soberanista si el Gobierno y los tribunales le prohíben celebrar el referéndum. Cuenta con el apoyo ineludible de ERC, que ayer animó a Mas a potenciar la acción exterior ante el «contraataque del imperio». Como en «La Guerra de las Galaxias», el «Imperio» es España, que gobierna con «mano de hierro», y ERC y CiU, los rebeldes que resisten.