Restringido

La UNESCO niega que peligre el estatus de la Mezquita como difunden los grupos islámicos

Es uno de los argumentos para pedir su titularidad pública

Los promotores de la campaña de expropiación sembraron el rumor de que la actitud de la Iglesia pone en peligro el estatus de la Mezquita como Patrimonio Mundial de la UNESCO
Los promotores de la campaña de expropiación sembraron el rumor de que la actitud de la Iglesia pone en peligro el estatus de la Mezquita como Patrimonio Mundial de la UNESCOlarazon

Uno de los pilares del relato que los promotores de la campaña internacional para lograr la expropiación de la Catedral de Córdoba esgrimen es que peligra su estatus de Patrimonio Mundial. Sin embargo, fuentes de la UNESCO consultadas por LA RAZÓN confirmaron que, a día de hoy, el Comite de Patrimonio Mundial no tiene en el orden del día de su reunión anual –que se celebrará en Qatar del 15 al 25 de junio de 2014– tratar este asunto.

Las altas y bajas en la lista de monumentos Patrimonio Mundial, que actualmente cuenta con 981 lugares inscritos,son dictadas por el Comité del Patrimonio Mundial, un órgano intergubernamental compuesto por representantes de 21 estados elegidos de entre los miembros de la UNESCO. Este comité, soberano e independiente de la propia UNESCO, se reúne anualmente en el país que ocupa la presidencia ese año; en el caso de 2014, Qatar. Es en este momento cuando se estudian las peticiones para que nuevos lugares se incluyan en la lista y se sopesan las demandas, que pueden partir de diversas instancias, para que se retire un determinado monumento de la lista o para que se lo declare en peligro.

Ningún monumento cultural ha sido eliminado de la lista del Patrimonio Mundial desde que se creara esta figura en 1978. Sólo se han producido dos bajas en la lista, y en los dos casos se trata de lugares naturales, no culturales, en los que se han producido gravísimas alteraciones que han producido daños substanciales en el paraje, cuando no su total destrucción. Tal fue el caso de la primera baja que se produjo, en 2007, cuando el Gobierno de Omán decidió unilateralmente reducir en un 90% el área del santuario del ónix árabe, declarado Patrimonio Mundial natural en 1994, para explotar el petróleo de la zona. El otro caso –también un lugar incluido por sus características naturales, no culturales– fue el Valle del Elba a su paso por la capital de Sajonia, Dresda, en Alemania, donde se construyó el puente de Waldschlößchen, que alteró totalmente el paisaje de la zona. No parece razonable que cambiar de sitio una estatua de San Juan de Ávila en la Mezquita-Catedral de Córdoba puedan compararse con la construcción de cientos de pozos de petróleo o de un puente de 636 metros de longitud.

Las orillas del Sena y el Coliseo de Roma fueron dos lugares Patrimonio Cultural Mundial sobre los que elevaron quejas al comité de Patrimonio Mundial. En ambos caso se trató de vallas publicitarias de decenas de metros cuadrados que se instalaron durante obras que se estaban realizandose en estos dos emblemáticos lugares europeos. En ambos casos el comité desestimó las quejas al tratarse de soluciones temporales que no alteraban permanentemente estos monumentos.

Un paso intermedio sería colocar el monumento cordobés en la lista de lugares en peligro. Esta medida, lejos de ser un castigo, es en realidad una figura que se utiliza precisamente para que estos lugares en pelígro reciban ayuda financiera, científica y técnica que solucione el problema en cuestión. Tal podría ser el caso, por ejemplo, de Valparaíso, que lucha en estos momentos contra las llamas.

La Mezquita-Catedral de Córdoba fue inscrita en la lista de Patrimonio Mundial en 1984 junto con otros cuatro monumentos emblemáticos de España: el Monasterio de San Lorenzo del Escorial, la Alhambra de Granada, la Catedral de Burgos y las obras de Gaudí en Barcelona. En 1994, el comité de Patrimonio Mundial –en su 18ª reunión anual celebrada en Phuket, Tailandia, del 12 al 17 de diciembre– decidió ampliar la extensión y cambiar la denominación del monumento, que pasó a llamarse «Centro Histórico de Córdoba», que es la expresión oficial utilizada en la documentación de la UNESCO. El cambio se aprobó tras la petición de la delegación española de la Dirección General de Patrimonio del Ministerio de Cultura, estando en el poder el Partido Socialista.