PSOE
Los barones presionan con virar a la abstención en un Comité Federal...
Quieren que tras las vascas y gallegas se debata sobre cómo evitar volver a las urnas
El PSOE comienza a revolverse. No lo hace con carácter práctico, pues el rotundo «no» que Pedro Sánchez exhibió el miércoles a Mariano Rajoy se reproducirá también hoy para dar al traste con sus opciones de ser investido, pero la tensión bulle en su seno interno, donde se demanda –ya sin ambages– que se afronte un periodo de reflexión y debate sobre la nueva etapa que se abre en España a partir de la investidura fallida del candidato popular.
El objetivo: evitar unas terceras elecciones. El horizonte temporal: tras los comicios en Galicia y el País Vasco. Los movimientos que los territorios están emprendiendo para forzar a Ferraz a replantearse su tajante negativa subieron ayer un grado con la entrada en juego de la federación andaluza, la más numerosa de los socialistas. No fue por boca de Susana Díaz, pero sí por la de una de sus voces autorizadas. El portavoz socialista en el Parlamento andaluz, Mario Jiménez, salió a la palestra para recordar que «la responsabilidad de evitar unas terceras elecciones es de todos», incluido el PSOE. El escrupuloso silencio en el que se ha sumido durante los últimos meses la presidenta de la Junta y su entorno se ha roto en un momento que no es baladí: tras el contundente discurso de Sánchez en la primera jornada de investidura y en vísperas de que este «no» –que parece casi definitivo– se reproduzca en la parte decisiva del debate. Como adelantó ayer LA RAZÓN, la intervención del líder socialista hizo saltar todas las alarmas en las federaciones críticas, que vieron en su alocución no sólo una voladura de los puentes con el PP, sino un claro mensaje en clave interna para aquellos que demandan en público y en privado un cambio de postura. La lectura que se hizo por todos ellos es que Sánchez busca volver a las urnas, bajo el convencimiento de que podrá mejorar sus resultados y postergar la lucha por el liderazgo.
Aunque el objetivo es claro, la forma de alcanzarlo no lo es tanto. Pocos evitan pronunciarse públicamente en favor de la abstención y nadie avanza que exista otra alternativa efectiva para burlar las elecciones. «Lo prudente es esperar a que termine este ciclo de investidura. Entonces, se verá cuál es el marco político en el que nos vamos a mover y, a partir de ahí, habrá que ver las decisiones que tome cada partido, que deben actuar con responsabilidad para evitar que se repitan las elecciones», señaló Jiménez. En ese marco político entran de lleno los comicios gallegos y vascos, que obligan a un estudiado ejercicio de cautela para no perjudicar los intereses del PSOE en unas contiendas que se auguran catastróficas.
El momento clave llegará tras el 25 de septiembre, pues después de los malos resultados que –con toda seguridad– cosecharán los socialistas, que han cedido su espacio a Podemos en ambos territorios, la convocatoria del Comité Federal está asegurada. El máximo órgano entre congresos se reúne tradicionalmente tras cualquier contienda electoral para valorar la posición del partido y es en esta reunión donde los barones territoriales quieren que se debata la postura del PSOE también a nivel nacional. Sánchez llegará a esta convocatoria debilitado por los malos datos en ambas comunidades, algo que puede desequilibrar la correlación de fuerzas. Las presiones de las federaciones se enfocan, por tanto, en que el debate nacional se incluya en el orden del día y no tanto en forzar la convocatoria del cónclave, que incluso Ferraz ya da por asegurada. La inclusión en el orden del día es capital, ya que si no se especifica no se podrá tratar en la reunión.
En este sentido se ha pronunciado también el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que –aunque reconoció que Sánchez ha dado cumplimiento al mandato del último Comité Federal– defendió el derecho de los socialistas «a ir madurando nuestras propias posiciones en función de las muchas circunstancias que están pasando en España que son desconocidas». Se refiere a lo que acontezca tras las elecciones vascas y gallegas, ya que «pueden cambiar las cosas o puede ser determinante, aunque sólo sea por la posibilidad de hablar». Page abogó por ir «paso a paso en este batiburrillo político electoral en el que puede pasar un poco de todo».
El sector andaluz se suma así a los llamamientos de barones como el castellanomanchego, Emiliano García-Page, el valenciano, Ximo Puig o el extremeño, Guillermo Fernández Vara, que junto a dirigentes de diversa índole han defendido que el partido abandone la «cerrazón» de la negativa y se abra a explorar otras hipótesis para favorecer la gobernabilidad. Lo que parece una tesis desechada a estas alturas, aunque tampoco goza de un consenso total, es que Sánchez intente articular una mayoría alternativa apoyado en Podemos y Ciudadanos o, en su defecto, con los partidos de corte independentista, que ya dejaron claro al líder socialista que cualquier entendimiento pasa obligatoriamente por favorecer el referéndum en Cataluña.
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