El desafío independentista
Los empresarios catalanes advierten a Mas: «Mejor financiación que secesión»
Los empresarios catalanes han trasmitido su malestar a la Generalitat y reclaman «resultados» tras la reunión con Rajoy
Los empresarios catalanes han trasmitido su malestar a la Generalitat y reclaman «resultados» tras la reunión con Rajoy
En el emblemático hotel de Madrid donde suelen reunirse muchos empresarios catalanes, un grupo de ellos coinciden con miembros de la Pimec, la patronal de la pequeña y mediana empresa de Cataluña. Su comité ejecutivo, encabezado por el presidente, Josep González Sala, acaba de salir de La Moncloa, donde ha mantenido un largo encuentro con el presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy. «Más de dos horas y un bombardeo de preguntas», les explica González sobre la entrevista. Pero ni una sobre la consulta soberanista. Dato muy significativo, pues en el seno de Pimec ha habido muchos pronunciamientos a favor del derecho a decidir.
En esta ocasión, sólo se habló de economía y se pidieron a Rajoy medidas de apoyo a las pymes, motores claves en su reactivación. El jefe de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal, tomaba buena nota de las propuestas que se ponían encima de la mesa.
La reunión refleja el hartazgo que subyace en la clase empresarial y la sociedad civil catalana sobre el desafío independentista. «Una presión insoportable», dice uno de los asistentes. Comentan que Mariano Rajoy estuvo receptivo y abierto a medidas de estímulo hacia las pymes. Ello demuestra la voluntad del presidente por «ayudar a Cataluña», según fuentes de Moncloa. Pero en todo aquello que no desborde la Ley. En este sentido, insisten en que la posición del presidente es inamovible: no a la consulta en todas sus vertientes.
Ante su próximo encuentro con el presidente catalán, Artur Mas, la situación es clara: uno acude con espíritu abierto, respaldado por la Constitución y las leyes. Si el otro quiere romperlas, el acuerdo es imposible. Como dice un colaborador del presidente: «Dos no avanzan si uno no quiere».
Es la misma sensación que tienen los empresarios y todos cuantos han hablado con el presidente del Gobierno en los últimos meses. Entre ellos, no ha gustado que el mismo día, casi a la misma hora en que los directivos Pimec estaban en La Moncloa, Artur Mas presidiera una nueva reunión del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir. «Otra provocación», afirman en círculos socioeconómicos de Cataluña.
Ante la «tercera vía»
La opinión es que Mas sigue anclado en un callejón sin salida, rehén de Esquerra Republicana, la Asamblea Nacional de Cataluña y demás organizaciones separatistas. Por ello, desde estos sectores se ha hecho llegar a la Generalitat un mensaje: «Mejor financiación que secesión». Es el ruego de ahondar en las reformas, el déficit y los problemas de tesorería que sufre Cataluña, frente al empecinamiento en una consulta ilegal, jamás permitida desde Madrid.
En el seno de Convergència tampoco han variado los papeles. El sector duro, que está capitaneado por Francesc Homs, guardián de las esencias soberanistas, se obstina en esta huida hacia adelante, con impulso de movilizaciones callejeras. Los menos radicales instan a Mas a llevar a La Moncloa una «carpeta socioeconómica», con reclamaciones en materia fiscal y financiación autonómica.
Es la tesis compartida por el socio coaligado, Unió Democrática, cuyo líder, Josep Antonio Duran i Lleida, es escéptico ante el encuentro que está previsto para esta semana entre ambos presidentes. A su juicio, sólo cabe un acuerdo sobre la llamada «tercera vía», es decir, una enmienda constitucional que defina el encaje de Cataluña en España. Es también la opinión de algunos de los «patricios» de la Carta Magna, Miguel Roca, Miguel Herrero de Miñón, y catedráticos de Derecho Constitucional como Manuel Rubio Llorente.
En el Gobierno piensan que este extremo requiere una reforma de la Constitución, algo a lo que Mariano Rajoy no cierra la puerta, siempre que exista un gran acuerdo. «Ahora no se ve ni el momento ni el consenso», dicen en su entorno.
Por su parte, en el Partido Socialsta se mantiene la apuesta federal. Su nuevo líder, el recién elegido secretario general, Pedro Sánchez, insiste en esta reforma «pausada y medida», que aboque al federalismo, pero sin consulta soberanista. Aquí choca con el PSC, posicionado a favor del referéndum y a cuyo Congreso han asistido los dos grandes líderes nacionales, el propio Sánchez y la andaluza Susana Díaz.
En Ferraz y en San Telmo tienen la impresión de que todo ello es una astuta maniobra de Miguel Iceta para así aglutinar a los críticos y frenar el «sangrado» de fugas.
Pero también advierten del riesgo de perder a votantes tradicionales, que se sienten socialistas y no nacionalistas. Por cierto, uno de los lemas con los que Pedro Sánchez se pateó todas las agrupaciones del partido y fue elegido secretario general.
De manera que, a escasos días del previsible encuentro entre Mariano Rajoy y Artur Mas, los equipos del Partido Popular y de Convèrgencia Democrática de Catalunya siguen enredados en un bullicio de declaraciones, intenciones y propuestas. En el entorno del presidente del Ejecutivo ha reconfortado mucho el espaldarazo de la canciller alemana, Angela Merkel, ante las exigencias soberanistas de Artur Mas. «Todo un jarro de agua fría», comentan en Moncloa. «Nada que opinar, no conoce Cataluña», responden en la Generalitat.
Mientras, en Unió Democrática de Catalunya son conscientes del escaso apoyo europeo a la independencia. Como ya escribió esta columnista, saben que la canciller ve con simpatía a Durán i Lleida y sus tesis políticas de centro. Así lo ha comprobado el propio Duran en sus numerosos viajes a Berlín y otros países.
El diálogo como premisa
Las espadas están en alto. En el Gobierno recalcan la clara voluntad de Rajoy de trabajar en beneficio de Cataluña y de todos los españoles. «Hay muchos asuntos en la vida de los catalanes que pueden y deben entenderse», afirma la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.
Los colaboradores de Mariano Rajoy subrayan su disposición a dialogar, incluso sobre la financiación autonómica y los topes de aportación a Cataluña, dentro de un equilibrio de recuperación e ingresos. El presidente tampoco rehúye una reforma constitucional: «Pero habrán de ser otros quienes la planteen, con objetivos concretos y consenso necesario para abordarla». Hoy por hoy, esta oportunidad no se contempla en La Moncloa.
Así las cosas, Mariano Rajoy mantiene su espíritu abierto, pero con la hoja de ruta negativa a la consulta. Artur Mas «no tira la toalla, aunque está hecho un lío», según quienes han hablado con él. Duran espera «poca cosa» de la reunión y teme que algunos se alegren de su fracaso. Y Pedro Sánchez la ve como un «diálogo de sordos» si no se reforma la Constitución hacia una España federal. O sea, cada cual a lo suyo, y el ciudadano, bastante harto de todo ello.
Por si fuera poco, el último rumor que atiza los círculos políticos apunta a un adelanto de las elecciones generales al próximo mes de noviembre. Cuando alguien se lo preguntó a un ministro del Gobierno, ésta fue su respuesta: «Hable usted de cosas serias y no me haga perder el tiempo». Olvidó añadir que la última palabra sólo la tiene el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
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