Pedro Horrach
Los manifestantes huyen del mal tiempo
El mal tiempo dio un respiro a Urdangarín. Apenas 200 personas se congregaron a las puertas de los juzgados para increpar, desde la distancia (los accesos a la sede judicial estaban cortados), al duque de Palma.
Enarbolando banderas republicanas y alguna estelada, los manifestantes acompañaron la llegada al juzgado del duque de Palma con insultos, pancartas alusivas al «duque en-Palma-do y em-barga-do») y caretas con el rostro de la Infanta. «¡Devuelve el dinero!» «¡Urdangarín, a trabajar al Burguer King!», se escuchó corear.
La llegada del juez José Castro fue más sigilosa. Dos horas y cuarto antes del comienzo de la declaración, a las siete y cuarto de la mañana, el instructor del «caso Nóos» entraba en el edificio. Mucho más apuró el fiscal Pedro Horrach, que lo hizo prácticamente en el descuento.
El frío y la lluvia empujaban a los numerosos periodistas (más de 200 acreditados para la ocasión) a los bares de alrededor, donde la confusión de abogados y periodistas durante los escasos recesos de las comparecencias dio lugar a alguna situación cómica, como cuando algún periodista ávido de noticias confundía a un compañero de profesión con un letrado del «caso Nóos».
El encargado de algún establecimiento casi se excusaba por haber cerrado el pasado sábado por la tarde, durante la declaración de Torres, reservándose para el día grande.
El hotel más cercano a los juzgados había colgado el cartel de no hay habitaciones desde hace días y los restaurantes de la zona han recibido la segunda declaración de Urdangarín como una bendición en la vorágine de la crisis. Más de uno ya se frota las manos pensando en el juicio.
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