En defensa del embrión

Los médicos provida piden poder objetar en la fase preparatoria

La ley sólo reconoce este derecho a los facultativos «directamente implicados»

La Razón
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«Los profesionales sanitarios directamente implicados en la interrupción voluntaria del embarazo tendrán el derecho de ejercer la objeción de conciencia sin que el acceso y la calidad asistencial de la prestación puedan resultar menoscabadas por el ejercicio de la objeción de conciencia».

«Los profesionales sanitarios directamente implicados en la interrupción voluntaria del embarazo tendrán el derecho de ejercer la objeción de conciencia sin que el acceso y la calidad asistencial de la prestación puedan resultar menoscabadas por el ejercicio de la objeción de conciencia». Esta afirmación, que a simple vista puede parecer sencilla, es uno de los puntos más controvertidos de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Porque ¿cómo se logra conjugar el derecho a objetar del médico con el de la paciente a abortar? ¿Qué pasa con el resto de profesionales sanitarios implicados en el proceso, además del facultativo que lleva a cabo el aborto? La respuesta podemos encontrarla en parte en una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que la pasada semana negaba la objeción a una doctora de Atención Primaria de Málaga. Argumentaba que no tiene derecho a invocar motivos morales para negarse a asesorar y derivar al especialista a las pacientes que solicitaban abortar. ¿Significa esto que no forma parte del engranaje que acabará en alguno de los 118.000 abortos que se producen cada año en España? Éste ha sido uno de los caballos de batalla de muchos médicos desde que se aprobó la «ley Aído». «Se respeta el derecho a objetar en la fase resolutiva del aborto, pero no en la preparatoria», lamenta Esteban Rodríguez, ginecólogo del Hospital Punta de Europa de Algeciras (Cádiz) y presidente de la Comisión Deontológica de Ginecólogos por el Derecho a Vivir. «El aborto no es un acto único, sino un proceso integrado por varias fases», opina. Con todo, este ginecólogo cree que el hecho en sí de tener que regular la objeción de conciencia es ya un fracaso. «La objeción no sería necesaria si la vida estuviese protegida y el médico sólo tuviese que preocuparse de proteger la salud de los pacientes». En este sentido, defiende el derecho a negarse a asesorar a las mujeres que quieren abortar. «Una cosa es asesorar de los riesgos y otra, informar sobre las prestaciones sociales a las que puede tener derecho la mujer. No somos ni trabajadores sociales ni intermediarios entre los políticos y los pacientes», afirma. Aunque la Organización Médica Colegial rehusó pronunciarse al respecto, su código deontológico, renovado en 2011, recuerda que el médico «está obligado a informar a sus pacientes acerca de todas las prestaciones a las que tenga derecho en materia de procreación y embarazo».

Protección de la discapacidad

La nueva ley rompe «una lanza» por los no nacidos

En los últimos cinco años se produjeron más de 160.000 abortos acogiéndose al supuesto de malformación del feto. La nueva reforma busca terminar con él para mostrar su apoyo a la discapacidad. Para las asociaciones que agrupan a este colectivo, las palabras del ministro de Justicia son como una bocanada de aire fresco. «Rompen una lanza por numerosas personas que tienen mucho que decir», afirma una portavoz de la Fundación Prodis, una asociación que apoya a las personas con discapacidad intelectual y a sus familias. «Las oportunidades de vida son para todos –prosigue– y todos somos necesarios». Y es que las organizaciones que trabajan con personas con discapacidad conocen de primera mano «las ganas de vivir que tienen estas personas, pero el ser humano es egoísta y cuando le plantean alguna complicación, como que su hijo va a nacer con alguna discapacidad, optan por desecharlo», añade. Como explican desde Prodis, en los últimos 40 años la sociedad ha cambiado y «antes era muy complicado criar a un niño con discapacidad. Sin embargo, hoy hay muchas más oportunidades y más apoyo institucional».

Necesidad de permiso paterno

«Si le preguntara, mi madre no me dejaría abortar»

En la futura ley del aborto que anteayer esbozó el ministro de Justicia se busca proteger al máximo al no nacido y uno de los puntales para conseguirlo es apoyar a la futura madre. Y una menor, si se queda embarazada, se siente desamparada. «Tienes miedo a decírselo a tus padres y no encuentras información, ni apoyo», asegura Joice. Ella tiene 16 años y en menos de dos meses dará a luz a Ángel. Ahora cuenta con el apoyo de su madre y de su novio y sabe que «mi madre no me dejaría abortar. Me ha ayudado a seguir adelante», añade. Joice es un ejemplo de la importancia de contar con el consentimiento paterno a la hora de plantearse interrumpir el embarazo gracias a RedMadre y, por ello, Gallardón también aseguró que lo incorporaría en la futura norma. Desde la plataforma «Sí a la Vida», que apoyan a cientos de mujeres al año para que sigan adelante con su embarazo, aseguran: «Es un gran paso hacia la protección del no nacido, aunque, por nuestra experiencia, sabemos lo importante que es apoyar la maternidad. Hemos comprobado que si ayudamos a la mujer, en el 80 por ciento de los casos, abandona la idea de abortar». En 2011, más de las 4.000 mujeres atendidas en Red Madre tenían edades comprendidas entre los 11 y los 20 años.