Elecciones catalanas

Los soberanistas prometen a los catalanes seguir siendo españoles

La plataforma secesionista inicia una campaña para arropar a la lista única de Artur Mas y Oriol Junqueras en la que garantiza la doble nacionalidad tras la independencia.

La ANC distribuye un díptico en el que responde a las principales preocupaciones de los secesionistas, en la que les asegura que podrán mantener la nacionalidad española aunque Cataluña se independice
La ANC distribuye un díptico en el que responde a las principales preocupaciones de los secesionistas, en la que les asegura que podrán mantener la nacionalidad española aunque Cataluña se independicelarazon

La plataforma secesionista inicia una campaña para arropar a la lista única de Artur Mas y Oriol Junqueras en la que garantiza la doble nacionalidad tras la independencia.

Todo vale para captar el voto en apoyo de la nueva nación catalana. Hasta prometer a los ciudadanos que en la Cataluña independiente seguirán siendo españoles. Serán más ricos, cobrarán más pensiones, sus políticos serán menos corruptos y vivirán en un país que de un día para otro dejará de necesitar la asistencia financiera del Estado español para convertirse en la nueva Suecia o Noruega en nivel de riqueza y prosperidad. Todo esto forma parte de la campaña que acaba de poner en marcha la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC) dentro de la acción conjunta con CDC y ERC en apoyo de la lista única independentista.

En una movilización máxima, como un ejército que no ha dejado de trabajar ni siquiera en el mes de agosto, esta semana la ANC ha impulsado una campaña de activismo para fomentar un «debate serio», sostienen, sobre la desconexión con España. Ese «debate serio» se concreta en acciones en las 50 ciudades más pobladas, centrando precisamente sus esfuerzos en Barcelona, Tarragona y sus áreas metropolitanas. Justo Barcelona y su cinturón metropolitano son objetivo principal de los partidos constitucionalistas para movilizar al votante de generales que suele abstenerse en las autonómicas, y que se supone que es más proclive a oponerse al «sí» a la independencia. Además de la movilización de sus voluntarios en la calle, la ANC ha puesto a la máxima potencia su maquinaria de propaganda, y antes de que se termine la campaña electoral habrá distribuido más de 4.000.000 de dípticos, periódicos y otros documentos con las ideas en las que sostiene este «debate serio» que promete.

Ahí se enmarca el compromiso de que tras la declaración unilateral de independencia, los catalanes podrán seguir siendo españoles. Independencia sí, pero sin perder la nacionalidad española. Para sostener esta bandera argumentan que en un mundo globalizado es posible sentirse e incluso tener la nacionalidad «de un país diferente al país en donde se vive». «En el caso de Cataluña, sucederá lo mismo. Ser y sentirse español es compatible con desear la soberanía política de Cataluña. Se puede llegar a ser español en Brasil, Japón o en Cataluña, y se puede ser argentino, camerunés, español o italiano en Cataluña», llega a afirmar la doctrina independentista para engordar su granero electoral. «En la República catalana se podrá mantener la nacionalidad española, la catalana o ambas», y utilizan como argumento de peso el hecho de que el Estado español reconoce la doble nacionalidad a «otros países con los que tienen vínculos históricos». La «información» soberanista obvia que esa independencia se proclamaría sin acuerdo con el Gobierno español, con las consecuencias que se derivarían en todos los sentidos, en lo que afecta a la nacionalidad española y a la condición de miembros de la Unión Europea (UE), por ejemplo. A esto último también se refieren en esta campaña de movilización del voto bajo el mantra de que «si Cataluña quiere formar parte de la Unión Europea, lo hará». Otra cosa, se deduce de esta afirmación, es que no lo quiera. Y es que el argumentario soberanista amplía el discurso y ya no proclama que la Cataluña independiente será sí o sí miembro de pleno derecho de la Unión. Ahora puntualizan que existen diferentes maneras de relacionarse con Europa, «tanto si se es miembro de la UE como si no se es». Y comparan a la nueva nación catalana con Noruega o Suiza: «mantener el euro, así como la libre circulación de mercancías, bienes y personas también es posible sin pertenecer a la Unión».

Cataluña, una comunidad autónoma que ha necesitado de la asistencia del Estado por no poder financiarse en los mercados, será también, según el independentismo, como Noruega o Suiza en cuanto a viabilidad económica. «Cataluña tiene una población parecida a la de Suiza, Austria, Finlandia o Dinamarca, cuatro de los Estados más prósperos y con un mejor índice de desarrollo humano en el mundo».

Por supuesto, la Cataluña independiente será además, según sus promotores, la nueva Arcadia en la que los políticos que la tutelen no practicarán el amiguismo, la partitocracia, las puertas giratorias, el tráfico de influencias... Justo todos los males que ahora pesan en la mochila de CDC, con sus 15 sedes embargadas por parte del juez que investiga el saqueo del Palau de la Música para asegurar su responsabilidad civil por lucrarse supuestamente con el expolio. Y con hasta seis procesos judiciales abiertos en su contra.

El nuevo Estado catalán será «más justo» y colocará a los ciudadanos de Cataluña «en un plano de igualdad con el resto de los pueblos del mundo».

Estos argumentos son el coro que acompañará en esta recta final de campaña, a nivel de calle, en encuentros sectoriales y asambleas territoriales, a los mensajes oficiales de Raül Romeva, Artur Mas y Oriol Junqueras. Una ofensiva puerta a puerta para intentar apuntalar, en un sistema electoral que favorece al nacionalismo, los votos necesarios para alcanzar la cifra mágica de los 68 escaños. Por supuesto, entre las promesas está también la de que en la nación soberana catalana sus ciudadanos tendrán mejores pensiones y mucho menos paro.