Gobierno de España
Los tiempos de Felipe VI
El próximo 13 de enero se constituirán las Cortes, y ese mismo día se nombrarán los miembros de la Mesa que habilitarán el mes de enero –parlamentariamente inhábil– para celebrar en 15 días la sesión de inicio de la XI Legislatura. Paralelamente a estos hechos, el Monarca entra en juego e iniciará las consultas con los líderes de los partidos que han obtenido representación parlamentaria para proponer, a través del nuevo presidente del Congreso, un candidato a la Presidencia del Gobierno. En contra de lo referido por algún enterado, la ley no señala plazos a la propuesta del Rey.
Es decir, Felipe VI sólo planteará el nombre del aspirante tras hacerse cargo de la persona con más posibilidades de conseguir la investidura. Hasta la fecha nunca ha transcurrido más de un mes y medio entre elecciones e investidura, pero este tiempo podría dilatarse si no hay ningún candidato que obtenga los 176 votos necesarios. Pues bien, si nadie consigue esa mayoría, habrá una segunda votación en la que sólo será necesaria la mayoría simple –más síes que noes– y que se celebrará 48 horas después de la primera. La discrecionalidad del Rey es amplia. Si no ve un aspirante claro, puede ampliar sus conversaciones –la ley no lo impide– incluso a representantes de ámbitos distintos a los políticos. Tampoco el Jefe del Estado tiene marcados plazos, aunque él mismo sea también consciente del daño que produce un largo periodo de incertidumbre. Pero todo este proceso tiene fecha de caducidad y, si a los dos meses –en los que pueden producirse nuevas votaciones– ningún candidato recibe los apoyos necesarios, el presidente del Congreso sometería al Monarca la firma de un decreto de disolución de las Cortes y se convocarían nuevas elecciones. Son tiempos difíciles. Y también lo son para Felipe VI.
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