Cárcel
Los yihadistas también se definen como «presos políticos»
La Guardia Civil cree que buscaban que se les agrupase «en la misma galería y módulo»
La Guardia Civil cree que buscaban que se les agrupase «en la misma galería y módulo».
El supuesto líder del «Frente de Cárceles» yihadista, Abderrahmane Tahiri, «Mohamed Achraf», considera a los reclusos que, como él, cumplen condena por delitos de terrorismo islamista «presos políticos». Así lo afirma en la carta que remitió el pasado 25 de abril al director de la prisión de Murcia, tras poner punto y final a 45 días en huelga de hambre ante la negativa de Instituciones Penitenciarias a permitir que todos los presos islamistas pudiesen salir juntos al patio. Pero la Guardia Civil cree que el objetivo de dos de los presumibles líderes de esta red (el propio Tahiri y Mohamed el Gharbi) integrada por 26 internos (uno de ellos ya en libertad) y repartida por 17 prisiones iba mucho más allá: su objetivo era conseguir que Interior agrupase a todos los reclusos condenados por delitos de terrorismo «en la misma galería y módulo» en las distintas prisiones.
En el informe en el que alerta de la creación de ese «Frente de Cárceles», el Instituto Armado da cuenta de la misiva en la que «Mohamed Achraf» avisa al director de la prisión donde cumplía entonces condena de que, pese a terminar con su huelga de hambre, «su lucha seguiría contra la injusticia, el abuso, la discriminación, las torturas, malos tratos, odio y arbitrariedad que sufren los “presos políticos islamistas” en todas las cárceles». En la misma carta se reafirmaba en que «no cesaría en su empeño hasta que los reagruparan a todos en la misma galería y módulo y así pudieran salir juntos al patio», clave para, según fuentes de la investigación, afianzar esa labor de cohesión interna que perseguía la red además del adoctrinamiento y radicalización de internos.
Un objetivo, el de mantener la cohesión de los internos pese a la estancia en prisión, que siempre ha sido una de las máximas del «Frente de Cárceles» de ETA, cuyos presos también se han prodigado en denuncias de torturas e incluso han recurrido a huelgas de hambre para forzar a Instituciones Penitenciarias a variar su política de dispersión o, incluso, para lograr la excarcelación de etarras enfermos, como sucedió en 2012 con Iosu Uribetxebarria Bolinaga. Ese espejo en el que parece mirarse la red yihadista también alcanza a los mecanismos para comunicarse entre ellos, pues según la fuentes consultadas alguno de los presos islamistas investigados también recurrían, como los reclusos de ETA, a «canutillos» para ocultar sus mensajes.
Durante su huelga de hambre, «Mohamed Achraf» se encargó de «extender ese mensaje» a otros internos. Por ejemplo, en una carta remitida a El Gharbi el pasado mes de marzo le informaba de que estaba en huelga de hambre «hasta conseguir la victoria o el martirio y hasta que acabe su injusticia, agresión y guerra». El Gharbi –condenado a ocho años de prisión como integrante de la célula yihadista afincada en Tarrasa (Barcelona) que planeaba atentar contra el Parlament y «decapitar» infieles– había estado a su vez en huelga de hambre dos meses antes junto a otro supuesto integrante de la red, Lahcen Zamzami, y en una carta remitida a Achraf el pasado junio apuesta por impulsar «una huelga colectiva, ni uno ni dos...».
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