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El Rey frena el delirio de Mas
Don Felipe cumple con su papel constitucional y le emplaza a respetar el principio de unidad de España. El president intenta rebajar la tensión ante el encuentro: «Vengo en son de paz»
Don Felipe cumple con su papel constitucional y le emplaza a respetar el principio de unidad de España. El president intenta rebajar la tensión ante el encuentro: «Vengo en son de paz»
«Vengo en son de paz». Así intentó el presidente de la Generalitat, Artur Mas, rebajar la tensión generada por su encuentro ayer con el Rey. Mas llegó al Palacio de La Zarzuela a las doce del mediodía, con su habitual semblante desenfadado ante los medios, y aguardó en el salón de audiencias anterior al despacho del Monarca para esperar a que éste saliese a recibirlo. Cuando los periodistas le preguntaron que si se veía, en una futura visita, llegando a Zarzuela como Jefe de Estado, el líder de la Generalitat indicó con las manos que no respondería a cuestiones como la planteada y zanjó el asunto: «No comments». Por si no había parecido suficiente declaración de intenciones, añadió su propósito de concordia con el Monarca durante la reunión.
El encuentro duró una hora y media aproximada, y posteriormente Mas abandonó el lugar sin hacer declaraciones a los medios de comunicación, algo que, en cambio sí han hecho los presidentes autonómicos que ha recibido a lo largo de estas dos semanas, porque esta cita se enmarca dentro de la «rueda» de contactos que Don Felipe estableció tras ser proclamado Rey el año pasado.
Es por este motivo que, a pesar de que la reunión se produzca tres días después de que el político catalán haya pactado una lista unitaria con el líder de ERC, Oriol Junqueras, desde la Casa del Rey se siguió insistiendo ayer, como han hecho a lo largo de toda la semana, que esta audiencia tuvo un marcado carácter institucional, al igual que las demás. Por lo que la fecha se ha fijado según se han podido compaginar las agendas, sin que los acontecimientos políticos hayan tenido que ver. Motivo por el que tampoco informaron después del contenido del encuentro.
No obstante, el semblante de Don Felipe al recibirlo habló por sí solo. Entre otras cosas porque lo que el líder de la Generalitat abordaría después con él sería su ofensiva independentista. después de que Mas haya pactadocon Junqueras la lista unitaria ,tiene el objetivo de que la ruptura con España que ansía se produzca en un plazo máximo de ocho meses, en lugar del de 18 que manejaba hasta la fecha. Y también la querella presentada por el Estado contra él por organizar el proceso participativo del 9 de noviembre.
Así las cosas, es obvio por qué Don Felipe, a diferencia de cuando recibió al resto de los presidentes autonómicos, no mostró con Mas una actitud precisamente receptiva. Principalmente porque su figura representa «el símbolo de la unidad y la permanencia de España» y, aunque su papel esté muy limitado constitucionalmente, es árbitro y moderador del funcionamiento del Estado.
Por lo que es evidente la postura que mantuvo ayer frente al líder de la Generalitat. Una postura que se lleva manifestando a lo largo de este año de reinado. En todas las ocasiones que Don Felipe ha viajado a Cataluña desde su proclamación ha apelado a la unidad de España. Siempre dentro de un papel conciliador que ha manifestado en otros escenarios, como en los premios Príncipe de Asturias del año pasado: «Queremos una España alejada de la división y de la discordia», aseguró. En marzo de este año, Don Felipe, en el Congreso Mundial de Móviles, puso a Barcelona como ejemplo de la diversidad del conjunto de España, y del «empuje emprendedor español».
El año anterior, siendo aún Príncipe de Asturias, Don Felipe, en el mismo congreso, aprovechó para mantener un encuentro con el lobby empresarial «Puente Aéreo», en el que los representantes de las principales compañías le trasladaron su preocupación por cómo estaba afectando negativamente al sector la ofensiva independentista de Mas, y llegaron a abogar por un pacto de Estado. Don Felipe, en su papel moderador preparándose para ser Rey, tomó nota de sus preocupaciones y de las de la sociedad civil.
A pesar de haber coincidido en la mayoría de estos viajes con el presidente de la Generalitat, ayer fue la primera vez que lo recibió en La Zarzuela –la vez anterior fue en 2013, para mantener una reunión con Don Juan Carlos–. La última vez que coincidieron fue en la entrega de los premios de la Fundación Princesa de Gerona, donde el Jefe de Estado pidió a los ciudadanos avanzar juntos, «a pesar de las dificultades», por el camino de la «unidad».
La próxima semana se verán de nuevo las caras, ya que el Rey visitará Cataluña el jueves para asistir a la entrega de despachos a la LXV Promoción de la Carrera Judicial en el Palacio de Congresos de Cataluña.
Felipe VI tomó el mando
Las audiencias que el Rey mantiene con personalidades como Artur Mas están rodeadas de un protocolario hermetismo. Quizá ésta sea la razón de que la opinión pública mire con lupa los gestos que rodean este tipo de encuentros. La cita de ayer en Zarzuela no fue una excepción. Don Felipe se mostró circunspecto e imperturbable, una actitud que no abandonó en ningún momento durante los breves instantes a los que los medios tuvieron acceso durante el saludo en el salón de audiencias, antes de pasar a su despacho con el presidente de la Generalitat. Su actitud estuvo marcada por la seriedad, en claro contraste con la simpatía y la distensión que desplegó, por ejemplo, con motivo de la cita con el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, el jueves. Más de uno recordó la expresión serena y cargada de dignidad con la que aguantó la bochornosa pitada de la final de la Copa del Rey a finales de mayo. Mas, por su parte, mantuvo en todo momento una actitud distendida, quizá algo forzada, en la que la sonrisa apenas se le cayó de los labios. Cierto envaramiento se dejó entrever, no obstante, cuando insistió en ceder al paso al Rey al llegar a la puerta de su despacho desde la sala de audiencias donde los periodistas fotografiaron el saludo. Sin embargo Felipe VI se mantuvo firme, insistió educadamente en mostrarle la puerta y, finalmente, Mas cedió.
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