Los enemigos de la recuperación de España
Mas insiste en lanzarse al vacío
Reta a Rajoy a dialogar tan sólo dos días después de su declaración unilateral en el Parlamento catalán
Con gritos de «in-de-pen-dèn-ci-a», la clásica cantinela que años ha sólo se escuchaba en los cónclaves de Esquerra, Artur Mas fue recibido ayer por más de 2.000 militantes nacionalistas en el Palacio de Congresos de Barcelona, donde CDC organizó un Consell Nacional especial tras aprobarse este jueves en el Parlament la propuesta de solicitud de poderes al Congreso para convocar la consulta soberanista. El president de la Generalitat tuvo que esperar un largo minuto, a que finalizaran los cánticos, antes de arrancar un discurso con el que intentó avalar, una vez más, su órdago soberanista. Un día después de que Mariano Rajoy abandonara la política de mano tendida con Cataluña, porque «se están tomando decisiones unilaterales», Mas retó al presidente a retomar el diálogo. «Tiene narices que el presidente del Gobierno nos presente como gente intransigente», se defendió, antes de trasladarle que tiene una «ocasión de oro» para demostrar si realmente quiere dialogar con la propuesta que el Parlament ha enviado al Congreso.
«Esperamos respuesta», le retó Mas. Aunque la conoce de antemano, llegará en unos pocos meses, el tiempo que la propuesta del Parlament de Cataluña tarde en llegar al Congreso de los Diputados. El Gobierno no dialogará. Lleva advirtiéndolo desde que el president de la Generalitat planteó la posibilidad de organizar un referéndum de autodeterminación. Mas insistió ayer en la idea de que el Gobierno confunde consulta con independencia y de que PP y PSOE se han ofuscado en desmontar la tortilla antes de romper los huevos.
«Un país normal»
Explicó que Cataluña sólo quiere ser «un país normal» y esto se resume en tener garantizado el autogobierno, la suficiencia financiera o el mantenimiento del sistema de inmersión lingüística en la escuela.
«Cataluña sólo quiere vivir tranquila», insistió, «sin interferencias que ofendan la dignidad del pueblo catalán como los ataques la inmersión lingüística o la imposición del déficit». «Sólo quiere ser un país al que no le acusen de ser insolidario cuando tiene los impuestos más altos de España, genera suficiente riqueza para transferir 15.000 euros al Estado y pese a ello se le impone un déficit injusto que le obliga a sufrir para mantener unos servicios públicos de calidad, cuando genera suficiente riqueza por ella misma como para mantenerlos», argumentó.
Un día después de recibir, con la máxima discreción en el Palau de la Generalitat, a Roberto Maroni, presidente de la región de la Lombardía y líder de la Liga Norte, partido que carga sobre sus espaldas acciones de tintes racista, Mas no perdió la ocasión para defenderse de quienes comparan el proceso soberanista catalán con sistemas totalitarios. Aseguró estar «harto» y «asqueado» de que se acuse a los catalanes de ser unos «fascistas», cuando Cataluña es y ha sido una tierra de acogida por antonomasia.
En un ramalazo de empatía, Mas admitió que entiende que el proceso catalán causa «desconcierto» e «irritación» en Madrid. Pero alegó que la culpa es de que su proyecto llega distorsionado a la capital. Alegó que la idea de convocar la consulta no es suya ni de cuatro locos de CiU y ERC, sino que es una propuesta que emerge de la ciudadanía.
En un intento de salpimentar con humor un discurso que duró más de una hora se caricaturizó como un demonio. Explicó que «en Madrid creen que este proceso lo hemos maquinado unos demonios con cuernos y cola, unos personajes que somos gente peligrosísima porque hemos creado un problema a los catalanes, como si éstos fueran burros por definición y como si los catalanes fueran víctimas de cuatro locos». Y añadió que «este proceso nace del pueblo de Cataluña y que las instituciones estamos intentando canalizarlo para ponernos a la altura democrática de lo que nos pide la gente».
Para evitar bostezos, comparó al Gobierno de Rajoy con un futbolista tramposo que hace zancadillas, da patadas y empujones y se tira al suelo con una mueca de dolor, pero luego a cámara lenta se ve quién hace comedia. Se ve «el no rotundo al Estatut, el recurso al Tribunal Constitucional, el no rotundo al pacto fiscal y el no rotundo a la voluntad democrática de la mayoría de los catalanes de celebrar la consulta». «¿Se podrá dialogar con el partido del no a todo?», preguntó.
Los avisos que desoye el presidente catalán
- Moody's advierte. La agencia de valoración Moody's Analytics, un reciente estudio sobre la recuperación de la economía española advierte del riesgo que la independencia de Cataluña se independiza del resto de España: «La posibilidad de que Cataluña se separe de España podría desanimar la inversión extranjera y la actividad empresarial (...) La secesión tendría un gran impacto negativo en la economía española», dice sin ambages en su informe.
- Consulta inconstitucional. Otra de las realidades objetivas que Artur Mas y sus socios independentistas de ERC prefieren ignorar es la inconstitucionalidad de toda aquella consulta electoral vinculante que no sea convocada por el Estado. Este fue precisamente el muro contra el que se estrelló otra quimera independentista, la de Ibarreche en vascongadas. Diversos miembros del Gobierno han afirmado que la consulta sería ilegal de consumarse.
- Fuera de la UE. Pero quizá sea la salida inmediata de la Unión Europea el escollo para sus planes que el nacionalismo catalán opta por ignorar con más pertinancia. Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, y José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión, han dejado claro –en numerosos ocasiones, tanto por escrito y como de viva voz– que, si Cataluña se separa de España, quedaría fuera de la Unión Europea y de la zona euro.
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