Elecciones municipales

¿Podrían coincidir las elecciones andaluzas con las catalanas?

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, junto a los trabajadores que le obligaron a acortar su paseo por Málaga
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, junto a los trabajadores que le obligaron a acortar su paseo por Málagalarazon

Susana Díaz ha cosechado su tercera derrota en el Parlamento y no ha sido investida presidenta. El «caso Aznalcóllar» ha sido la excusa perfecta escogida por la oposición para negar el pan y la sal a la líder del partido más votado en las últimas elecciones andaluzas. Sin embargo, la razón real de la falta de acuerdo es la cercanía de las elecciones municipales y autonómicas.

Hasta después del 24 de mayo no habrá visos de acuerdo porque es imposible alcanzar un consenso cuando nadie lo quiere. Ni Susana Díaz está dispuesta a pasar por las horcas caudinas que le presentan Ciudadanos y Podemos, y mucho menos a arrojarse en brazos del PP. Por otro lado, ni el PP, ni Ciudadanos ni Podemos quieren mover pieza ante la inminencia de los comicios locales. Ninguno quiere aparecer como el salvador de la situación. Ciudadanos, porque no quiere ser calificado como la marca blanca del PSOE; Podemos, porque quiere presentar una posición moderada y un pacto con el PSOE desenterraría el frentismo, y el PP, por razones obvias, no quiere beber de ese cáliz.

Al tercer «no», Susana Díaz ha vuelto a marcar posición: «Si hay que ir a elecciones, se irá». Ha sido el pistoletazo de salida para una nueva partida de póquer. Y vale todo, incluso el farol. Hoy todos no han repudiado la amenaza de la presidenta andaluza. Podemos y Ciudadanos han recogido el guante y marcan posición alegando que no tienen miedo de volver a las urnas. El PP tampoco se ha arrugado. De hecho, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha abierto más la grieta que separa a socialistas y populares acusando del «caso Aznalcóllar» a la presidenta andaluza en primera persona. El PP, hoy por hoy, no irá en ayuda de Díaz, pero después del 24-M quién sabe. Los diputados andaluces consultados sobre esta cuestión siempre añaden en sus respuestas una coletilla: «A día de hoy, no».

Sin embargo, todos reconocen entre bambalinas que la situación está muy enquistada y que las elecciones son posibles aunque no deseables. Pero la cercanía del 24 de mayo lo que realmente hace imposibles son movimientos de acercamiento. Ahora el próximo movimiento lo tiene que hacer el presidente del Parlamento andaluz, Juan Pablo Duran. Él tiene la potestad de convocar nuevos plenos. De hecho, los podría convocar cada 48 horas. Pero, como ayer adelantó LA RAZÓN, el próximo pleno se convocará después del 24-M. Un conocido analista político afirma en torno a esta cuestión que «es probable que después de las municipales, el perro esté muerto y se acabe la rabia y se empiece a hablar de verdad».

Ésta es una opción. Que después del 24 se inicien conversaciones. Además, en el bombo negociador no sólo estaría Andalucía; estarían todas las comunidades y las alcaldías más importantes. En este punto, todos los partidos tendrían algo que perder. Y que ganar, evidentemente, y se abriría una negociación global con incidencia local.

Pero hay otra opción. Que no haya acuerdos y se convoquen elecciones. En este caso, el reloj empieza la cuenta atrás hasta el 5 de julio. Ese día, si Susana Díaz no es presidenta, el Parlamento se disuelve automáticamente y se convocan elecciones de forma automática, teniendo en cuenta que, según la Ley Electoral andaluza, julio y agosto son inhábiles. O sea, que la convocatoria electoral sería en el mes de septiembre y podrían coincidir con las elecciones catalanas –el 27-S–, anunciadas por Artur Mas aunque aún no convocadas.

Ante este posible escenario, los resultados electorales del 24-M adquieren mayor importancia. Además, un destacado analista andaluz baraja un elemento personal, pero no menor. «Si las cuentas no fallan, la presidenta sale de cuentas en junio. Imagínate una campaña victimista de Susana Díaz diciendo que no me dejan gobernar por intereses partidarios y con el niño en brazos. Arrasa. Nadie contempla este escenario, aunque ahora todos saquen pecho».