El desafío independentista
«Por fin sucede algo en Neumüster»
La estancia en prisión de Puigdemont ha puesto el foco mediático sobre esta pequeña ciudad alemana y ha acabado con su habitual tranquilidad. «Esto se ha convertido en un auténtico thriller», dice un vecino.
La estancia en prisión de Puigdemont ha puesto el foco mediático sobre esta pequeña ciudad alemana y ha acabado con su habitual tranquilidad. «Esto se ha convertido en un auténtico thriller», dice un vecino.
Hans Fallada, célebre escritor alemán del siglo XX, fue denunciado en marzo de 1933 a las autoridades por una conversación que mantuvo con el también escritor alemán Ernst von Salomon con un supuesto contenido hostil hacia el régimen de Hitler. Su desacato fue penado con dos años en la prisión de Neumüster. La misma en la que está preso el ex presidente catalán Carles Puigdemont y en la que posiblemente se conserve un ejemplar del libro en el que Fallada rememoró su tiempo entre rejas. Una obra que, aún no ha sido traducida al español pero que ha devuelto el nombre de su autor a una curiosa primera línea.
La ventura ha llevado a que muchos españoles escuchen, por primera vez, sobre Fallada de la misma forma que en Alemania y principalmente en el estado federado de Schleswig-Holstein, sus habitantes se hayan familiarizado e incluso se atrevan a pronunciar, con más que aceptable acento catalán, el nombre de Carles Puigdemont. Su nuevo vecino ha venido a situar en el mapa de los españoles la zona más septentrional de Alemania pero también, ha venido a romper la aparente tranquilidad de los 79.000 habitantes de Neumüster. Una pequeña ciudad a unos 30 kilómetros de distancia de Kiel y a 65 de Hamburgo. «Esto se ha convertido en un auténtico thriller», vocifera un transeúnte que cruza la calle Boostedter. A pocos metros, se alza la cárcel. Un edificio, de claro estilo gótico báltico, que dista mucho de la estética propia de otros recintos penitenciarios y que, desde hace una semana, recala la atención de la prensa internacional. Desde entonces, docenas de periodistas y cámaras acampan frente a la puerta principal.
Algunos de ellos pasaron las primeras noches en un estacionamiento colindante, a muy bajas temperaturas, mientras veían como pequeños grupos de simpatizantes se acercaban hasta la prisión para colocar alguna estelada y vociferar consignas independentistas. Todos los medios saben que las posibilidades de ver a Puigdemont son escasas y, quizá por eso, muchos tratan de hacer más amena la espera preguntando algún vecino. «Finalmente está sucediendo algo aquí», asegura un residente. A su lado, otro añade que «el tema de la independencia supondrá otro clavo para el ataúd de la UE». En cualquier caso, la presencia en Puigdemont ha roto la tranquilidad de Neumüster y en especial para su policía y su sistema judicial que, por primera vez en mucho tiempo, se enfrentan al veredicto de la prensa mundial. «Últimamente todo está más tranquilo porque no ha abandonado el lugar», aseguró el portavoz de la policía de Neumünster, Jochen Lentföhr. Nada que ver con la presión que vivieron los agentes alemanes hace siete días cuando se activó el operativo de captura.
El ex presidente fue detenido poco después de las once de la mañana, a 30 kilómetros de la frontera; en concreto, en una gasolinera. Iba acompañado de cuatro personas. Una vez en la comisaría de Schuby, donde le tomaron los datos, Puigdemont realizó varias llamadas, incluida una a su abogado en Bélgica y, poco después, se optó por llevarle a otras dependencias policiales en las que hubiera más espacio, previo a su ingreso en prisión. Pero, sin duda, el principal peso sobre el que recae el futuro de Puigdemont está ahora en manos de la Fiscalía General de Schleswig Holstein, el estado federado donde se produjo el arresto, que debe analizar la solicitud española y, si no percibe obstáculos jurídicos, propondrá su ejecución a la Audiencia Territorial de Schleswig, encargada de tomar una decisión.
Todo apunta a Pugidemont seguirá encarcelado, como mínimo, mientras la Fiscalía estudie el caso y su solicitud no se espera hasta después de Semana Santa, es decir, como pronto el martes. El abogado alemán que ha contratado, Wolfgang Schomburg, pidió al Gobierno de Merkel que haga uso de la posibilidad que le ofrece la ley de no autorizar una eventual extradición del político catalán. Schomburg confía en que la justicia rechazará la euroorden. El proceso se prevé largo y tedioso. Mientras, Puigdemont seguirá en prisión. «No recibe ningún trato especial», declaró la directora de la institución penitenciaria, Yvonne Radetzki. «Al principio tanteamos la posibilidad de que participara directamente en el día a día de la cárcel, aunque no demasiado porque llamaría la atención», añadió. El político catalán fue llevado a una celda normal en el edificio de prisión preventiva.
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