Cataluña
¿Por qué ahora somos más patriotas?
El desafío independentista de Cataluña y la pérdida del «complejo» de los jóvenes a mostrar su pasión por España ha desatado, según los expertos, el fervor del patriotismo 2.0.
El desafío independentista de Cataluña y la pérdida del «complejo» de los jóvenes a mostrar su pasión por España ha desatado, según los expertos, el fervor del patriotismo 2.0.
Cuando los padres de Alejandra aterrizaron en Madrid a los 19 años procedentes de Uruguay, les extraño que en España no ondearan las banderas patrias por las calles y balcones de igual modo que lo hacía en su país natal. Para ellos, siempre había sido una forma de mostrar la unidad del país, de sentir cerca el orgullo de su nación y un punto de conexión con el resto de sus compatriotas. Así que la matriarca se puso a coser en la cocina de su casa banderas españolas. Así comenzó la que años más tarde se acabaría convirtiendo en la mayor fabrica de enseñas en nuestro país. Ahora, tres décadas después de los inicios de Sosa Dias, Alejandra, convertida en CEO del negocio familiar recibe a LA RAZÓN en su cuartel general de Colmenar Viejo. Allí producen banderas como churros para todo el país y nos muestra orgullosa y diligente el negocio que fundaron sus padres y que ahora es un referencia con una facturación de cuatro millones de euros al año. Aquí se fabricó la colosal insignia de Colón e incluso les pidieron consejo profesional en Casa Real para elaborar la bandera del reinado de Felipe VI. «En el último año, desde que comenzó la crisis de Cataluña se ha disparado la venta de banderas de España. Normalmente, despachamos unas 12.000 al año, pero en 2018, la cifra se ha disparado hasta los 45.000», explica la directiva que también se ha encargado de cambiar el nombre del negocio por Bansodi, conservando en las dos últimas sílabas las iniciales de los apellidos de sus padres. «Me apasionan las banderas porque es una manera de unir a la sociedad en un momento tan complicado como en el que vivimos. No entiendo como un país como EE UU luce con tanto orgullo sus símbolos y nosotros. Nuestra historia es mucho más rica que la de ellos y deberíamos sentirnos orgullosos», apunta.
Si la venta de banderas fuera un indicador del furor patriota de un país, claro está que entre los españoles se encontrarían en este momento en su máximo esplendor. Pero, ¿realmente en los últimos años se ha potenciado el orgullo de identidad nacional en España? ¿La crisis Cataluña ha servido de efecto rebote del patriotismo que tanto escuece a los independentistas? Los expertos consultados por este diario coinciden a la hora de afirmar este incremento del sentimiento españolista, aunque dudan si se trata de un fenómeno coyuntural y por lo tanto finito en el tiempo o, como defienden otros, que es un movimiento en crecimiento y que seguirá extendiéndose de manera imparable. Según el Barómetro del CIS de julio, el 17,5% de los españoles afirma sentirse español, dos puntos por encima de la misma encuesta realizada el año anterior donde la cifra se situaba en el 15,7. Para algunos, un dato significativo. «Estamos regresando a las banderas porque nos hemos dado cuenta de que la globalización no funciona, que nuestros intereses se defienden mal en un mundo interconectado. Con este comportamiento se vuelve al hogar espiritual simbólico que sí puede defender a nivel internacional nuestro papel. Esto se suma al fenómeno de la inmigración y, por supuesto, Cataluña. Los jóvenes son ahora más patriotas porque viven un hastío brutal de los mensajes nacionalistas. Están hartos y es normal porque es muy ''cansino''. El rechazo hacia ello crea piña y es lo que hace que aumente el sentimiento de identidad nacional», asevera Juan María González-Anleo, doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca. De hecho, él es coautor de un estudio en el que se confirma de manera cuantitativa esta tendencia. El año 1999 fue el punto de inflexión. «Si antes aumentaba la identificación de los jóvenes con su localidad o pueblo mientras decrecía la identificación con España, a partir de ese momento cambiaron las tornas, cayó un 6% hasta el año 2016 la idenfificación con lo local y aumentó hasta 10 puntos la simpatía hacia España», puntualiza el experto.
De la misma opinión es el filósofo José Luis González Quirós, quien confirma la pérdida de complejos a la hora de identificarse con España, una afiliación que siempre había estado ligado a la ultra derecha como residuo del franquismo. «El mejor ejemplo es la España de las banderas y de los balcones y la explosión de amor por la unidad de país. Se ha avanzado en el plano teórico y en el técnico», dice. Es más, argumenta que se está rompiendo con la identificación nacional en función de la ideología y pone como ejemplo el uso de la palabra «patria» por parte de Pablo Iglesias en sus discursos iniciales, así como la decisión de Pedro Sánchez de posar con la bandera española. « La izquierda ha cambiado en este sentido y ahora también reivindica el patriotismo», apuntala. Y es que si se desnuda la palabra «patriota» y se la libera de ideologías y lastres históricos no queda más que la definición de una persona que quiere lo mejor para los suyos, para su país. «Aunque se ha mejorado, el complejo de sentirse español sigue existiendo y seguimos un paso por detrás de EE UU en este sentido, ni siquiera tenemos letra para nuestro himno. Esto es algo inconcebible», matiza Pablo Martín de Santa Olalla, Doctor en Historia Contemporánea y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea. Como explicación a esta situación, el docente apunta al estado de autonomías que ha llevado a crear unas historias de comunidades «que parecían tener vida independiente y que ha conducido a una corriente que asegura que España es una nación de naciones». Menos optimista a la hora de confirmar el aumento del patriotismo en España es el Manuel Tomás Gómez, sociólogo de la Universidad Pablo de Olavide: «Que de la noche a la mañana se identifique uno más con la bandera de España es complicado de asumir, es más bien algo coyuntural. Estamos en una situación volátil en donde lo que ayer era imposible, ahora se ha normalizado de manera instantánea. Lo que sí está claro es que el ser patriota ha dejado de ser minoritario, eso no quiere decir que ahora sera mayoritario», sentencia. De momento, las banderas siguen creciendo en los balcones y Alejandra está feliz porque esto es señal de que su negocio seguirá prosperando.
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