Elecciones catalanas

Puigdemont reta a Rajoy y busca una alianza independentista sin la CUP

No aclara si volverá a España y pide al presidente del Gobierno una reunión en el extranjero.

Puigdemont reta a Rajoy y busca una alianza independentista sin la CUP
Puigdemont reta a Rajoy y busca una alianza independentista sin la CUPlarazon

No aclara si volverá a España y pide al presidente del Gobierno una reunión en el extranjero.

Después de la euforia de la noche de las elecciones, el independentismo mueve sus peones. El primero en hacerlo fue el ex presidente Carles Puigdemont en una rueda de prensa en Bruselas. Desde la capital belga propuso al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, una reunión, siempre fuera de España, para negociar un referéndum de secesión porque «la receta del Estado español no funciona y hay que encontrar otras soluciones». Puigdemont afirma que «si llegamos a un acuerdo para celebrar un referéndum y gana el “no”, obviamente tendremos que aceptar este resultado», para preguntarse: «Si gana el “sí”, ¿el Estado español estará dispuesto a aceptar los resultados?».

Rodeado de parte de su equipo –su jefa de campaña, Elsa Artadi, llegó anoche a Bruselas para analizar la estrategia a seguir–, el líder de Junts per Catalunya apostó por el diálogo, porque «la vía prioritaria del anterior Parlament y de este siempre ha sido el diálogo. La unilateralidad siempre ha estado en el otro lado. A lo mejor el resultado puede invitar al Estado español a abandonar la unilateralidad que ha practicado hasta ahora». En una rueda de prensa multitudinaria, también tuvo un recuerdo a la Comisión Europea: «No le pido que cambie su posición, solamente que escuche a todo el mundo. Que nos escuche del mismo modo que escucha al Gobierno español. Creo que nos hemos ganado el derecho a ser escuchados».

El vencedor de las elecciones en el independentismo hizo valer su victoria: «Podemos gobernar tranquilamente el bloque ERC-Junts per Catalunya, pero estamos abiertos a pactar con la CUP. Queremos votar para decidir nuestro futuro. Si hay otros grupos dispuestos a llegar a acuerdos en ese sentido, estaremos encantados», en una clara referencia a los antisistema, pero también a los comunes.

Sin un atisbo de autocrítica por no tener mayoría en votos, Puigdemont se aferró a que «tenemos una mayoría independentista que puede volver a legitimar el gobierno. Los más de 2 millones de votos independentistas no son un holograma, son reales. A pesar de las condiciones que teníamos, hemos superado la cifra de votos independentistas». Sobre los más de 2,2 millones de votos no independentistas, ni una palabra, al contrario. Para Puigdemont, la culpa de todos los males es del 155 y «a mayor movilización de catalanes, más independentismo. El 155 ha perdido claramente el plebiscito»

ERC, en pleno estado de «shock», planteó su línea roja. Lo hizo Sergi Sabrià, portavoz de la formación republicana, que planteó un gobierno de concentración independentista que incluya a la CUP. Los republicanos no están dispuestos a soportar en exclusiva el desgaste de estar en un gobierno presidencialista que dirigirá Puigdemont a su antojo, y quieren que los anticapitalistas asuman su parte de responsabilidad. ERC marca así su línea roja en las negociaciones que se avecinan, porque «no hay otra posibilidad», y viste su argumento con «el planteamiento es hacer más fuerte la unión» de los independentistas.

Los republicanos apuestan también por estrechar lazos con los comunes para «llegar a acuerdos siempre que sea posible», en la línea planteada por Puigdemont. Sin embargo, esta posibilidad ha sido rechazada por la número dos de Xavier Domènech, Elisenda Alamany, que se ha mostrado extremadamente distante.

Por su parte, el otro interpelado por los republicanos, la CUP, no niega la posibilidad, siempre y cuando, el nuevo gobierno apueste decididamente por la implementación de la república, algo que ni Junts per Catalunya ni ERC dejan claro a pesar de sus llamamientos a seguir «el mandato de las urnas». Es decir, la CUP también impone una línea roja: no iniciar conversaciones con el Gobierno español, simplemente poner en marcha la ruptura, algo que choca con el planteamiento expresado por Puigdemont desde Bruselas, que niega la unilateralidad.

En el mundo independentista nadie plantea ni tan siquiera una crítica por la derrota independentista en votos, más de 200.000 menos que los no independentistas, ni asumir que las elecciones las ganó una fuerza constitucionalista. Puigdemont ha enfocado su análisis post electoral en «la victoria de la república frente a la monarquía del 155». El ex presidente sólo habla de victoria porque ésta era «entre Rajoy o nosotros». Hasta ahora, su único planteamiento es anular el 155, permitir su vuelta como presidente legítimo, anular las imputaciones –sin tener en cuenta en ningún momento la separación de poderes– y negociar con el Estado. Una propuesta que, a la vez, es lo suficientemente ambigua sobre si el dirigente de Junts per Catalunya se inclina por la bilateralidad o continuará por el camino de la unilateralidad. Una frase recogida por laSexta resume perfectamente el estado de ánimo y la estrategia del ex presidente: «España tiene un pollo de cojones».

Artadi viajó ayer a Bruselas para encontrarse con Puigdemont y con el núcleo dirigente de Junts per Catalunya, donde el gran ausente es el PDeCAT. Sus principales dirigentes ni siquiera asistieron a la celebración de la noche electoral. «Hemos ganado gracias al partido», apuntan fuentes cercanas a la ejecutiva. Puigdemont no hizo ninguna referencia al PDeCAT. Tampoco sobre los movimientos del juez Llanera, que amplía las imputaciones al comité de estrategia del soberanismo, incluyendo a Marta Pascal, Marta Rovira o Anna Gabriel.