Política

Rajoy abronca a sus ministros: «Estamos aquí para trabajar»

Rajoy, a su salida de la cumbre trimestral de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) ayer en Bruselas.
Rajoy, a su salida de la cumbre trimestral de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) ayer en Bruselas.larazon

La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, busca frenar la crisis de Gobierno y exige cierre de filas ante el enfado de Rajoy.

A dos meses de las elecciones generales, y en un escenario político lleno de minas, Mariano Rajoy se enfrenta a un problema que le han generado desde dentro de sus filas. Y es que las diferencias entre sus ministros, divididos prácticamente en dos grupos, ha estallado en la escena pública con la «guerra» abierta entre el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, y el de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, representantes de las dos partes en conflicto desde hace tiempo y que han ido acumulando malentendidos y disputas. La «pelea» viene de lejos, pero hasta ahora se había ido ciñendo al ámbito privado, a los codazos bajo la mesa de camilla del Gobierno o en comidas y cenas informales. Pero ha saltado por los aires con las declaraciones virulentas que los dos ministros se han cruzado a través de los medios de comunicación, alimentando de esta manera una imagen de división interna que preocupa al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y en las filas populares.

La guerra la empezó Montoro, y aunque Margallo dio a entender que se tomaba con humor sus críticas, él las ha duplicado en otra entrevista con el periódico digital «El Español». La actuación de ambos da a entender que se sienten libres para hacer lo que les da la gana, apoyados en el hecho de que está por ver si el PP sigue gobernando y si ellos forman parte de un nuevo Ejecutivo popular. Lo que en en medios populares dan por muy poco probable, aunque en el caso del titular de Exteriores se haya especulado mucho con su interés por ocupar el puesto de vicepresidente económico.

De hecho, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, confirmó ayer que la instrucción que ha dado el presidente del Gobierno es que se dediquen a trabajar hasta el final de la Legislatura, con el objetivo de la recuperación económica y el crecimiento. «Hay poco tiempo para otro tipo de disquisiciones, que espero que no haya, y que no haya más», sentenció la vicepresidenta cuando se le preguntó, tras el Consejo de Ministros, por la información que publicó este periódico el viernes sobre el malestar de Rajoy con la imagen de división interna que estaban fomentando algunos de los suyos en esta última semana. A ese aviso de Rajoy le puso un altavoz la vicepresidenta, quien, con gesto serio, evitó alimentar las discrepancias internas, pero sí dejó claro que no son oportunas ni es el momento, a dos meses de las elecciones. El mensaje es que las «reflexiones» no importan, y sí las «decisiones y las políticas». El duelo entre Margallo y Montoro, cada uno con sus fieles detrás, no aporta nada al reto que tiene el PP por delante, convencer a la mayoría de sus votantes de 2011, especialmente a los que le han fallado en las elecciones celebradas en esta Legislatura, de que su gestión ha sido la mejor posible y la única que garantiza mantener la recuperación y el crecimiento. «Los ministros se tienen que dedicar a eso, que es lo que importa a los ciudadanos», apostilló Sáenz de Santamaría. La portavoz del Gobierno se esforzó en presentar una imagen de normalidad, y así subrayó que se había desarrollado la reunión del Consejo de Ministros, al que no asistió Rajoy porque estaba en Bruselas en la cumbre de jefes de Estado. En ese sentido, destacó que había sido una reunión ordinaria, cargada de trabajo y de asuntos, y en la que habían trabajado «con absoluta normalidad» en las cuestiones que tenían encima de la mesa.

Pero el violento cruce de declaraciones entre los dos ministros sí está marcando la agenda del PP y del Gobierno. El propio Rajoy, otros compañeros de Gabinete y dirigentes del PP coinciden en valorar como absolutamente inoportuna la crisis añadida a los problemas con los que afrontan las elecciones. Una crisis que coloca, además, el foco en uno de los puntos débiles del PP, ya que las fracturas siempre les han costado mucho en las urnas. Y a fin de cuentas, este incidente está sirviendo para alimentar la campaña de la izquierda sobre el mantra de la descomposición del PP.

Sáenz de Santamaría, encargada de la coordinación del Gobierno, destacó ayer en varias ocasiones que el Consejo de Ministros había sido intenso, pero ordinario, ante las insistentes preguntas por la situación interna en el Gobierno. «Aquí nos dedicamos a trabajar. Ésa es la petición que se nos ha hecho: trabajar hasta el último día», apostilló, al ser interrogada por el toque de atención de Rajoy. También el ministro de Sanidad y nuevo presidente del PP del País Vasco, Alfonso Alonso, medió en la polémica cuestión al destacar que los políticos están obligados a aguantar el tipo y no dejarse llevar por «desahogos».