Gobierno de España
Rajoy contiene la sucesión y pone al PP en elecciones
Sin margen para sacar adelante la gran coalición, el líder popular vive un tiempo de transición y concentra sus energías en intentar ampliar su base electoral
Sin margen para sacar adelante la gran coalición, el líder popular vive un tiempo de transición y concentra sus energías en intentar ampliar su base electoral
Mariano Rajoy y la dirección de su partido se han colocado ya en modo claramente electoral. Sin margen para sacar adelante la gran coalición que vienen defendiendo desde las elecciones de diciembre, en el PP trabajan pensando en unos nuevos comicios. Los gestos hacia la negociación son obligados, pero en Génova dan por hecho que cualquier nuevo intento está condenado al fracaso por la negativa del PSOE a dialogar con ellos de contenidos concretos. Así que, a la espera de que se confirme si hay o no nuevas elecciones, el PP va a concentrar todas sus energías en el trabajo de partido y en intentar volver en contra de Ciudadanos su acuerdo con los socialistas.
El objetivo del PP es afianzar a sus votantes y arañar votos que pudiera haber perdido del centro derecha alarmados con los riesgos del bloqueo político o que puedan sentirse «decepcionados» después de haber confiado en Rivera y ver cómo éste se lanzaba a pactar con Sánchez. El acuerdo del PSOE y de Rivera, que aparece ante la opinión pública más crítico con ellos que Pedro Sánchez, les ha dejado sin apenas margen de maniobra en la negociación postelectoral, pese a ser la lista más votada. Y esto explica que su mirada esté puesta inevitablemente en las urnas.
Para el PP, éste es un tiempo de transición. Ante unas nuevas elecciones, su opción será intentar arrinconar a Rivera con la imagen de su condición de socio del PSOE e intentar ampliar su base electoral. Los sondeos no confirman hasta ahora el desgaste que ellos confían que sufra Ciudadanos, pero ahí es donde van a centrar sus esfuerzos. En la dirección popular asumen que si al final hay un Gobierno de Sánchez con Rivera, y la abstención de Podemos, se acortaría el margen de Rajoy en la oposición, aunque en todo caso se tratase de un Ejecutivo en precario. Pero ésa sería la peor opción para manejar una transición tranquila a un nuevo liderazgo. Por contra, el hipotético Gobierno de coalición de Sánchez y Pablo Iglesias dejaría a Rajoy más espacio para seguir dirigiendo la oposición y al PP como garante de la estabilidad y de la integridad territorial.
Todo está abierto, pero en las filas populares se preparan para afrontar esa transición a una nueva etapa si finalmente se quedan fuera del poder. Su principal apuesta es la repetición de las elecciones, pero incluso en ese escenario los sondeos no anticipan vuelcos tan drásticos como para que no sigan teniendo que depender de Rivera. «Y si algo ha demostrado en estos tres meses es que es imprevisible, y su poco compromiso con la palabra dada», aseguran sobre el líder de Ciudadanos en la cúpula del PP.
De aquí a que se resuelva la incógnita de si hay o no elecciones, el otro objetivo principal de la dirección popular es mantener prietas las filas. Y a esto también están dedicando mucho tiempo en Génova, sobre todo el vicesecretario de Organización, Fernando Martínez-Maíllo. En las bases populares se palpa la preocupación y hasta el cansancio con el desgaste de la imagen del líder nacional. También con el coste de los casos de corrupción, que les han afectado, y que ahora tienen como principal foco de atención el PP de Valencia. Pero ese desasosiego y malestar seguirá estando contenido hasta que se aclare qué pasa con el nuevo Gobierno. «Fuimos el partido más votado en diciembre, no vamos a ponernos piedras a nosotros mismos en las ruedas cuando el líder del partido que sacó su peor resultado es el que aspira a ser el presidente del Gobierno», sostienen.
Ante el caso de que el PP se quedara fuera del poder, Rajoy tendría que tutelar un cambio progresivo en el que habría una fuerte presión interna en favor de un relevo generacional. El PP es un partido muy disciplinado, una cultura que le viene de la etapa en la que José María Aznar estaba al frente, y no es dado a revoluciones ni movimientos que alteren el orden bruscamente. Y estos antecedentes son los que justifican que incluso haya voces que no descartan que la renovación la pueda tutelar el actual presidente del Gobierno en funciones. Otra cosa es que sea el propio Rajoy el que decidiese acelerar los trámites de sucesión con un paso atrás. «En el peor de los escenarios, lo que hay que intentar es que el PP no estalle en pedazos», advierte un veterano dirigente popular. Fuera de Génova hay quienes aseguran que el desprestigio de la actual dirección obliga a una salida que, cuanto más se retrase, más dolorosa será. Lo que nadie ve claro es cuál es la alternativa al actual liderazgo. El delfín gallego, Alberto Núñez Feijóo, sólo ha dado hasta ahora señales de que está en retirada de la política, aunque aún habrá que esperar algo más para conocer su futuro, ya que ha asegurado que no será hasta mediados del mes de abril cuando haga pública su decisión. Y más allá de otros posibles «tapados», la otra candidata señalada, la vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, se mantiene en silencio detrás de Rajoy.
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