Política

El desafío independentista

Rajoy garantiza a Mas ayuda económica y política si deja el soberanismo

Rajoy y Mas, durante uno de sus encuentros en La Moncloa
Rajoy y Mas, durante uno de sus encuentros en La Moncloalarazon

¿Se ha dado realmente cuenta CiU de que va a la deriva y de que tiene que buscar una salida? Ésta es la pregunta clave en el debate catalán y en Moncloa no tienen una respuesta clara al respecto. Allí se remiten al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, «y si acaso». Rajoy lleva prácticamente en solitario la negociación con el presidente de la Generalitat, Artur Mas. Tanto que ni siquiera en su entorno más cercano están al corriente de cada uno de sus movimientos y hasta se enteran a posteriori de sus conversaciones con el líder convergente. Así ha ocurrido en las dos últimas entrevistas privadas, la última, de finales de agosto. Rajoy tiene esta forma de trabajar y los suyos están acostumbrados a su reserva.

Aunque en Moncloa no tienen respuesta cerrada al interrogante sobre si Mas se ha convencido de que tiene que cambiar de rumbo, ellos sí están seguros de que si no lo hace, se suicida políticamente. Al margen del daño que siga causando a sus ciudadanos. Dicen que CiU siempre va a salir perdiendo de sus «coqueteos» con ERC, y que si llegaran a forzar unas elecciones plebiscitarias, aparte de lo difícil de que se concreten, éstas llevarían en volandas a los de Esquerra, «que acabarían de comerles el pastel a los de CiU».

Ya sólo esta visión pragmática es razón para que en Moncloa confíen en que CiU intente seguir virando y apure los tiempos para agotar en la medida de lo posible la Legislatura. Sería, a su juicio, su única salida, «muy complicada», dentro de una situación imposible en la que tienen que seguir poniendo una «vela a Dios y otra al diablo». Y en este escenario lleno de minas Rajoy está dispuesto a facilitar a CiU que cambie de posición. La citada reserva en la que está enmarcando la negociación con el presidente de la Generalitat le complica su explicación pública, ante sus propios presidentes autonómicos y también ante los ciudadanos. Pero sostienen en su entorno que es la única manera de poder avanzar. Garantizan, asimismo, que en ningún caso en las conversaciones se está hablando de ninguna cuestión que afecte al modelo territorial. «No va a haber ninguna componenda en relación al modelo de Estado ni decisiones que perjudiquen a terceros», proclaman en Moncloa, dentro de un discurso de complicados equilibrios.

Sí hay terreno para hablar y buscar acuerdos en el área financiera y económica, y ahí es donde está poniendo el acento el presidente del Gobierno. Para Mas todo lo que suponga cubrirle agujeros es un respiro que le da más margen para intentar seguir sobreviviendo, y en Moncloa entienden que esto es una obligación no con Mas sino con los catalanes. Encima de la mesa está, por supuesto, el modelo de financiación, y la exigencia de que se avance hacia un modelo menos redistributivo por parte de las comunidades más productivas. El presidente de la Generalitat lleva a su extremo esta exigencia, pero hay otros «barones» que se sienten aún más discriminados que Cataluña, como es el caso de Madrid, y que también comparten algunas de estas quejas. Por tanto, por debajo de la asistencia por parte del Fondo de Liquidez Autonómico, esa especie de disfrazado «rescate» autonómico articulado en esta Legislatura, la carpeta de materias de índole económico en la relación entre Madrid y la Generalitat es muy variada y amplia. Que el Estado cubra inversiones catalanas, por ejemplo, es otra fórmula que da oxígeno al líder nacionalista.

Pero, además, es que Rajoy está incluso dispuesto a facilitarle una salida política. Los votos del PP catalán no son suficientes para garantizarle la estabilidad parlamentaria, pero en lo que esté en su mano el presidente del Gobierno no boicoteará ni pondrá piedras en el camino de un acuerdo entre CiU y el PSC. En medios próximos al Ejecutivo se cree que ésta sería una salida con sentido común, difícil, por supuesto, y que necesitaría su tiempo para llegar a cuajar. Pero Rajoy la dejará andar si ve que empieza a forjarse.

La clave, muy afín con el modo de trabajo del jefe del Ejecutivo, es seguir ganando tiempo para intentar que CiU pueda dar marcha atrás bajo la presión las élites catalanas, de empresarios y de un importante sector interno. Creen que la balanza se acabará inclinando en este sentido y que su obligación es hacer todo lo que esté en su mano para conseguirlo. En la negociación con la Generalitat también media la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, en lo que afecta especialmente al grupo parlamentario; el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y también tiene contactos el ministro de Economía, Luis de Guindos. Pero el «pastel» sólo lo cuece Rajoy. «A fuego lento», precisa uno de sus asesores.