Política

El desafío independentista

Rajoy impone la normalidad frente a la presión nacionalista por el 12-O

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el de la Generalitat, Artur Mas en La Moncloa
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el de la Generalitat, Artur Mas en La Moncloalarazon

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mantiene su estrategia en relación con Cataluña. Ni un paso atrás ni un paso adelante, y «normalidad». «En su sitio y sin moverse en la defensa de la Constitución y de la ley», sentencian desde el Ejecutivo. En su entorno defienden que el presidente «sabe lo que tiene entre manos» y confían plenamente en que su estrategia servirá para acabar desactivando el problema soberanista. Dicen también que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, se ha colocado a sí mismo entre la espada y la pared, con cada vez menos margen para escapar de la asfixia por parte de sus socios de ERC.

La versión del Gobierno de Rajoy es que Mas ha estado trampeando para buscar una «salida» del laberinto en el que se ha metido, y que en ese sentido han apuntado los mensajes que él ha trasladado personalmente. El problema es que «no deja de contradecirse en sus hechos y en sus palabras públicas y privadas».

Aunque haya rechazado la opción de la «tercera vía» en público, sin embargo, según el Ejecutivo, el líder de CiU ha estado buscando la negociación de una consulta diluida, light, maquillada, con valor político, pero, supuestamente, no jurídico, y que le permitiese salvar la cara ante los catalanes y ante su propio partido. Pero el presidente del Gobierno no autorizará una consulta, «en serio o de farol», que afecte al conjunto de España y que sea una «trampa» para vulnerar la legalidad.

Con ese «no» en la maleta, la otra salida que ha perseguido ha sido la de patrocinar un gran acuerdo económico que privilegie a Cataluña por encima de las demás comunidades autónomas. Pero la reforma de la financiación va a su ritmo, despacio. Es cierto que el Gobierno ha abierto la revisión del modelo aprobado por el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Que, por cierto, éste pactó con el tripartito catalán con la voluntad de que fuera definitivo y sólo variase por la actualización de algunos de los parámetros en los que se basa. Por tanto, legalmente no hay plazos límite que condicionen esta revisión del modelo de financiación, sino que el ritmo lo marcarán las decisiones políticas.

La previsión en el Gobierno es que el diálogo se prolongue durante todo 2014 para que en 2015 se aprueben los cambios, antes, o después, de las elecciones generales. Es una cuestión técnica muy complicada, y que se hace aún más difícil cuando no hay nuevo dinero para repartir y los reajustes tienen que afectar a la reordenación de los escasos ingresos o al reparto del gasto.

Desde el Gobierno inciden en que, antes de abrir nuevos frentes, la Generalitat debería valorar el apoyo que Madrid le está ofreciendo para evitar su quiebra. Y que ésta debería ser su prioridad. Sostienen también que el problema es de Mas, que es quien se ha metido «en un callejón sin salida», que le lleva a un adelanto electoral «con muy mal pronóstico para sus intereses políticos y personales». Y creen que eso se verá ya en las próximas elecciones europeas.

Rajoy no va a modificar su rumbo ni en el tablero de juego político ni en el económico, aunque sí haya puesto en marcha una revisión de la estrategia en el campo de la batalla ideológica. En la reunión de «maitines» que se celebró en Moncloa hace tres semanas, la primera de esta Legislatura, la dirección popular decidió reforzar el papel de la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho. Esta última semana no ha habido reunión del Comité de Dirección y sigue pendiente de concretarse cómo se va a materializar ese refuerzo de su líder regional. La hipótesis de que tenga una participación directa en las reuniones de la dirección nacional no está ni mucho menos cerrada. Ahora bien, de momento, dentro de este marco sí entra la decisión de dejar de nuevo a la líder regional todo el protagonismo y la presencia en Cataluña el Día de la Hispanidad, que se celebra el próximo sábado.

El Gobierno en pleno estará presente en el desfile militar en Madrid, y no está previsto que se desplacen hasta Barcelona otros miembros de la dirección del partido. La máxima de Rajoy es mantener la «normalidad» más absoluta, y actuar en Cataluña del mismo modo que en las demás comunidades. Serán Sánchez-Camacho y las asociaciones civiles las que defiendan ese día los valores constitucionalistas. Por cierto, la Policía tiene constancia de que los radicales se están movilizando y teme que puedan producirse altercados.

Aunque no vaya a ir con motivo del Día de la Hispanidad, en el entorno del presidente del Gobierno sí señalan que «toca» ya que visite de nuevo Cataluña, pero no hay ni fechas ni formato definido. En el horizonte queda, además, la posibilidad de que la Convención Nacional, que finalmente será a principios del año que viene, se desarrolle allí. También esa posibilidad se manejó con motivo de la próxima reunión interparlamentaria, que, finalmente, se ubicará en Córdoba. Será en noviembre y en ella se reunirán diputados y senadores de toda España. La elección del posible candidato a la Junta podría marcar su agenda. El PP sí tiene ya programado un acto sectorial sobre España y los nacionalismos, que tendrá lugar en Navarra.