El desafío independentista
Rubalcaba invita a Rajoy y a Mas a la vía federal como salida
Reivindica la reforma de la Constitución ante el inmovilismo «temerario» del Gobierno y la ruptura
A principios de los años ochenta, cuando sólo la mitad de los españoles prefería la democracia a otra alternativa de gobierno, el PSOE revolucionó la escena política ganando unas elecciones, las de 1982, con una mayoría aplastante, 202 escaños. Los socialistas prometieron cambios en un momento en que la inflación era del 14 por ciento y los ciudadanos aún no se habían quitado el miedo al golpismo del cuerpo, y casi diez millones de españoles les dieron un voto de confianza. «No olvidarlo, nunca nos regalaron nada», recordó ayer el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, a los 20.000 simpatizantes del PSC que congregó ayer la Fiesta de la Rosa en la popular pineda de Gavà (Barcelona), el encuentro más importante de los socialistas catalanes con el que tradicionalmente abren el curso político.
Rubalcaba quiso rememorar lo que fueron capaces de hacer los socialistas hace 30 años para convencer a su partido, en horas bajas, de que pueden volver a hacer historia, esta vez liderando la reforma federal de la Constitución. Una propuesta alternativa al «inmovilismo temerario» de Mariano Rajoy y a la «independencia rupturista» de Artur Mas, «el único proyecto que garantiza la lealtad y la convivencia entre Cataluña y España», vendió el secretario general del PSOE.
A Rubalcaba le costó arrancar los aplausos de antaño entre los simpatizantes, más pendientes de que no se les quemaran los chuletones y las migas, que de los discursos del líder del PSOE y el primer secretario del PSC, Pere Navarro. Ni uno ni otro arrancaron gritos de «guapo» y «guapa» con los que el público agasajaba, no hace tanto, a José Luis Rodríguez Zapatero y Carme Chacón, cuando los socialistas gobernaban en el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat y el Gobierno. Ahora no gobiernan en ninguna de las tres instituciones.
Las únicas voces que se oyeron entre los simpatizantes fueron las de un grupo que reclamaba una «república federal», mientras que los mayores aplausos se los llevó Rubalcaba cuando admitió que no quiere ni oír hablar de independencia y explicó que el PSOE y el PSC «estamos construyendo un proyecto para seguir juntos y fortalecer España con Cataluña dentro».
El público de la Fiesta de la Rosa, entre el que había muchos ex –José Montilla, ex presidente de la Generalitat; Jordi Hereu, ex alcalde de Barcelona, o José Zaragoza, ex secretario de organización– representa a esa «mayoría silenciosa» que no se unió a la cadena humana por la independencia, muchos inmigrantes españoles y catalanes con familia en el resto del Estado a los que CiU ha echado el anzuelo para sumarlos a su proyecto soberanista.
Pese a que este público no participara en los actos independentistas de la Diada, Rubalcaba no negó el éxito de la Vía Catalana. No habló de la consulta, punto en el que discrepa con Navarro, pero exigió a Rajoy y Mas que dialoguen y abran contactos con los partidos españoles y catalanes para intentar resolver una crisis territorial, que hace un año que auguró si ambos presidentes se cerraban en banda.
El secretario general del PSOE lamentó que el diálogo que han mantenido ambos presidentes en el último año se haya limitado a dos cartas. Censuró el inmovilismo de Rajoy. Le reprochó no tener a Cataluña en su agenda ni agenda para Cataluña y que con su «indolencia» e «irresponsabilidad» lo único que ha logrado es que «las cosas hayan empeorado». Y a Mas le acusó de fracturar la sociedad.
El mismo Rubalcaba explicó que Navarro y él no comparten al cien por cien las mismas ideas, pero que emplearon tiempo en dialogar y debatir hasta consensuar el documento de Granada que apuesta por el federalismo como fórmula para respetar las identidades de cada pueblo, de justicia, igualdad y solidaridad.
Aunque tanto Rubalcaba como Navarro se afanen por presentar su propuesta federal como una salida sin rupturas a la crisis territorial, en Cataluña no se percibe como creíble y parece tener un camino igual de tortuoso que la consulta, pues implica una reforma constitucional que el PP, con mayoría absoluta en el Gobierno, no está dispuesto a encarar. Pese a que Rubalcaba la eludiera, Navarro sí defendió el derecho a decidir y que los catalanes sean consultados sobre su futuro político de forma legal y acordada.
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